Marie Orensanz y un marido feminista
"Francia puede esperar", pensó. Aunque ya había conseguido un taller para trabajar en la capital mundial del arte, Marie Orensanz decidió volver a la Argentina cuando Patrick Audras fue a buscarla a París, en 1964. "Quiero compartir la vida intensa que llevás", le dijo él. Lo que siguió fue una historia de amor que duraría casi 50 años.
Una década más tarde volvieron juntos a radicarse en París con sus tres hijas en el Rocinante, una camioneta Volkswagen cargada con muebles y colchones sobre el techo, cuadros y urnas mortuorias de mármol traídas desde Carrara.
"Llegamos a un hotel y Patrick fue a ofrecerlas a funerarias cercanas. Pero la ley francesa establecía que solo se podían usar las del Estado. Entonces le sugerí que les sacara la tapa y las vendiera como paragüeros", dijo Orensanz a LA NACION durante su visita a Buenos Aires para presentar la muestra actual en la galería Ruth Benzacar. Inició así un negocio de asesoramiento en decoración, y un proceso creativo con mármol que continúa hasta hoy en sus obras.
Marie nació como Marí en Mar del Plata, en 1936. Sus padres esperaban un varón y ella misma quiso serlo, a los siete años, cuando comprendió "las ventajas del sexo masculino". "Veía la libertad a través del hombre –escribió–, y las desventajas que resultaban del hecho de ser una mujer". Estas desventajas, sin embargo, la impulsarían a reafirmar con orgullo su identidad femenina. Incluso cambió su nombre para evitar ambigüedades, después de que un coleccionista milanés devolviera una obra suya al enterarse de que "Marí" –nombre que en italiano puede ser masculino o femenino– era una mujer.
En una galería marplatense tuvo un disgusto similar, cuando una muestra realizada con la artista Mercedes Esteves fue clausurada el día siguiente de su inauguración en 1969, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía. Ambas habían montado una instalación con bolsas de cemento y panfletos en apoyo al pueblo santafesino de La Gallareta, que defendía su única fuente de trabajo ante el inminente cierre de talleres de reparación de vagones ferroviarios. "Nosotros creíamos que como eran mujeres iban a exponer flores", argumentaron desde la galería Primera Plana.
Orensanz no se quedó callada: en 1977, durante la dictadura de Jorge Rafael Videla, expuso en la galería Artemúltiple la serie de dibujos Flores venenosas. "Hola Marí, muy buena tu exposición –le escribió entonces Federico Manual Peralta Ramos–. Lindo clima, es el mecanismo de la creación, es el impacto por el no impacto".
La creadora de la obra que ilustró este año la tapa del suplemento de arteBA supo unir poesía, belleza y arte conceptual. La justicia, la palabra y la libertad son temas centrales en una premiada carrera internacional que abarca pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones, objetos, fotografías y videos. Su contribución a la escena artística regional está reflejada en la muestra itinerante Mujeres radicales, que acaba de desembarcar en la Pinacoteca de San Pablo. "Pensar es un hecho revolucionario", frase clave de la autora de los manifiestos Eros (1974) y Fragmentismo (1978), está calada en su escultura del Parque de la Memoria.
"Lo único que puedo enseñarte son técnicas", le dijo Antonio Seguí al recibirla en su taller a comienzos de la década de 1960, tras su paso por el de Emilio Pettoruti. "Estoy muy agradecida a Seguí –dijo en una entrevista con LA NACION–; él me acostumbró a la libertad como condición indispensable para poder actuar".
"Libertad, igualdad, fraternidad", se leía sobre el zócalo que intervino en París, en 1982, mientras su marido le pisaba la cabeza en un gesto de humor. También fue Audras quien financió con la venta de cientos de empanadas el envío de sus obras a Buenos Aires para que fueran exhibidas por el Museo de Arte Moderno. Orensanz admite haber tenido la suerte de tener "un marido feminista".
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