Xavier Font habla en exclusiva con LA NACION de los inicios; la relación con su manager, José Luis Gil; los romances y las peleas; la homofobia; el éxito y el inesperado desenlace de la mítica banda
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En los 90 fueron furor. Lograron que el mundo hablase de ellos. Pero su éxito fue fugaz: de la noche a la mañana, desaparecieron. Nunca quedó claro cómo sucedió. De pronto, aquellos cuatro jóvenes que enloquecieron a las fans con sus zapatos en punta, trajes estridentes con hombreras y abanicos gigantes se esfumaron.
Eran hipnóticos. En poco tiempo impusieron su ya clásico “Disco, Ibiza, Locomia”. Lo hicieron sonar en las radios y en todas las discotecas de Europa, Japón y Latinoamérica. Pero la velocidad de su llegada al éxito marcó, al mismo tiempo, el ritmo de su caída.
Jamás trascendieron los motivos de su separación. Las hipótesis más repetidas hablaban de celos entre los miembros del grupos y peleas con el manager. Treinta años después, a días de haberse estrenado un documental sobre el grupo que aún no llegó al país, su creador, Xavier Font, en una entrevista exclusiva con LA NACION, revela el misterio y asegura que: “La historia de Locomía es, en realidad, una historia de amor. Bonita y triste al mismo tiempo”.
El nacimiento del grupo: “Sexo, Ibiza y Locomía”
El surgimiento de la banda se remonta a comienzos de los 80, en Ibiza. Xavier Font, con apenas 20 años, amante de la moda desde temprana edad, había conseguido “librarse” del servicio militar inventándose una neurosis crónica orinando en la cama. Escapó a la isla en busca de libertad y con la idea de rodearse con gente que tuviese sus mismos gustos e inquietudes. No sabía nada de música, sólo quería formar su propia “tribu urbana”.
-¿Cómo era esa tribu urbana que formaste?
-Puro amor. Primero estaban Manuel Arjona y Gard Passchier, que era holandés. Éramos una pareja de tres, esto es algo que se conoce recién ahora. Éramos un trío. Un poco más tarde se sumaron otros amigos al grupo, también mi hermano Luis. Así empezamos. Vivíamos en comunidad.
-¿De qué vivían?
-Yo hacía bijouterie. Utilizaba materiales de primera calidad, como perlas y objetos de aceros bañados en plata y oro. Era casi joyería, hacía cosas muy chulas. Después me pasé al tema del zapato: montamos un local donde vendíamos mis creaciones. A la par, yo estaba construyendo una imagen que iba contracorriente de lo que había en ese entonces, algo alternativo a lo que estaba de moda. Usaba un vestuario muy colorido, túnicas de cura con brocado en hilos de oro... y siempre sumaba el abanico, que era algo visualmente llamativo.
Font aún recuerda el día que Freddie Mercury visitó su local. “Vino a la tienda para comprar dos chaquetas. Nos resolvió ese verano, porque cada chaqueta valía 2000 dólares. Yo no sabía quién era, pero Gard lo reconoció y dijo ‘Hay que regalarle algo’. Dentro de la bolsa, le puso un par de zapatos... ¡que después los usó en su último video, el de la canción I’m going slightly mad! Por ese regalo, Freddie nos invitó a su fiesta de cumpleaños, que fue impresionante... Para que tengas una idea, gastó 200.000 dólares en Dom Perignon. Freddie era muy especial, tenía muchos excesos, y en Ibiza cada día era una historia diferente”.
-Entiendo que por las noches trabajaban en KU, que por ese entonces era una de las discotecas más famosas del mundo.
-Sí, yo tenía 20 años y éramos la animación en KU. Tenía un contrato por el cual nos pagaban un sueldo -con eso mantenía a todo el grupo- y a la par me habían ofrecido el bar boutique con costo cero. En ese momento, éramos realmente una tribu urbana. Más de 15 jóvenes, viviendo todos juntos, como si fuésemos hippies sin serlo... y yo era como una especie de patriarca.
-¿Había algún requisito para pertenecer a la tribu?
-En principio, el 80 por ciento de los integrantes eran gays, pero no era un requisito para entrar. El que era hetero, era hetero. En Ibiza la gente es muy ambigua, muy libre, muy bisexual... Siempre que buscaba a alguien para integrar el grupo, miraba cualidades muy concretas, que no estaban relacionadas con lo artístico porque yo no era cantante ni músico, sino más bien con ciertas habilidades o con una belleza que lo destacara. Todas las noches, yo me sentía como un ladrón de almas, un depredador. Elegía a mis parejas... y todas fueron Locomía, por eso, digo que esta es una historia de amor.
-¿Cómo surgió el nombre “Locomía”?
-Gard no sabía hablar bien español, aún hoy sigue hablando ese español “inglesado”... Un día quiso escribir algo así como “mi loco”, porque estaba enamorado de mí, y le salió: “Loco mía”... ¡y me encantó! Así que registré el nombre porque era algo inusual, son señales que te manda el universo.
Durante el día, Font y su tribu disfrutaban de la vida en comunidad. Pero por las noches, con trajes de luces, zapatos en punta y abanicos, se convirtieron en una de las atracciones principales de la isla. De pronto, eran famosos. Pero esa popularidad les trajo algunos problemas: “Nos quemaron la casa, nos pincharon las ruedas del auto y lo estaban envenenando a Manuel: en vez de darle cocaína por la nariz le estaban dando heroína. Evidentemente, no le caímos bien a todo el mundo”, cuenta Xavier.
En ese momento, apareció en escena José Luis Gil, el productor musical destacado por manejar las carreras de José Luis Perales, Miguel Bosé y Raffaella Carrá. “José Luis nos descubrió de casualidad. Esa noche no iba a salir, pero algo lo sacó de la cama y lo llevó a KU. Se asombró al ver que en la disco había cinco mil personas mirándonos como hipnotizadas. José Luis tenía mucha visión para los negocios, era ‘el grande´ de los representantes, sabía lo que podía rendir y lo que no”, dice Font.
-¿Qué les dijo José Luis Gil?
-Nos ofreció un contrato por un año, que luego se extendió cinco años más. Lo que hizo él, en realidad, fue ponernos música porque nosotros ya teníamos nuestro teatro armado.
El éxito: “La fama gusta, pero no es fácil de llevar”
Gil eligió a cuatro de los chicos de la tribu de Font para formar el grupo: Xavier Font, Gard Passchier, Manuel Arjona y Luis Font, el hermano de Xavier. Poco después, Luis y Gard fueron reemplazados por Carlos Armas y Juan Antonio Fuentes. También hubo una mujer en el grupo: Lurdes Iribar, una amiga de Font con la que compartía su pasión por la estética. “Ella es familia”, define.
La primera medida del nuevo manager de “la tribu” fue embarcarlos rumbo a Madrid. Allí José Luis Gil construyó “el negocio” de Locomía. Su idea era convertir a este grupo de amigos bailarines, ó “performers”, en un grupo de música dance. Los mandó a clases de baile, aunque jamás logró que Xavier siguiese una coreografía. “Iba contra mi naturaleza seguir órdenes”, asegura. También les dio canciones, con ritmos intensos y letras pegadizas. Aunque tenían carencias vocales, los Locomía empezaron a grabar un disco con el productor Pedro Vidal. “No teníamos tiempo libre para nada, ni para el ocio, ni para los amigos, ni las drogas. Gil era muy estricto en eso”, cuenta Font.
-Siempre se dijo que el contrato que firmaron con Gil era muy riguroso y que incluía cláusulas que no les permitían revelar su orientación sexual.
-Totalmente. El contrato decía que no podíamos ir a discotecas gays, tampoco podíamos mostrarnos públicamente de la mano con hombre, no podíamos maquillarnos, no podíamos decir nuestra orientación sexual... ¡No nos dejaban decir que éramos gays! Él decía que debíamos movernos de una forma ambigua, porque sino limitábamos el público. Nosotros éramos muy jóvenes y si bien yo tengo mucha personalidad, no pudimos decir que no.
El primer álbum del grupo (Taiyo, que significa sol en japonés) salió en noviembre de 1989. Lo presentaron en la disco Joy Eslava de Madrid y fue un éxito de ventas. Xavier no se sentía cómodo haciendo playback de una canción que no tenía su voz, pero el plan de Gil estaba saliendo a la perfección. Encandilaron al público y a la prensa con su excéntrico look. Desde ese momento, la fama del grupo fue en ascenso y se extendió a Japón y América Latina.
-¿Qué recuerdos tiene de las visitas de Locomía a la Argentina?
-Fue una locura. Nos presentamos en el teatro Ópera y en la avenida Corrientes había tanta gente que parecía una manifestación política... ¡pero éramos solo un grupo de chicos! Era algo enfermizo, pero bonito a la vez. ¿Qué artista no quiere que su público enloquezca? Fuimos varias veces a la Argentina, estuvimos con Marcelo Tinelli y con Susana Giménez. Argentina es un país de lindos recuerdos, siempre nos acogió maravillosamente.
-Si bien en Ibiza tenían su popularidad, de pronto se volvieron famosos a nivel internacional. ¿Cómo manejaron el éxito?
-La fama nos llegó muy rápido. A mí, que ya era conocido en Ibiza, no me afectó tanto, pero a los demás chicos sí. De pronto, empiezas a viajar por el mundo y la fama gusta, pero no es fácil de llevar y eso ha marcado a muchos de nosotros. La fama vino demasiado rápido para algunos.
La caída: “Sentí que me estaban robando el grupo”
La relación tensa entre Xavier Font y José Luis Gil marcó la historia del grupo. Sus choques se volvieron cada vez más frecuentes. Se enfrentaban por liderar Locomía. Al mismo tiempo, Font había empezado a tener algunos problemas de celos con su pareja, Carlos, el otro integrante del grupo.
Para evitar que la situación llegara a mayores, Gil ofreció a Font dejar el escenario y lo tentó con la propuesta de dedicarse de lleno a la imagen del grupo y a la administración del local “El santuario Locomía”, en Madrid. Font aceptó, pero el negocio de venta de artículos de la banda no tuvo el éxito planeado y poco después debió cerrar sus puertas. “José Luis hizo el ‘divide y vencerás’ de Napoleón. Él era visionario, pero no creativo. Él se aprovechó”, dice Font sobre la maniobra de su antiguo manager.
Rápidamente, Xavier Font fue reemplazado por Francesc Picas. Y la nueva formación funcionó a la perfección.
-Cualquiera imaginaría que con semejante éxito se volvieron millonarios. ¿Es así?
-Cuando yo era el que gestaba el dinero, Manuel (Arjona, de los fundadores de Locomía) decía que él no cobraba... ¡pero vestía con Chanel! Un traje de Locomía valía como alrededor de mil euros. Cuando llegó José Luis, yo cedí los derechos. Él empezó a manejar el dinero y nos rendía cuentas una vez por año. Pero no me cuadraban las cuentas... sentí que estaban pasando cosas irregulares.
-¿Y qué hizo al sentirse defraudado?
-En el 92 dije “Basta”. Sentí me estaban robando el grupo... Y todos los Locomía me siguieron porque son mi gente. José Luis se quedó sin grupo y armó otro, de apuro, con el peluquero, el maquillador, mi hermano Luis... Ojo, con mi hermano estuve muchos años sin hablarme, pero después nos arreglamos, fue una equivocación.
-Es decir que, en un momento, hubo dos Locomía.
-Sí. Estábamos nosotros y el grupo de José Luis, que duró solo cinco meses. Los artistas tenemos un manager y podemos cambiarlo varias veces, libremente. Pero José Luis se sintió el dueño de nosotros. Fuimos a la Justicia y recuperé mi marca, pero aquí no hubo ganadores, porque el grupo de él fracasó y el mío, por decisión propia, se disolvió.
“Soy perfectamente imperfecto”
-Después de que se disolvió Locomía, estuvo involucrado en una causa de narcotráfico y fue condenado.
-Hoy lo puedo decir abiertamente porque fue algo que ya pagué y no le debo nada a mi país. Una mañana del 2009 entraron a mi departamento con una orden judicial y encontraron botellas de popper que yo consumía, que es un fármaco que es habitual entre la comunidad gay. Se llevaron las botellas, pero finalmente me condenaron a tres años de prisión por 80 pastillas de éxtasis que encontraron en la caja fuerte del departamento que no eran mías... Eso se lo dije al juez, pero no le importó. Estuve detenido en un centro y a los tres meses salí por mi buen comportamiento. Yo no tenía antecedentes penales, nunca tendría que haber cumplido esa condena, no me merecía ese castigo.
-Hoy, a la distancia, ¿piensa que podría haber manejado distinto la situación? ¿Se arrepiente de algo?
-Mira, yo no soy un mal tío, lo que pasa es que soy muy Leo (por el signo del zodíaco). Soy perfectamente imperfecto. Y la historia de Locomía es, en realidad, una historia de amor, bonita y triste.
Después de su paso por la cárcel, Xavier Font se tatuó su cabeza y se radicó por un tiempo en Cuba. “Donde la gente es feliz con nada y en mi país la gente no es feliz con todo”, reflexiona. Hoy, de regreso en España, quiere reunir al grupo para continuar con el concepto Locomía, porque para él “la magia” del grupo sigue presente y marcaron un momento e inspiraron a mucha gente.
El nombre de la banda está otra vez en boca de todos. Recientemente, la plataforma Movistar+ lanzó en España un documental dirigido por Jorge Laplace y promocionado como “El mayor culebrón jamás bailado”, que muestra la historia de Locomía con la participación de sus integrantes. Además, en septiembre, Netflix comenzará a rodar la película del grupo.
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