Instagram los censura y Rihanna se enojó, la campaña contra la pacatería en la web suma militantes. Códigos de conducta y libertad de expresión en la era digital
La anécdota tiene su gracia: la hija de Bruce Willis y Demi Moore, Scout LaRue Willis, posteó en Instagram una foto de ella con una remera transparente y otra de una campera diseñada con la foto de dos mujeres en topless. Instagram le congeló su cuenta y ella le respondió con fotos suyas en topless caminando por Nueva York y comprando frutas en un mercado, al grito escrito de "legal en Nueva York, pero no en Instagram". A la frase habría que agregarle "legal en Twitter" también, porque la red del microblogging solo impone restricciones a imágenes "pornográficas" a la foto de perfil o de fondo.
En Instagram, en cambio, las reglas atañen a todo el contenido: "No podés postear contenidos violentos, desnudos, desnudos parciales, […] fotos u otros contenidos pornográficos o sexualmente sugestivos vía este servicio", dice en sus condiciones de uso. Y esas reglas se aplicaron, explican, en el caso de LaRue Willis y en tantos otros: un tiempo antes, Rihanna se había molestado con estos mandamientos pacatos cuando subió la portada de su foto desnuda en la revista Lui y la red social la dio de baja momentáneamente. Así fue como la cantante se sumó a la campaña #FreeTheNipple, una iniciativa que tiene ingredientes espectaculares y picardía, y que por su naturaleza soez y publicitaria va directo al éxito. Apunta, justamente, a liberar el pezón femenino, prohibido en la mayor parte de Estados Unidos y en las redes sociales, que condensan las restricciones a los desnudos prácticamente ahí. Ya hay una pequeña película Free The Nipple –la campaña es anterior a los escándalos de este año– y muchas famosas que apoyan la pelea. El tuit de Willis, en tanto, se convirtió en un banco de fotos de mujeres en tetas, y una acusación tras otra de que bloquearlas es sexista.
Mientras, el CEO de Instagram, Kevin Systrom, defendió la supresión de fotos de desnudos (de mujeres) diciendo que la regla es la misma para famosas que para no famosas: "Nuestro objetivo es hacer realmente seguro Instagram, seas o no una celebrity. Es un lugar seguro con un contenido posteado que es apropiado para adultos y para adolescentes".
Pero el tema no es tan sencillo. Los casos se acumulan y, como todo lo relativo a una red social de fotos, son especialmente vistosos. Eso sucedió con su Instagram, ex modelo inglesa y actual directora artística de Vogue, quien abrió su Instagram con un dibujo de ella en tetas y su cuenta desapareció, para reaparecer al día siguiente.
Otro caso que volvió a girar a partir de la explosión de pezones reivindicativos es el de la fotógrafa canadiense Petra Collins, que había posteado en octubre una foto suya en bombacha en la que sobresalía vello púbico. Eso bastó para suspenderla. Más allá de las reglas enunciadas, con solo ver cualquier timeline es fácil descubrir miles de fotos de similar grado de sugestión o erotismo que no solo no son prohibidas, sino que hacen a la razón de ser de esa red. Entonces ¿quién mide y de qué manera el límite de provocación permitido por las redes?
Las quejas de #FreeTheNipple incluían el bloqueo a fotos de mujeres amamantando a sus bebés en Instagram y también en Facebook, ya que ambos solían implícitamente considerarlas violatorias de sus términos de uso. No porque las prohibieran, sino es que su política antidesnudos prevalecía. Desde junio, hay un compromiso más explícito de no dar de baja fotos de madres amamantando, incluso aunque en ellas se vean pezones. Eso no podrá evitar que otros usuarios de la red reporten esas fotos si las consideran inapropiadas, pero se supone que ahora la autoridad de estas empresas no ratificaría estas denuncias bajando la foto.
En línea con una especie de "función social" de mostrar el pezón, otro tema que siempre se menciona es el de las personas a quienes les extirparon las mamas por un cáncer: el año pasado, el fotógrafo David Jay lanzó un proyecto llamado The Scar,[en inglés] en el que retrataba a mujeres y hombres que habían atravesado un cáncer de mama y una posterior mastectomía. Facebook bajó las fotos de la página del proyecto, lo que generó una ola de críticas [en inglés]que terminó con un cambio en sus políticas. Actualmente, Facebook explica así su permiso a publicar este tipo de fotos: "Coincidimos en que realizarse una mastectomía es una experiencia que cambia la vida y que compartir fotos puede ayudar a crear conciencia sobre el cáncer de mama".
Pero la discusión no termina en los pezones: todo el tiempo surgen preguntas, denuncias y respuestas sobre si tal video o fotografía es apropiado, o qué efectos puede tener en un espectador que se cruza con ella sin querer. El año pasado, por citar solo un ejemplo, hubo una discusión acerca de un video en Facebook en el que se mostraba a gente siendo decapitada. Como siempre, el tema es la defensa de la libertad de expresión y sus habituales terrenos pantanosos: qué pasa cuando la libertad de expresión de alguien viola los derechos de otros, por ejemplo de los niños, o difunde ideas que no tienen nada que ver con la libertad ni con los derechos, siendo las manifestaciones neonazis el tema más común para plantear el dilema.
Ante el caso puntual de los decapitados reportados por un Instituto de Seguridad Online de la Familia, en Gran Bretaña, en su momento, Richard Allan, director de Políticas de Facebook para Europa, Medio Oriente y África, explicó: "El contenido reportado (por usuarios) es evaluado por nuestros Community Standards y se toman las acciones apropiadas cuando nuestras reglas han sido infringidas. Es un desafío complejo siendo Facebook una comunidad grande y diversa, y permanentemente nos enfrentamos a situaciones nuevas".
Eso sí, cuando Facebook enumera todos los contenidos que no serán permitidos, hace una salvedad: el humor. Es decir que si un contenido que literalmente puede leerse como racista, discriminatorio, etcétera, está expresado en el marco de la ironía y el humor, no será excluido.
Volviendo a las imágenes, hablar de censura en los casos de remoción de fotografías que no cumplen con los términos de uso parece un poco exagerado. Sobre todo, teniendo en cuenta los casos de indiscutible censura que sufren poblaciones del mundo: blogs opositores bloqueados en Rusia o la prohibición de acceder a Twitter en países como Irán o China, por dar algunos ejemplos. Sin embargo, es interesante ver cómo los medios sociales van modelando estéticamente las imágenes permitidas y adecuadas, cómo funcionan como editores subrepticios de un medio de comunicación monstruoso y cómo van marcando los límites de lo aceptable con respecto a lo que consumimos a diario a través de ellos, que es mucho, aunque a veces nos creemos que es todo.
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