Rincones mágicos de Grecia y Turquía
Hace cinco años que me fui de mi natal Buenos Aires, y recién ahora estoy acostumbrándome a llamar al verano del hemisferio norte, verano. Mis padres se dedican al turismo, y de chica me inculcaron la pasión por viajar y descubrir el mundo. Por eso, cada verano intento viajar a algún lugar exótico y remoto para descansar y aprender. Este año alquilamos una goleta en Turquía con mi novio y unos amigos. Abordamos el barco en Bodrum, y seguimos hacia Grecia, a una isla paradisíaca llamada Patmos, donde anclamos por unos días y comimos pulpo de diez maneras diferentes. Después volvimos al Este y pasamos por la isla de Symi, con un pintoresco puerto lleno de casas color pastel. Al final del viaje pasamos unos días en Rodas, la mítica isla griega. Gracias a la recomendación de unos amigos locales descubrimos Marco Polo, un restaurante-hotel mágico perdido en una angosta calle medieval. Un lugar para relajarse y sentirse dentro de una película.