El Museo Nacional de Bellas Artes presenta la primera muestra dedicada a Joan Miró en el país, que reúne 50 obras del icónico artista de la vanguardia histórica moderna.
Cuando el pintor catalán Joan Miró (1893-1983) trasladó su taller y residencia de Barcelona a Mallorca, a mediados de los 50, se encontró frente a un espejo. Por primera vez reunía en un mismo espacio toda su obra, que abordó con mirada retrospectiva en una relectura que alimentó su creación posterior, de renovada inventiva y extraordinaria producción. Correspondiente a este período es el medio centenar de obras que desde este mes se exhibirán en la primera exposición dedicada íntegramente al pintor en Argentina y que albergará el Museo Nacional de Bellas Artes.
Miró: La experiencia de mirar es fruto de un acuerdo con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), poseedor de este acervo. La exposición se compone de 18 pinturas, algunas de grandes formatos, y 26 esculturas, que dialogan entre sí recreando el universo común que Miró observó entre ambas técnicas. La propuesta se completa con dibujos y con dos videos: Miró habla, en el que Clovis Prévost entrevista al pintor en 1972, y Miró, el otro, en el que Pere Portabella registra al artista en la producción de un mural.
Dentro del conjunto, se podrán ver piezas emblemáticas como Mujer, estrella, pájaro, que Miró dedicó a su amigo Pablo Picasso tras su muerte en 1973; las pinturas de fondos monocromos blancos y colores destellantes Poema a la gloria de los destellos o La danza de las amapolas, o esculturas como El rey Guerrero o Mujer de los bellos senos.
El foco está puesto en los últimos 20 años de la producción del artista. “Ese es el momento en que Miró explora en detalle el lenguaje plástico, la materia, el gesto pictórico, la liberación del signo y el tratamiento caligráfico de su iconografía; retoma conceptos y busca la mayor intensidad con economía de recursos”, explica la directora artística del Bellas Artes, Mariana Marchesi.
En esta recapitulación no privilegia ni la pintura ni la escultura, sino que cuestiona sus límites y naturaleza. Es un período de viajes a Francia, Estados Unidos y Japón, y de gran energía en el trabajo. Miró es entonces una figura importante para las nuevas generaciones de artistas españoles, así como el referente único, que vivía en el país, de la vanguardia histórica moderna.
“En esta etapa, el artista cambia de medios expresivos aunque reitera los mismos aspectos conceptuales y resoluciones técnicas: simplicidad, planitud, línea, gesto, ideograma. Esta creación revela la génesis de su trabajo, vinculado a la atenta observación de la naturaleza, y reitera la representación de la mujer (madre-tierra), y motivos relacionados con el firmamento y el paisaje. Se empeña en ir más allá del objeto-cuadro-escultura aprehendiendo la totalidad de la experiencia”, sostiene Carmen Fernández Aparicio, curadora de la muestra junto con Belén Galán Martín, del Reina Sofía. Y agrega: “Miró llega a la vejez lleno de energía creativa: se renueva y crece en relación con sus coetáneos, en diálogo con el arte moderno contemporáneo o la tradición oriental”.
Miró es, junto con Picasso, el gran representante español de la vanguardia pictórica del siglo XX. “Su obra fue central en el panorama del surrealismo en París: en los años 20 desarrolló el primer estilo pictórico del movimiento con las llamadas pinturas oníricas, lienzos casi abstractos, monocromáticos y estructurados como poemas visuales que rompen con los esquemas anteriores. En los 30, se radicaliza, introduce el collage y el ensamblaje de objetos, y dota su pintura de sensación de drama y angustia. En 1941, celebra su primera retrospectiva en el MoMA, que lo consagra como uno de los maestros indiscutibles del arte moderno”, explica la curadora.
Por eso, Miró es un artista ineludible. “Formó parte de los movimientos más importantes del siglo XX y, siendo muy joven, participó de las vanguardias históricas. Es una figura faro que, más allá del arte español, tuvo influencia en artistas del expresionismo abstracto como Jackson Pollock o Mark Rothko”, añade Mariana Marchesi.
El pintor catalán fue, además, un artista comprometido y participó en acontecimientos sociales relevantes. Su apoyo a la democracia lo posicionó frente al franquismo y lo llevó a colaborar con el Gobierno de Salvador Allende en Chile a través de la amistad que entabló en París con los poetas chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda. En 1971, donó una obra para el Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
Miró nunca visitó la Argentina, ni mantuvo ningún encuentro especial con el país, pero el simbolismo y la pregnancia de su obra viajan ahora para interpelar la mirada del público desde este lado del Atlántico.
Miró: La experiencia de mirar. En el Museo Nacional de Bellas Artes, Av. del Libertador 1473. Inaugura el 24 de este mes. Cierra el 25 de febrero de 2018. Gratis.
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