Los pasajes de Eduardo Basualdo: enfrentar la vida a la intemperie
La puerta giratoria invita a avanzar. Atravesar el límite que nos conecta con la ciudad, con el refugio, para ingresar en otra realidad donde las reglas son distintas. En la sombra que se proyecta sobre el agua marrón del Río de la Plata, justo donde termina el muelle, comienza un pasaje misterioso hacia otra dimensión. Sin retorno.
"Hay razones lógicas para darle la espalda a un río barroso, turbio, que se usó para asesinar y esconder", dice Eduardo Basualdo sobre Perspectiva de la ausencia, instalación que integró este mes el programa Rayuela de Art Basel Cities: Buenos Aires. "Es un río misterioso, el nuestro –agrega–. Uno debería aprender a dialogar con él, porque está lleno de nuestra historia y de nuestros muertos".
La inminencia del desastre, la tensión provocada por un conflicto está presente en casi todas las obras de este artista con formación teatral. Como lo está también la posibilidad de crear desenlaces alternativos a un final que promete ser siniestro. Fue el caso de Freelancer, el helicóptero que instaló el año pasado en arteBA con sus hélices en constante movimiento, como señal de rebelión ante la estructura que intentaba contenerlo.
"Síganme", decía una voz grabada cuando un hombre vestido con túnica apretaba el botón de Play, hace más de una década, en una habitación iluminada por una vela. Fue en esa casa porteña, intervenida por el grupo Provisorio Permanente, donde Basualdo realizó una de sus primeras instalaciones: un teatro de sombras inspirador de la obra que lo llevaría en 2006 hasta la Bienal de Pontevedra, convocado por Victoria Noorthoorn.
La actual directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires lo invitó años más tarde a la Bienal de Lyon, donde Basualdo volvió a sorprender con El silencio de las sirenas. Una laguna artificial transitable que se vaciaba y se volvía a llenar en movimientos cíclicos, y que obligaba al visitante a mantenerse en alerta permanente.
El desafío de enfrentar la vida a la intemperie, sin certidumbres, es otra de las claves del trabajo de Basualdo, uno de los argentinos invitados a participar en 2015 de la Bienal de Venecia.
Poco antes había colgado una semilla gigante en el Palais de Tokyo, similar a la que Ruth Benzacar exhibió el año pasado en Art Basel Miami. Al acercarse a esta última era posible percibir un ruido y un movimiento inquietantes. Lo que fuera que vivía en su interior, parecía querer salir. Atravesar un límite hacia una realidad desconocida: la nuestra. Como si muerte y nacimiento fueran dos caras del mismo límite que empujamos al atravesar una puerta giratoria.