
Un rayo llamado Vettel
Con 22 años, batió todos los récords de precocidad y se convirtió en el gran favorito de la Fórmula 1. LN R habló con este piloto alemán, tan humilde como talentoso, al que llaman Pequeño Schumacher
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SAN PABLO.- Sebastian Vettel todavía no había cumplido siete años cuando su papá, Norbert, lo llevó a su primera carrera de Fórmula 1. Esa lluviosa tarde de julio de 1994 dejó una huella imborrable en el pequeño. Fue en ese momento cuando nació su pasión por la velocidad. "Recuerdo perfectamente mi primer Gran Premio: fue en Hockenheim ´94, llovía muchísimo, fuimos a la chicana corriendo y nos mojamos todos. El ruido de los motores es algo que nunca voy a olvidar; aunque en ese momento ni soñaba con la Fórmula 1, ahí comenzó mi pasión", rememora el actual subcampeón del mundo, en una entrevista con LN R .
Años antes, incluso, se entretenía con un karting en el jardín de su casa de Heppenheim, una pequeña ciudad en el oeste de Alemania, donde todavía reside. "Daba vueltas todo el día en el parque y no me quería bajar del karting. Y tenía sólo tres años", confiesa con una sonrisa.
Portador de un talento natural para manejar autos, a Vettel todo le fue sucediendo rápidamente. A los siete años hizo su debut oficial como piloto de karting; tres años más tarde, en 1997, ya era campeón alemán; a los 15, se consagró en la Fórmula BMW, y en 2005 probó su primer auto de F1. Al año siguiente, ingresó como piloto de pruebas de la escudería Sauber y, en 2007, se convirtió en el piloto más joven de la historia en debutar en un Gran Premio (en Estados Unidos, con un BMW Sauber). En 2008, ya en la escuadra Toro Rosso, batió todos los récords, con el cartel de "piloto más joven" logró puntos en su primera carrera; obtuvo la pole position, un podio y, finalmente, conquistó un GP. No conforme con estos logros, 2009 fue el año de su explosión: con el equipo Red Bull obtuvo cuatro victorias, estuvo a una carrera del título y terminó como subcampeón mundial con sólo 22 años, lo que constituyó otro récord en la competitiva Fórmula 1.
Con este impresionante currículum y toda una carrera por delante en la máxima categoría del automovilismo, sorprende la madurez y la naturalidad con que este joven alemán absorbe los logros a una corta edad. Responde con humildad, pero con la cuota de ambición propia de un campeón.
"Quizás tenga un don, pero no me preocupa mucho lo que dicen los medios o la gente en general. Lo que más me importa es hacer lo mejor que pueda dentro del auto. En cuanto me pongo el casco, me olvido de esas cosas", dice Vettel, sobre su vertiginoso ascenso en el mundo de los autos.
Y completa sobre las consecuencias de la fama: "Creo que no cambié. Siento que sigo siendo el mismo tipo. Algunas cosas sí cambiaron: te reconocen si salís a cenar y todo eso, pero voy aprendiendo a cómo lidiar con esta clase de situaciones".
A lo largo de la entrevista, Seb, como le dicen sus íntimos, emplea en reiteradas oportunidades el término "aprender". Aunque es consciente del potencial que tiene, no se deja engañar; al fin y al cabo, tiene 22 años y en este 2010 completará apenas su tercera temporada completa en la Fórmula 1.
"Hay muchas cosas para aprender todavía en la categoría; soy joven. Siempre hay que tener los ojos bien abiertos y aprender constantemente -reafirma-. Independientemente del auto, las gomas y esas cosas, se trata de cómo uno reacciona ante los problemas. Cuando comienza la carrera, no puedes cambiar nada. Tienes que adaptarte."
La leyenda y el futuro de la F1
La sonrisa de Vettel durante la charla sólo se desdibuja cuando surge, inevitablemente, la comparación con Michael Schumacher. Allí hace un alto y pide que no se insinúe una similitud con el multicampeón; como cualquier comparación entre dos grandes figuras, resulta irresistible. Más aún siendo compatriotas y luego de que se confirmara el regreso de Schumy a la Fórmula 1, tres años después de haberse retirado de la actividad. "No me gusta que digan que soy el próximo Schumacher. Aunque somos del mismo país, Michael es totalmente distinto. Es, estadísticamente, el mejor. Y yo estoy apenas empezando; compararnos es ilógico", se separa Vettel.
Al margen de la incomodidad que le puede provocar que la prensa evoque la figura de Schumacher, al Baby Schumy en el fondo, lo reconfortan las esperanzas que en él se depositan: "Es lindo escuchar que te den aliento, que haya expectativa, pero entendí que cada uno hace su camino. Se puede aprender mucho de tipos como Michael, pero tienes que encontrar tu propio estilo. La F1 evoluciona año a año, y siempre hay cosas nuevas para aprender".
Precisamente, esta temporada la competencia tendrá un atractivo especial -además de los cambios reglamentarios, entre los que se destaca la imposibilidad de reabastecer los tanques de combustible-, ya que el séptuple campeón del mundo regresará, a los 41 años, a las pistas con la escudería Mercedes.
A pesar de los casi 20 años que los separan, la leyenda y el futuro de la F1 compartirán los circuitos más competitivos del mundo. Y el pupilo recibe al ídolo con entusiasmo: "Estoy contento de que Michael haya decidido volver a la F1. Es una decisión personal y él tendrá sus razones. A pesar de su edad, está capacitado para correr; ojalá no vuelva a tener problemas en su cuello".
Los millones y la felicidad
Schumacher fue un piloto que trascendió al automovilismo. De la mano de la explosión del marketing en la década del 90, su figura creció por fuera del deporte y generó millones y millones de dólares en ganancias, entre su sueldo con Ferrari y sus contratos publicitarios. Vettel, cultor de un bajo perfil, parece querer evitar tanta exposición mediática. Intenta dar pasos pequeños y no apresurarse. Sugiere otro porvenir para su carrera profesional, donde los éxitos colectivos tienen un destacado lugar.
"Los pilotos, seguro, hacen mucha plata en sus vidas -reflexiona-. Pero, ¿qué recuerdas a los 60 ó 70 años? La respuesta sería (piensa, visualiza)... las caras de la gente, de mi equipo cuando estaba en el podio de Monza (su primera victoria en la F1), y no cuánto ganas si sales primero o segundo."
Esta naturalidad y humildad con que Sebastian Vettel asimila los cambios en su carrera profesional quedan inmediatamente al desnudo cuando se toma su tiempo para contestar qué es el lujo para él en la vida. Sorprende con una madura definición: "Mucha gente asocia el lujo con la plata y cosas materiales que no se pueden comprar. Pero son las pequeñas cosas las que pasan inadvertidas en la vida cotidiana. Por ejemplo, acá en San Pablo hay muchas diferencias entre los pobres y los ricos. En las calles están los chicos que casi ni tienen para vivir, pero los ves jugando al fútbol y sonríen. Incluso, ni una pelota tienen; la arman con medias envueltas, pero se divierten. Esas son las cosas que, en definitiva, te hacen feliz".
En clave personal
- Sebastian Vettel nació el 3 de julio de 1987, en Heppenheim, una ciudad alemana de 25.000 habitantes, 60 km al sur de Francfurt.
- Es hijo de Heike y Norbert, un ex piloto de karting de quien heredó la pasión por los autos. Es el tercero de cuatro hermanos, Stephanie, Melanie y Fabian.
- De chico quería ser cantante: "Enseguida me di cuenta de que no tenía una buena voz ni sabía bailar muy bien".
- Practica varios deportes: "Soy fanático del fútbol, juego de volante por derecha y soy hincha de Eintracht Frankfurt. También practico tenis con mis amigos, y cualquier deporte de motores".
- Tiene un especial interés por los autos clásicos. "Me gusta mucho su diseño; el más lindo que se fabricó es el Mercedes 300 SL", dice.
- Fuera del automovilismo, se confiesa fanático de Los Beatles y de la serie de televisión Little England, que emite la BBC.
2010, ¿el año de Vettel?
Cómo será de promisorio el futuro del piloto de Red Bull que el dueño de la comercialización de la Fórmula 1, el experimentado Bernie Ecclestone, a tres meses del inicio de la nueva temporada (14 de marzo, GP de Bahrein), se anticipó y predijo al nuevo monarca. "Se los pronostico: Sebastian Vettel será el próximo campeón del mundo. Sé que lo digo con mucha antelación, pero será así."
En el augurio de Ecclestone, a un lado quedaron nada menos que cuatro campeones de la categoría, como Fernando Alonso, Jenson Button, Lewis Hamilton e incluso el propio Schumy, máximo ganador de la historia de la F1.
Tras el Gran Premio de Abu Dhabi, donde Vettel terminó ganador y concluyó la temporada 2009 como subcampeón, una encuesta entre pilotos y jefes de escudería de la prestigiosa revista de automovilismo Autosport lo había elegido como el "mejor piloto del año", a la que el joven alemán agradeció con su habitual humildad: "Es un honor ser reconocido así después de una temporada con altibajos. Sin embargo, los votos no me ayudan a ser más rápido en la pista el próximo año".
Brillante en todos los frentes
Avida de nuevos valores con destino de campeón mundial a corto plazo, la Fórmula 1 es una máquina devoradora de sueños e ilusiones. Fueron muchos los jóvenes que, apenas pasados los 20 años, desfilaron con el aura de "nuevas estrellas", pero pasaron al olvido en el corto plazo. Esta vez, todo indica que la sonrisa a tiempo completo que luce Sebastián Vettel en los boxes de cada GP guarda algo distinto. No se trata de una pose ni de una imagen armada para la ocasión. Se nota que el alemán disfruta de su trabajo. Y, como si ello fuera poco, es rápido y aparece como el preferido de Bernie Ecclestone, el mandamás de la F1: "Es bueno arriba del auto y atento con la gente, no le molesta el contacto con el público. Eso para la categoría es invalorable". Así, protegido por la palabra del dueño del circo, y con un talento a prueba de cambios reglamentarios, Seb se muestra como una carta victoriosa y la figura por batir en 2010. A los 22 años, no parece poca cosa.
Por Daniel Meissner






