En las sierras de Cruz Chica, a unos tres kilómetros de La Cumbre, una elegante y maciza edificación de estilo cottage inglés descansa entre arboledas y jardines de hortensias, dalias y rosas chinas. La hostería Reydon invita no solo a entrar en contacto con la naturaleza, sino también a iniciar un viaje en el tiempo: allí hay mucha historia que espera ser contada.
Con espíritu británico
La parte principal de esta casona fue construida en 1922 por Raynor John Runnacles y su esposa Kate Jane Walford, quienes decidieron darle destino de hotel. Lo bautizaron Reydon en honor a la localidad de la que eran oriundos, ubicada en el condado de Suffolk, al este de Inglaterra. De ese modo, el matrimonio británico le rendía homenaje a sus ancestros y al pasado que habían dejado detrás en busca de un sueño. Un sueño que los había conducido hasta las sierras cordobesas, un lugar de encantadores paisajes en el que todo parecía posible.
Como ellos, decenas de familias británicas se habían trasladado hasta allí, muchas de ellas para trabajar en la construcción del ferrocarril que unió a la ciudad de Córdoba con Cruz del Eje. Conformaban una comunidad muy numerosa en la región: se estima que, por ejemplo, para 1914, ya vivían en la zona más de 1100 residentes británicos, por lo que sus usos y costumbres rápidamente se vieron reflejados en la arquitectura, las tradiciones y la idiosincrasia del lugar.
Tras la muerte de Raynor John Runnacles, en agosto de 1928, fue su hija Idina quien se hizo cargo de gerenciar el hotel junto a su esposo John Hesketh Pearson, un condecorado militar británico que había luchado en la Primera Guerra Mundial. Durante la década de los 40, el éxito del emprendimiento los condujo a pensar en una reforma, y fue así que se le agregó a la edificación un ala, sumando habitaciones disponibles para recibir más huéspedes. Eventualmente también se destinó parte del hermoso jardín a la construcción de una cancha de tenis y una pileta de natación. De esta manera, el Reydon fue tomando la dimensión que hoy conserva, aunque posiblemente sin saber que su destino le tenía previsto una función determinante: convertirse en un colegio inglés para niñas que, durante casi 20 años, formó a cientos de alumnas de la región.
Al resguardo de la tradición
Hacia fines de los 60, la nuera de Noreen Milman y Sheila Pearson, nuera de Idina Runnacles y presidenta de las Damas Angloargentinas de La Cumbre, concluyeron que la comunidad británica asentada en las sierras de Córdoba estaba en un proceso de disolución. La posibilidad de viajar hacia las ciudades en pos de conseguir una mejor educación o aspirar a puestos de trabajo más relacionados con la vida urbana hizo que muchos hijos y nietos de esos antepasados que habían poblado la zona buscaran nuevos rumbos. Por eso, con su vocación de docencia y su capacidad de trabajo como ejes, decidieron fundar una institución educativa de formación integral de niñas y adolescentes en el idioma inglés.
Con la ayuda de sus esposos Gerald Milman y Roy Pearson (hijo de Idina), y del doctor Baudilio Vázquez Cuestas, el 17 de agosto de 1969 Noreen y Sheila fundaron el Instituto Residencial Reydon de Enseñanza Privada, que tomaría al hotel de la familia Runnacles Pearson como sede. A la distancia, es fácil deducir que se trató de una forma de brindarle a las niñas de la zona las mismas oportunidades que tenían los varones, que desde 1954 podían formarse en el St. Paul’s School, en Cruz Grande.
El proyecto se divulgó a través del Boletín de la Comunidad Británica, de modo de que la información pudiera llegar también a las familias en las zonas rurales con hijas en edad escolar, entre 6 y 18 años. Fiel a las costumbres británicas, el instituto brindaba un regimen de pupilaje, era abierta a todas las creencias religiosas y la enseñanza de todas las materias era impartida en idioma inglés. Las clases en español, en tanto, se dictaban a contraturno en el Colegio de Lourdes, en La Cumbre.
Y así, en marzo de 1970, con 13 alumnas en su matrícula, el Instituto Residencial Reydon de Enseñanza Privada comenzó a funcionar. Su crecimiento e impacto en la región fue notable con el correr del tiempo: al año siguiente de iniciadas sus actividades, fueron 46 las inscriptas, según consigna la escritora Liliana Toledo en la página de la Junta Histórica de La Cumbre.
Además de contar con la supervisión del Consejo Británico, el Reydon brindaba a sus alumnas clases de corte y confección, tejido, piano y cocina, al tiempo que propiciaba las actividades deportivas y agrícolas, mediante una huerta que proveía muchas de las frutas y verduras que se consumían a diario. Y, por supuesto, la hora del té era sagrada y formaba parte de la agenda cotidiana para todos a lo largo de los 19 años que se mantuvo en funcionamiento.
Un renacimiento accidentado
Desde su fundación, en 1922, el Reydon nunca dejó de funcionar. Mientras fue sede del colegio, solo recibió huéspedes en los veranos, mientras las alumnas se encontraban de vacaciones. A partir de 1989, cuando el instituto se trasladó a otro edificio, recuperó del todo su estatus de hotel. Roy y Sheila Pearson lo regentearon algunos años, y a ellos siguió un matrimonio de apellido Potter.
Sin embargo, volver a imponerse como opción no fue una tarea sencilla. El comienzo del nuevo siglo no solo trajo una de las crisis económicas más fuertes sino un nuevo paradigma: el mercado turístico comenzaba a regirse con otras normas, otras plataformas de difusión y de venta para intentar seducir a un potencial visitante que, como nunca, barajaba opciones al por mayor.
La modernización y puesta a punto del hotel, para responder a este nuevo estándar, llegaría un tiempo después, con un nuevo dueño y con Valeria Manoukian como manager. "En diciembre de 2015, paseando por Cruz Chica, entré al predio. El hotel estaba cerrado y abandonado", recuerda ahora la responsable del Reydon. "En junio de 2016 me mudé y en seis meses puse la ‘casa en orden’ para reabrir sus puertas", cuenta orgullosa.
Los primeros huéspedes de esta nueva era llegaron el fin de semana largo de octubre y eran viejos conocidos del lugar. "Eran exalumnos del St. Paul’s. Alquilaron la casa entera. Muchos estaban casados con ex alumnas del colegio". Por supuesto que muchas de esas exalmunas, de manera grupal e individual, han vuelto al Reydon para rememorar aquellos viejos tiempos.
Cuando estaban dadas las circunstancias para que el hotel restableciera su importancia dentro de la región, un nuevo inconveniente puso en peligro el futuro. "En diciembre de 2016 un tornado nos arruinó todo el parque que en seis meses habíamos recuperado. La cancha de tenis, que estaba muy deteriorada, terminó por desaparecer ya que le cayó un pino gigante que rompió también parte el solárium", rememora Manoukian.
El Reydon hoy
Con paciencia y trabajo, todo se fue acomodando. "Hoy la cancha de tenis la convertimos en un cantero gigante y la pileta, que es una de las más grandes de La Cumbre, obviamente se arregló".
Reydon B&B hoy abre sus puertas los fines de semana largos y durante las vacaciones. A pesar de que está abierto a todo el público, la administración apunta a que se convierta en el lugar elegido por grupos de amigos o familias. "Algunos grupos alquilan todas las casas. En esos casos, contratamos un servicio de catering para satisfacer la demanda. También pueden alquilar las cocinas".
En general, para grupos reducidos, se ofrece un nutritivo desayuno buffet que incluye yogur casero, tres tipos de cereales, ensalada de fruta fresca del día y mermeladas caseras. La decisión de no ofrecer las cuatro comidas tiene que ver con las particularidades de la región. "La Cumbre es un polo gastronómico y qué mejor que disfrutar de las exquisiteces que preparan los que saben", explica la manager.
En sus 14 habitaciones con baños en suite -algunas comunicadas entre sí, ideales para matrimonios con niños- el Reydon ofrece, además, servicio de wifi, una exclusiva biblioteca bilingüe y juegos de exterior para los más chicos. También, juegos de mesa y servicio de café, té y mate cocido por las tardes.
Por supuesto que una de sus principales atracciones sigue siendo su exclusivo y característico parque de más de una hectárea con vistas a las sierras del Valle de Punilla, pero también sus cuartos que respetan a rajatabla el slogan del hotel ("la calidez de lo simple") y esconden, en sus paredes, los rastros de un pasado fundacional, feliz y esperanzado.
La estadía mínima es de tres noches y, en el último tiempo, el lugar ha sido elegido, también, para celebrar bodas y cumpleaños durante el día, el momento en el que el Reydon ofrece su mejor cara de frente a ese paisaje que fue elegido por Idina y sus padres para hacer historia.
Tarifas
La Hostería Reydon ofrece habitaciones individuales por $1800 la noche. En el caso de las dobles, el costo va de $2500 y $3500. Las triples, desde $3600, y las cuádruples a partir de los $4300. Las tarifas varían de acuerdo a la ubicación, tamaño y vistas de cada habitación. Estos valores incluyen desayuno buffet y el uso de las instalaciones. Se aceptan todas las formas de pago.