Una discusión que atrasa y puede poner en peligro a la población
Las enfermedades infecciosas se cuentan dentro de las principales causas de muerte. Para tratarlas, disponemos de antimicrobianos, pero para prevenir tenemos diversas estrategias, de las cuales la más importante es la vacunación, que ha demostrado a lo largo de la historia tener una extraordinaria capacidad para reducir el riesgo de contraer determinadas enfermedades infecciosas. De hecho, si se han podido erradicar la viruela en el mundo y la polio en las Américas, ha sido gracias al hecho de haber establecido un plan de vacunación apropiado. Paralelamente, todavía hay 700.000 niños que mueren por año en el mundo de sarampión, una enfermedad prevenible por vacunas. Y mueren porque no han sido vacunados.
Evidentemente, seguir debatiendo si las vacunas sirven o no es una discusión que atrasa, que daña, que sólo sirve para generar dudas y que -efectivamente- pone en peligro a la población. El reciente brote de sarampión en Disney se produjo porque hay padres que no han vacunado a sus hijos. Nosotros tuvimos un brote de sarampión en la Argentina después del Mundial de futbol de Sudáfrica a raíz del caso de un chico de una familia de la zona norte del conurbano bonaerense que había decidido no vacunar a sus hijos. Y no hubo más que 15 casos secundarios gracias a las acciones de bloqueo oportunamente implementadas.
Hay medidas que conllevan un beneficio social que trasciende el costo propio de la intervención. El dinero que el Estado gaste en hacer un trasplante, que está muy bien invertido, va a beneficiar al trasplantado y a su familia. Pero cuando se vacuna a un chico o a un adulto -porque también hay vacunas para adultos-, estamos generando un beneficio para la comunidad. Es un beneficio para la comunidad como lo es, por ejemplo, proveer de agua potable o de cloacas.
Las vacunas producen un beneficio social, que es el llamado "beneficio del rebaño": las personas vacunadas, al no poder transmitir a terceros una enfermedad que no van a contraer, están generando un enorme beneficio para la comunidad en su conjunto. Nuestro país cuenta con un extenso programa de vacunas, gratuitas, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, que es modelo en el mundo.
De modo que tanto desde el punto de vista de la infectología como del sentido común, y desde la responsabilidad social, yo recomiendo: vacunen a sus hijos y consulten con sus médicos por las vacunas para adultos. Las vacunas son seguras, las vacunas son necesarias y, sobre todo, las vacunas son una herramienta formidable para poder evitar enfermedades que son potencialmente mortales.
Médico infectólogo, director de Fundación Huésped
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