Su pelo blanco, su bolso de mano, su perfil inmutable, son características inherentes a la Reina y reconocibles al instante por los británicos. Si bien nunca se consideraría una aficionada al marketing, la notable monarca creó una de las marcas personales más potentes, una que ha inspirado a artistas desde Andy Warhol hasta Lucian Freud. Sin mencionar a diseñadores de moda y cineastas… Isabel II es, según el profesor Sir David Cannadine, presidente de la Galería Nacional de Retratos, "la mujer más retratada de la historia". Cuenta con más de doscientos retratos oficiales. El primero, el registro de Cecil Beaton, gloriosamente soñador, tomado tras la coronación en 1953. El más moderno, hecho por la estadounidense Annie Leibovitz (quien también fotografió a Miley Cyrus y los Rolling Stones y tomó la última foto de John Lennon horas antes de su muerte) con sus nietos y bisnietos para celebrar su 90° cumpleaños. Además, su rostro está en las monedas y billetes, y su perfil es tan identificable que los sellos británicos son aparentemente los únicos en el mundo que no necesitan tener impreso el país de origen. Cada generación vio a Isabel II a través de su propio prisma. Es por eso que sus pinturas son tan variadas. Uno de los artistas más grandes de Gran Bretaña, Lucian Freud, pintó a la Reina –en su estilo intenso y penetrante– con una expresión severa. La obra dividió a la prensa y a los críticos de arte.
The Times la describió como "dolorosa, valiente, honesta, estoica y, sobre todo, de visión clara", pero el veredicto de Arthur Edwards, uno de los miembros más respetados del cuerpo de prensa real, fue: "Freud debería estar encerrado en la torre por esto". Sus representaciones irónicas le deben mucho al programa de televisión satírico de títeres de 1980, Spitting Image, que mostraba que la matriarca real era inusitadamente impaciente con sus súbditos, bostezando o incluso gritando mientras participaba en actos públicos. Esta tendencia menos que reverencial comenzó con el iconoclasta punk Jamie Reid, quien la mostró con un alfiler de seguridad en el labio.
Los Sex Pistols lo contrataron para realizar las imágenes para la portada de su single de 1977 "God Save the Queen". Lo que era sumamente rebelde entonces parece manso, incluso afectuoso ahora, una señal de cuán entrelazada está la monarquía con la imaginación popular británica. Casi cuatro décadas después, la portada de Sex Pistols se incluyó en una exposición del Jubileo de Diamante. En sus años crepusculares, después de cumplir con su obligación de actuar como mecenas de los artistas e inspiración para la nación, la Reina está dispuesta a compartir su lado menos serio. Cuando la modista Angela Kelly sugirió una sesión de fotos más informal, Su Majestad estuvo de acuerdo y posó atrevidamente con las manos en sus bolsillos. Aunque en las paredes de Londres podemos verla como una sensual modelo en tacones altos, como la pintó el artista callejero Pegasus sobre la puerta de un bar en Islington. O con un rayo sobre su rostro, imitando a David Bowie, según el mural de Bansky en Bristol.
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