“¿Podés dejar el celular?”: la importancia de aumentar los vínculos presenciales con nuestra familia y amigos
El aislamiento por la pandemia de Covid obligó a usar la tecnología para relacionarse; sin embargo, esta jamás podrá reemplazar el encuentro
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“Por favor, ¿podrías dejar el celular un momento?”. Muchas personas les repiten esta frase a sus parejas, a sus hijos o a sus amigos, quienes se pasan todo el día con el celular en la mano. ¡No lo dejan ni un segundo! Y, si bien la tecnología ha mejorado en gran medida nuestras vidas, en especial a la hora de estar conectados, lo cierto es que lo virtual nunca reemplazará lo presencial.
¿Por qué? Porque se trata de dos lenguajes distintos. Se podría comparar la interacción virtual con el hecho de alquilar una casa; mientras que la interacción presencial sería el equivalente a comprar una casa. Por muchos aspectos positivos que posea universo de las computadoras y los teléfonos móviles, jamás ocupará el lugar del encuentro con el otro cara a cara.
Cuando estamos en presencia de alguien, intervienen la mirada, los gestos, el toque y la comunicación verbal, a través de las palabras. Es decir, “el encuentro”. Los seres humanos somos gregarios por naturaleza y, aunque lo virtual nos haya permitido avanzar en muchos aspectos como por ejemplo el laboral, no puede ocupar el lugar de lo presencial. Esto es algo que todos experimentamos en carne propia durante el aislamiento en pandemia.

“Bernardo, entonces, ¿cómo hago para que mi pareja, mi hijo, mi amigo, deje un poco de lado lo virtual?”, me han consultado en más de una oportunidad. Y mi respuesta siempre ha sido y es la misma: incrementando lo presencial. Es decir, procurando una mayor regularidad en el encuentro en persona con el otro.
En una oportunidad, estaba en un canal de televisión en Argentina y un periodista me contó algo con respecto a este tema: “Bernardo, mis hijos se hallaban en casa con dos o tres amigos cada uno y todos estaban mirando su celular. Así que les propuse: ‘¡Chicos, vengan, vamos a hacer un asado! Ustedes ocúpense de la carne; ustedes ocúpense de las bebidas; y ustedes, del fuego’. Todos comentaban al final de la jornada: “¡Qué tarde espectacular que pasamos!”.
Felicité a este padre porque, de una manera creativa, logró aumentar lo presencial y disminuir lo virtual. No se trata de ponerle límites a lo virtual, sino de incrementar lo presencial que siempre debería ser un encuentro atractivo, ameno. Virtualidad y presencialidad son simplemente dos niveles de comunicación con los que contamos. Ninguno es mejor que otro.
Los adultos, con los jóvenes o entre nosotros, en esos momentos en los que coincidimos, tenemos que esforzarnos por construir y alimentar una comunicación, agradable, divertida, que nos genere el deseo de continuarla. De esa manera, lo virtual va a ocupar su justo lugar.
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