
Una historia de la vida cotidiana
Revivir este siglo, ésa es la consigna que guía el programa de Quique Pesoa, 100 años . Cada noche de lunes, por América, el recuento memorioso de acontecimientos materializa también una suerte de museo pintoresco de objetos de uso cotidiano
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Recorrer un siglo de historia puede resultar, inicialmente, una aventura digna de vivirse. Claro que para ello hay dos opciones principales: o se toma el camino documentalista o se lo encara desde la vida cotidiana.
Quique Pesoa se queda con la segunda opción para 100 años , el programa que cada lunes emite América, por medio del cual muestra la vida diaria de la gente común que atravesó el siglo XX, aunque ello no lo priva de analizar temas de mayor influencia social y, por ello mismo, generadores de opiniones polarizadas, aunque desde una óptica particular: su propia visión. Es decir, de cada hecho histórico brinda su opinión personal, cargada de ideología.
Quizá por eso insista, desde la pantalla, que pertenece al bando de los perdedores ; los que no pudieron cambiar el mundo, aquéllos a los que la historia hizo a un lado; pero no desde una postura de hombre fracasado o resentido, sino desde ese lugar por propia elección.
"O hacés un programa donde te reís de todo eso, o no decís nada; pero yo prefiero que el tipo que te está mirando sepa dónde estás parado."
Quique Pesoa es claro. Con una amplia experiencia en el medio radial, consigue comunicarse con la gente de otra manera, mucho más directa. El resultado es la respuesta de muchos ante su propuesta de realizar un museo del siglo, que lentamente toma forma con los aportes de cosas que fueron parte de la vida cotidiana en la última centuria.
La gente reacciona desde la defensa de su vida común y la de sus antecesores: "Me parece que esa gente lo que está haciendo en este fin de siglo, caracterizado por la falta de pasiones, la falta de ideologías o la falta de identidad, es buscar un cacho de identidad en alguna parte. Si hablásemos de las formas nada más, no del fondo, estarían encontrando en la televisión a un tipo que parece hablar desde él, y por ahí no estarían de acuerdo con las cosas que acabo de decir, pero dicen: "Mirá qué bien, eso no lo dice nadie". Entonces, ¿qué es esto?:necesidad de identificación. Dicen: "A este tipo le voy a prestar esta cosa que quiero mucho porque él la valora"".
Los ejemplos están a la vista en cada programa, pero también en los que todavía no salieron al aire. "Como el caso de una señora, en Mar del Plata, que se reunió con sus hijos y determinaron que ellos no tienen demasiada relación con los objetos que dejó su padre, pero los quieren porque pertenecieron a él. Y decidieron entre todos llamarme a mí porque yo, a esos objetos, los revalorizo. ¡Qué pedazo de historia se cose con esto! Más allá de lo que sean esos objetos, unas pipas o una máquina de sacar fotos antigua. Ellos lo deciden cuando dicen que esos objetos van a estar mejor con Quique porque los revaloriza. Entonces fui a Mar del Plata y me regalaron las cosas."
Contado así, parece muy simple, pero más allá de la identificación personal, hay también una forma de expresión cultural muy íntima...
"Inevitablemente, lo formal desemboca en el análisis del fondo de lo que decís, de para qué estás diciendo eso. Si yo no pudiera decir las cosas desde mí, no tendría nada que decir. Haría un gesto y presentaría el informe. Si yo no puedo hacerlo desde mí, ¿para qué voy? Mi único valor es poder ir a pensar un poco en voz alta. Yo no soy un loco de la televisión."
Y no es poco el resultado logrado; y, al parecer, no se trata de alguna fórmula secreta, sino de un poco de sentido común y la responsabilidad al decir.
"Lo que sí detecté en la televisión durante todo este tiempo, es que una frase dicha mirando fijamente la cámara, no sé si profunda, pero dicha con seriedad, equivale a trescientas frases dadas en la radio todos los días durante un año."
"La televisión tiene una capacidad demoníaca de fijar la atención. A esto también se le tiene miedo y por eso todo el mundo joroba, tira serpentinas y sortea un Renault Gordini. Porque todo el mundo intuye la responsabilidad que tenés en el momento de enfrentar una cámara y decir: "Yo soy tal cosa" o "a mí me parece tal otra". A mí me parece que todo se intuye en esto y entonces todos se dedican a hacer cosas entretenidas .
Nada para pensar
"Pero cuando critico a la televisión porque es todo juerga, no es porque quiero una televisión que no sea así, pero ¡por lo menos denme la mitad! Hasta, si quieren, negocio un treinta por ciento. Les doy el setenta por ciento de la programación para que hagan sorteos, pero quiero que la otra la dediquen a información, más formación, más educación, más preocupación por el que está mirando. Negocio todo, lo que pasa es que no hay nada. Y están todos convencidos de ello. Hay analistas de la televisión a los cuales les decís que no es sólo entretenimiento y te dicen: "No es verdad; es todo entretenimiento". Ya se parte de ese supuesto porque nos la vendieron así."
No hay ningún secreto, sólo una realidad palpable día tras día. "Como medio de comunicación es más completo que un diario, que la radio... la televisión es demoledora. Por eso digo: es demoledora la sensación de estar diciendo una frase en un momento dado, porque cuando yo me veo diciéndome lo que pensé que tenía que decir, digo: "Mirá si trastabillaba y decía otra cosa", porque vos, en la radio, decís algo, te reís, y después tenés tiempo de corregirlo. En televisión son cinco segundos. ¡Es un misil!
En 100 años , entonces, hay que elaborar con mucho cuidado cómo se manejan y hacia dónde esos misiles, que no son más que el enfoque de los temas que se preparan. "El programa ahora tiene una forma sinusoidal definida. Son cinco bloques. El primero es bien arriba, el segundo es denso, el tercero otra vez arriba... A principios de año se elaboró una lista de temas con la producción en la cual no se tachaba nada. Tampoco nos planteamos qué temas no se tocan. A lo mejor, los productores se están bancando algunas bofetadas por lo que yo digo, pero a mí no me llegó ninguna. Así tiene que ser la estructura."
Por lo general, los temas fuertes son sobre política. "No hay alternativa. Cuando le das un repaso no al siglo, sino a la historia, los temas más densos son siempre los que nos han tocado de cerca a todos, donde la gente está más dividida, comprometida. Pero yo no sé nada, es riesgo. También hay que tener en cuenta que el que está eligiendo las imágenes para armar la edición de eso, está emitiendo una opinión que no es necesariamente la mía. Por eso, a veces, cuando terminan las imágenes yo doy mi opinión, que no siempre tiene que estar de acuerdo con la selección de la imágenes o el concepto con el cual se trabajó. Por eso trato, en lo posible, de ser yo quien da la opinión y de poner en evidencia que lo que digo es desde mí. Seleccionar ciertas notas es dar una opinión. Y yo no quiero darles espacio a mis enemigos."
Trozos de historia
Mientras tanto, el futuro museo (o lo que sea que tome forma definitiva) crece con el aporte de los televidentes. Ellos llaman, ofrecen cosas, cuentan su historia, sus recuerdos de objetos que parecen mínimos en la vida cotidiana.
"Estamos a cuatro meses de programa. No hay tantas cosas todavía como para hacer un museo, pero si sigue así, algo vamos a tener que hacer porque mi casa ya queda chica... y en cualquier momento me echan."
Y mientras está la idea de encontrar un lugar que cobije esos trozos de historia. Pero de ninguna manera se trata de juntar cosas viejas. "El tema es respetar la historia de ese objeto. Cuando a mí me traen algo, les pido que me cuenten su historia, la relación de ellos con ese aparato o con lo que sea. Es una forma de darle un sentido, si no lo tengo que inventar. Entonces me cuentan cosas muy íntimas, familiares, y ahí cobra forma la historia de ese objeto, que es también la historia de nuestras costumbres."
Esa es, al parecer, una forma diferente de ejercer el cuarto poder del periodismo. Desde otro lugar, hacia otros lugares, en un terreno que escapa de la realidad candente, pero que, de alguna manera, lo pone en evidencia. "Yo creo que lo del cuarto poder del periodismo es cierto. No sé si es el cuarto, pero es un poder muy grande, que en algunos casos se utiliza para algunas cosas y en otros se prefiere olvidar porque es mejor negocio y es menos comprometido. Fijate que la radio, que da menos guita que la televisión, se ha mantenido casi igual siempre, porque no es blanco de las ambiciones de nadie y porque como no es buen negocio, hacen ¡ma sí! y ese ma´sí salva a la radio."
"El poder que se ejerce por medio de la tecnología es monstruoso. Esto de hacernos creer que a través de Internet estamos todos más cerca, mucho más comunicados, cuando en realidad estamos en un cuarto a solas mirando una pantalla. Esto es de terror, porque lo que ha hecho es sacarnos la oportunidad de juntarnos para quejarnos de algo. Ahora te quejás acá. La globalización no sólo nos difuminó el enemigo, sino que nos dejó inermes. Por eso, yo prefiero que quien ve este programa sepa de esta mirada, si se quiere, pesimista de este fin de siglo. Que sepan que yo opino que no hay nadie que me hable bien de los tiempos que vienen. A mí no me sirve de nada pintar la realidad de rosa. Yo no voy a construir nada si no termino reconociendo que perdí la guerra, que me pasaron por encima y que estoy solo con Internet."






