Cuando su hermano mayor murió, el mundo que Maximiliano Demoli conocía se extinguió por completo y lo dejó sumido en la oscuridad y el desconcierto. No podía comprender cómo la vida había expuesto a su familia a semejante dolor de manera tan injusta, y anhelaba despertar y descubrir que tan solo se había tratado de un mal sueño. Por entonces, tenía ocho años.
Su duelo duró casi siete, tiempo en el que observó a su familia desmembrarse y a su madre sufrir internamente; una mujer que, tal como había hecho desde el día cero, cada mañana se levantaba como si nada hubiera ocurrido para ir a trabajar, a fin de brindarles lo necesario para que él y sus hermanos tuvieran un buen pasar. "Tenía 14 años cuando decidí que mi deseo más profundo era poder aportar capital para la familia y así ayudarla. Para ello creé en mi ciudad, Villa Allende de Córdoba, mi primer proyecto que consistía en una guía digital para difundir los comercios. Mi motor fue la fortaleza que nos demostró nuestra madre, gracias a ella logramos crecer con una energía fuerte y resiliente, que marcó nuestros corazones con su ejemplo", revela conmovido.
Acoso escolar y autoestima
Sin embargo, el camino emprendedor de Maximiliano estuvo signado por la soledad y la angustia. Su forma de ver la vida se había alejado del universo que lo rodeaba en la escuela, de sus compañeros, que comenzaron a hostigarlo. Ellos no comprendían su dolor ni su idealismo, sus ganas de querer emprender algo para mejorar al mundo.
"Nunca entendí cómo en el grupo que se supone que es tu segunda contención y lugar seguro para ser quien sos, pueda existir la maldad, exclusión y risas por tener una visión diferente de la vida. En la escuela muchas veces se menosprecia el talento de los demás, se les saca la voz, y eso para la persona que está del otro lado conlleva un dolor muy fuerte similar al maltrato físico, porque en el corazón duele, y cuando le ocultas ese dolor a tu familia para no sumar un peso más, estás solo. Ninguna persona en el mundo, por más perdida que esté, se merece sentirse solo y atacado por ser diferente, por no querer formar parte de lo que se siente incómodo y elegir hacer lo que le hace sentir bien personalmente".
Para Maxi, sobrellevarlo fue muy complejo, se encerró en sí mismo para protegerse y no salir lastimado, lo que generó que en él se desarrollara una personalidad apagada y oscura en sociedad, opuesta a la sensación real con la que se había presentado desde el primer día ante los demás. "Pero llega un momento en que te ponés firme y decís que es suficiente, que ya no podés seguir fingiendo, que realmente vas a ser como sos y confiar en la propia capacidad de ir identificando a las personas que querés tener en tu vida, las correctas para crecer y cultivar el amor propio".
Con su autoestima fortalecida, el joven puso todo su empeño por mejorar su emprendimiento, que había comenzado a rendir sus frutos. Un nuevo golpe, sin embargo, lo condujo hacia una caída aplastante. "Este proyecto culminó tres años después, cuando mi mamá muere de cáncer y yo, con mis diecisiete, tenía que terminar el último año de secundaria. En ese momento decidí vender el emprendimiento, porque la motivación había caído, el dolor me impedía avanzar, y sentía que todo se venía abajo".
Dos caminos posibles
Con la muerte de su madre, Maximiliano entró en un período confuso de su vida. "Mi hermano y mi mamá eran las personas con las que más compartía y me entendía en el mundo. Perderlos significaba tener que rearmarme a mí mismo y, siendo tan joven, tener que transitar esa etapa requirió de un autoconocimiento y energía enorme. Escuché a nuestra psicóloga familiar, que me dijo que yo iba a tener dos opciones cuando mi mamá muera: caer en un pozo depresivo difícilmente recuperable, o usarlo como un antes y un después para fortalecerme. Me abrió una oportunidad a que yo decida lo que quería para mi futuro".
Durante dos años, Maxi deambuló entre sus dos opciones, hasta el día en que las dudas se despejaron y decidió que lo que realmente deseaba era honrar el nombre de su madre por su fortaleza y su dedicación a su familia, y continuar su legado. "Quería y quiero invertir mi vida y mis acciones en construir una sociedad más amorosa, en crearle a otros jóvenes las oportunidades para desarrollar su ser y sus capacidades acompañados, no en soledad. Personalmente siento haber tomado la decisión correcta".
Un viaje hacia la innovación
Después de un proceso de duelo de dos años y el desarrollo de una marca de ropa que tuvo que cerrar debido a que el crecimiento del proyecto no pudo soportar su baja experiencia, Maximiliano decidió viajar a España con el dinero que le había quedado por la venta de la casa materna. Allí, logró entrar en un concurso de startups en Barcelona en el que aprendió todo lo necesario para poder crear negocios que tengan como objetivo central la mejora social.
"Sabiendo que el dinero se me acababa y sintiendo que había encontrado una forma de pasar las ideas a negocios reales, decidí volver a la Argentina a crear una empresa orientada a todos aquellos que quieran mejorar el país a través de un proyecto colaborativo, en donde la familia sea la base para crear, y el objetivo social sea darle a emprendedores adolescentes todos los conocimientos y herramientas que puedan necesitar para llevar sus ideas a la realidad; abrirles las puertas a experiencias que puedan potenciarles las habilidades que ya tienen natas", cuenta Maximiliano con orgullo.
Fue así que el joven emprendedor creo Villa Allende Innova (@innovaargentina), una plataforma de emprendedurismo e innovación, en donde se prueban startups de jóvenes creadores en pequeña escala, para luego impulsarlas. "Es un lugar para que no se sientan desamparados en sus ideas ni tengan que pasar por las frustraciones que pasé. Un espacio abierto para todo aquel que quiera mostrarse y observar cómo trabajan otros, donde a su vez pueda participar en la formación del plan de negocios y de las metas, y encuentre su lugar para crear sus fuentes de ingresos y generar nuevas propuestas".
No abandonar los sueños
Hoy, con apenas 21 años, Maximiliano brinda charlas a adolescente emprendedores de 14 a 17 años junto a empresarios inversores. Su equipo está trabajando en nuevas aplicaciones de análisis estadísticos de pequeños comercios para mejorar las inversiones en las startups y contribuir a largo plazo en la mejora de la economía nacional.
En su travesía de vida marcada por las pérdidas, la soledad y el sufrimiento, pudo transformar su dolor en amor, en un lugar que hoy siente sano, apasionado y colmado de dedicación.
"A todos aquellos que pasan o pasaron por experiencias duras les digo que unan los puntos de su pasado, porque cada experiencia de vida les está mostrando algo importante que se puede capitalizar en forma positiva. Entonces, con tiempo y la actitud correcta, todo lo que tengan que atravesar en sus vidas siempre podrá ser superado, depende de uno mismo. Y crean en sus ideas, por más que el entorno no acompañe. En mi caso, mi objetivo se focalizó en ayudar a la nueva generación de argentinos, y en promover una unión de lo empresarial con lo social, ya que soy un convencido de que hay mejores formas de hacer negocios que nos hagan crecer a todos. Pero cada uno sabe en su intimidad cuáles son sus sueños, no los abandonen, existen infinitos caminos para superarnos así como formas para lograrlo".
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Si tenés una historia de resiliencia propia, de un familiar o conocido que quieras compartir, escribinos a GrandesEsperanzas@lanacion.com.ar
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