Por qué la ciencia dice que habría que comer pochoclos con palitos chinos
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La gente podría disfrutar de sus comidas, bebidas y actividades favoritas durante más tiempo mezclando la forma en que los usa para mantenerlos como nuevos, dicen los expertos. La forma en que nuestro cerebro funciona hace que las cosas que nos complacen se vuelvan más difíciles de saborear a medida que nos acostumbramos a ellas.
El último bocado de una pizza o el segundo vaso de vino nunca sabe tan bien como el primero porque nos adaptamos rápidamente a los efectos que tienen sobre nosotros. Pero encontrar nuevas formas de disfrutar cosas, como comer pochoclos con palitos chinos, empezar la pizza desde la corteza o beber agua de una copa de vino, podría garantizar que apreciamos las alegrías de la vida por más tiempo.
El profesor Robert Smith de la Universidad Estatal de Ohio y el profesor Ed O'Brien de la Universidad de Chicago, dieron las razones de su estudio en una nota a The Conversation"Sucede rápido. Abre una botella de su bebida favorita y se la lleva a los labios. El delicioso sabor es casi abrumador. Pero un minuto después, apenas te das cuenta del sabor mientras lo bebes. Esta saciedad, conocida como adaptación hedónica, se produce para casi todo lo que nos hace felices", dijeron los investigadores.

El estudio, que será publicado en el Boletín de Personal y Psicología Social de los Estados Unidos, habla sobre cómo podemos disfrutar más de las pequeñas cosas solamente si la hacemos un poco diferentes. Los investigadores contaron que le pidieron a 68 participantes que comieran pochoclos. Una mitad los comieron normalmente, otros usaron palitos chinos. Así descubrieron que los que comían con palitos disfrutaban más que los demás, aunque a ambos grupos se les dijo que comieran al mismo ritmo lento. "Esto se debe a algo bien conocido por los psicólogos: cuando algo parece nuevo, las personas le prestan más atención. Y cuando las personas prestan más atención a algo agradable, tienden a disfrutarlo más", explicaron los investigadores.
Este comportamiento se podría llevar a todos los momentos de nuestras vidas. "Compramos algo y lo usamos por un tiempo hasta que se vuelve familiar y mundano, luego compramos algo pensando que nos hará felices. Desafortunadamente, este reemplazo es costoso y, en casos como casas y cónyuges, a veces es una opción muy extrema en respuesta a una familiaridad inevitable", dijeron los investigadores en The Conversation. Pero esta investigación sugiere otra opción: en lugar de reemplazar algo una vez que nos cansamos, podemos intentar consumirlo o interactuar con él de maneras no convencionales.

En el mismo estudio, le pidieron a 300 personas que tomaran agua de diferentes maneras y en distintos contenedores. Las personas que bebían agua de una manera diferente cada vez, como un vaso de vino o lamiéndolo como un gato, decían que el agua sabía mejor por más tiempo que las personas que siempre usaban el mismo método para beber.
Luego se les dijo que tomaran cinco sorbos de agua y calificaran su disfrute después de cada bebida. Mientras que todos los demás disfrutaron menos del agua por cada sorbo, aquellos que lo bebieron de diferentes maneras no mostraron este patrón habitual de disminución del disfrute. "Esto presenta una solución poco común para el fenómeno casi universal de la saciedad, o el disfrute declinante que viene con la familiaridad. Mientras puedas encontrar formas nuevas e interesantes de interactuar con algo, nunca te cansarás de ello", dijeron los investigadores.
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