¿Solo o en pareja? El dilema de encarar un proyecto propio
Los sueños personales muchas veces chocan con la dinámica de la pareja; desde un viaje o la casita en el Tigre, los especialistas recomiendan no dejar de cumplir los anhelos
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Amante del surf, Giorgio Benedetti encontró su lugar en el mundo en Mar del Plata. Allí mudó su vida y sus cosas, a una casa cerca de Punta Mogotes perteneciente a su familia, que convirtió en su nueva base para seguir con su profesión de periodista de vinos y gastronomía. Ya instalado y embarcado en la construcción de una casa propia, conoció a Victoria, sommelier, en un evento de vinos. Idas y venidas -AEP-MDQ y viceversa- marcaron los primeros tiempos de la relación, hasta que ella decidió sumarse a la decisión de Giorgio, decir adiós a Barrancas de Belgrano y probar suerte en "la Feliz".
"No había mucha vuelta; cuando nos conocimos yo ya estaba construyendo la casa y no tenía pensado retroceder en mi nuevo estándar de vida -asegura Giorgio, de 42 años-. Para mí, el surf es una obsesión, a tal punto que hice la casa a cuatro cuadras de la mejor ola de Mar del Plata; la casa está en el barrio del Faro, en el límite de la civilización, donde las calles comienzan a ser de ripio. No hizo falta discutirlo con Victoria: no había forma de que yo volviera a Buenos Aires." "La decisión de acompañarlo implicó una movida en mi laburo: venir acá y empezar a buscar trabajo -resume Victoria, que actualmente se desempeña como sommelier de la bodega Luigi Bosca y da clases de vinos-. Hoy surfeamos, tenemos una huerta y un proyecto de vida juntos."
La historia de Giorgio y Victoria plantea la pregunta: ¿puede el deseo de uno convertirse en el proyecto de la pareja? Sea la vida con vista al mar, emprender un proyecto laboral que sólo es comprensible desde la mirada de quien lo ha soñado, la casa de fin de semana en el medio de la nada, o incluso iniciativas mucho más acotadas en tiempo y esfuerzo, cada vez son menos los que resignan y acallan sus anhelos en pos de la armonía conyugal. Dialogar, negociar, conceder, consensuar... con sus pros y sus contras, tomando riesgos siempre necesarios, la pareja puede funcionar como catalizador de sueños para quienes se animan a compartirlos.
"Si bien tomar la decisión de estar en pareja y convivir implica en sí mismo un proyecto compartido, tener proyectos o caminos consensuados no debería impedir que cada uno de los miembros de la pareja siguiera su desarrollo, sus gustos, hobbies, etcétera. En otras palabras, ello no debe impedir el desarrollo del proyecto personal, que lejos de empobrecer la relación la mantiene oxigenada y la enriquece con los diferentes aportes que cada quien comparte con el otro", sostiene la psicoterapeuta Adriana Guraieb, de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Jarana Records, local de vinilos que funciona desde hace un par de meses en el pasaje Soria, a una cuadra de la palermitana plaza Serrano, funciona como ejemplo de un sueño personal que, compartido, halló terreno fértil para pasar de ser un hobby/fanatismo adolescente a un proyecto comercialmente viable y sostenible. "Hace 25 años que colecciono discos, primero CD y, desde hace unos 10 años, vinilos", cuenta Juan Muñiz, de 34 años, que reconoce que su afición siempre ha tenido algo de "patológico" -durante años todo su sueldo se iba en discos-.
Desde chico estaba latente el sueño de la disquería propia. "Como entonces era algo imposible de cumplir, lo fui dejando de lado", cuenta. No obstante, Juan nunca abandonó el hábito de comprar discos y de, ya en pareja, ir involucrando a su novia Vicky Rodríguez Daniel en su pasión.
Así, en cada viaje de Juan de los que volvía con 20, 30 o 50 vinilos en la valija, un porcentaje eran discos para Vicky -"para involucrarla en el consumo de vinilo", reconoce-. Pero un día, hace dos años, lo que hasta entonces era un sueño comenzó a tomar forma: "Decidí que era un buen momento, dado que la venta de vinilos tanto a nivel local como global ya estaba establecida", cuenta Juan. "El de la disquería propia era un sueño que siempre tuvo de chico, pero que entre los dos empezamos a tomar en serio", agrega Vicky, de 33 años, pareja de Juan, que se sumó para aportar la contraparte comunicacional y estética del proyecto.
"Más allá del amor compartido por la música, lo bueno de convertir un proyecto personal en uno de pareja fue complementarnos. Hay aspectos del proyecto que, si lo hubiese encarado solo, jamás se me hubiesen ocurrido", dice Juan, que está convencido de que el hecho de que Jaraná Records exista fuera de su cabeza y de sus sueños se debe en gran medida a su novia. "Él es el alma de la disquería. Yo aporto toda la experiencia que traigo de haber trabajado por años como productora -agrega Vicky-. Lo bueno es que somos complementarios, ya que tenemos personalidades diferentes, y esa complementariedad es el secreto para hacer algo juntos. Además de tener mucha paciencia..."
Manual de posiciones
Resulte más o menos natural, la decisión de poner sobre la mesa conyugal los deseos personales en busca de consenso, soporte o debate señala una actitud diferente a la de dejarlos marchitar por temor a que se conviertan en un motivo de disputa marital, pero que también se encuentra a años luz de llevarlos adelante en silencio y a escondidas. Ahora, el cómo es algo que varía de pareja en pareja, aunque existen ciertos modelos.

Juntos o en paralelo, estos suelen ser los dos extremos entre los que toma forma el camino que cada pareja elige para dar lugar a los proyectos de sus miembros, señala el médico psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat. "Algunas parejas llevan una vida «en paralelo» en la que ambos desarrollan sus proyectos y la pareja crece en el espacio que éstos dejan, mientras que en el otro extremo hay otras de funcionamiento que podríamos llamar «gemelar», en donde hacen absolutamente todo juntos, con muy poco lugar para lo individual", distingue Horvat y advierte: "Dentro de ese abanico, el límite es muy variable y depende del modelo que hayan construido, pero siempre habrá un límite no tolerable para el otro. No respetarlo tendrá, tarde o temprano, consecuencias negativas".
La participación del otro dentro del proyecto personal puede asumir distintas formas, coincide Cristina Meyrialle, autora del libro La pareja en crisis. Riesgo y oportunidad. "Los proyectos personales pueden involucrar o no a la pareja en su aspecto concreto -afirma la psicoterapeuta-. En ciertos casos, la pareja puede formar parte de la realización de un deseo personal de su pareja (se van juntos a hacer un viaje que era el sueño del otro) pero no necesariamente. Una forma de incluir al otro es la consulta, donde no se está pidiendo autorización, sino que se comparte el tema para recibir ideas, opiniones que pueden o no ser usadas. De este modo, la pareja colabora en el logro del proyecto personal del otro".
Compartir es un valor en sí mismo, destaca el psicoanalista y psiquiatra Juan Cristóbal Tenconi. "Se puede compartir desde muchos lados. Por ejemplo, por el placer de ayudar al otro, verlo crecer, aunque ese no sea mi proyecto. Y también compartir desde la mirada de que con el proyecto del otro yo me enriquezca porque también es mi proyecto", precisa Tenconi, quien recuerda que, "en principio, la pareja es en sí un proyecto personal".
Quizás más fáciles de ver como propios son aquellos proyectos en los que los resultados son percibidos y compartidos en el mundo de lo real. "Algunos proyectos personales representan una oportunidad para el otro y, por lo tanto, dejan de ser personales y se transforman en compartidos -retoma Horvat-. Un ejemplo frecuente es el viaje de estudios, que moviliza uno y el otro se suma encontrando provecho propio. Pero en otros casos esto no es posible y uno es simplemente testigo y sostén del proyecto de la pareja. Aquí, los costos y beneficios son muy distintos y puede transformarse en una decisión de riesgo para la estabilidad del vínculo".
Un aspecto fundamental que advierte Meyrialle es cierto carácter de simetría deseable entre ambos miembros de la pareja en lo que respecta a la posibilidad de satisfacer los propios anhelos. "Lo más importante es lograr un equilibrio entre los deseos de uno y del otro -afirma-. Cuando uno de los dos ejerce alguna clase de poder exclusivo en la relación de pareja y satisface sólo sus deseos personales, produce un desequilibrio emocional en ambos. Buscar la satisfacción alternada, o tal vez conjunta pero repartida, será democrático y protegerá los deseos personales de ambos".
Contigo a la distancia
"Si bien mis proyectos profesionales son independientes de los de Juan, al momento de la planificación siempre contemplo la posibilidad de compartir la experiencia con él", cuenta por mail María Emilia Croce, desde Japón, donde se encuentra estudiando tras haber obtenido una beca como bióloga. Su beca es de seis meses, mientras que la que obtuvo su novio (también biólogo) Juan Manuel Molina fue de tres meses, y ya concluyó, lo que lo trajo de regreso a Buenos Aires.
"Queríamos hacer estadías en el exterior donde podamos seguir investigando en nuestros campos de acción -cuenta-. Yo pedí una beca por seis meses para hacer una estadía de investigación. Y después Juan siguió buscando por otro lado y consiguió una beca más corta, orientada a hacer una experiencia en un instituto oceanográfico en cualquier parte del mundo. Obviamente eligió Japón luego de que salió mi beca ya que la idea era estar juntos".

Aunque admite que tener la misma profesión facilita el "planificar juntos", María Emilia no considera que el estar en pareja representa un obstáculo para llevar adelante sus proyectos. "Al momento de viajar aún no sabía si Juan iba a tener la posibilidad de obtener una beca -cuenta-. Ambos entendemos que el desarrollo profesional es muy importante para los dos, sobre todo en los comienzos nuestra carrera laboral, por eso siempre existe un apoyo mutuo al respecto. Por supuesto que el objetivo principal es estar juntos para compartir estas experiencias, pero aún si eso no es posible tratamos de concretar nuestros proyectos individuales".
"Da más solidez al vínculo que cada integrante de la pareja no renuncie a sus deseos personales, en la medida que cohabitan con intereses y proyectos comunes -comenta el psicoteraputa Juan Eduardo Tesone-. Si alguno de los miembros de la pareja siente que se inmola en nombre del "amor" al otro, tarde o temprano volverá como un búmerang contra el vínculo. La idea es articular deseos individuales y de la pareja".
En el corazón de la relación
Emprender en pareja no siempre lleva a buen puerto o, cuando menos, el amor aquí no es garantía de un final feliz (y exitoso). "A priori, veo emprender como un factor extra de riesgo. Para el negocio y para la pareja", piensa en voz alta Emiliano Chamorro, miembro del equipo organizador de TEDxRiodelaPlata, desde la mirada del emprendedorismo. "Si El Padrino nos enseña que «negocios y amistad son agua y aceite», no me quiero imaginar lo que diría de involucrar también relaciones de pareja, con todas sus complejidades".
Dicho esto, completa: "Uno ve que muchas empresas fundadas por parejas funcionan muy bien. A lo mejor el éxito o el fracaso depende de sumatorias de detalles mucho más chiquitos que de grandes características. Hay parejas que funcionan bien para emprender y otras que no".
Vicky Rodríguez Daniel aporta algún aprendizaje propio en el terreno de emprender en pareja: "Se puede empezar algo juntos, pero siempre teniendo presente de que en un negocio en pareja suele haber muchas disputas, por lo que es fundamental tratar de mantener al margen lo personal", dice. "La negociación como herramienta de unión es clave", señala por su parte Meyrialle, que aporta otro consejo: "Cuidado con la competencia entre los miembros de la pareja".
Pero a lo mejor, también, la respuesta está varios pasos atrás, antes siquiera de plantear en pareja el deseo, el anhelo, el proyecto; y mucho antes de pensar cómo se lo llevará a cabo. Hay preguntas previas, cuya respuesta no siempre es positiva. "Hay proyectos que son esenciales y otros que no tanto, y discernir entre ambos es todo un arte, a veces dífícil", advierte el psicólogo y psicoterapeuta Miguel Espeche, que pone la luz sobre la necesidad de evaluar en forma honesta aquel anhelo que se pone a la luz de la pareja, antes de compartirlo, e incluir dentro del espectro de posibilidades a que dé lugar este ejercicio de introspección la opción «renunciar».
"En una sociedad «individualocrática» como la nuestra, ese tipo de decisiones o renuncias suele ser vista como una claudicación, aunque no siempre es así -sostiene-. En general, si el proyecto es muy a contrapelo del proyecto del otro (como por ejemplo, un repentino deseo de vivir en el exterior, siendo que el otro tiene todo su mundo afianzado en el país), deberíamos ver el corazón de esa relación, porque no sería por los proyectos en sí mismos, sino por lo que pasa en la relación, que se plantean alternativas tan radicales".
A veces es necesario optar o, al menos, administrar los diferentes proyectos para armonizarlos entre sí, postergando o poniendo a prueba algunos, en beneficio de otros, sostiene Espeche. "Pero la poca tolerancia a la frustración de las generaciones actuales, más el miedo a perder la identidad si no se "lucha por lo propio" (como si para ser uno mismo fuera necesario siempre luchar), no ayudan a que sea fácil decidir algunas cosas", concluye.
Variaciones sobre lo mismo
Negociación
Con la pareja
Muchas veces estos deseos están dormidos y en algún momento vuelven a ser prioridad. Por eso muchas veces la pareja lo interpreta como un "capricho".
Resolución
Avanzar
No cumplir con el anhelo o al menos no intentarlo puede generar una sensación de mucha frustración. Por eso los especialistas sugieren avanzar.
Esperar los tiempos
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