Vera Spinetta. “Les aconsejaría escribir a quienes están tristes”
Aunque es la menor de cuatro hermanos, ya es madre de una niña, Eloísa. Hija del "alma de diamante" de la música popular argentina, Luis Alberto Spinetta, y de la fotógrafa y artista Patricia Salazar, Vera Spinetta (Buenos Aires, 1991) debutó en 2018 en el cine como protagonista de la película Soledad, de Agustina Macri, en la que interpretó al personaje de Soledad Rosas, joven anarquista argentina que murió en circunstancias tan dramáticas como oscuras en Italia. "Me costó salir de la piel de Soledad, deshabitarla", cuenta la actriz, música y también poeta. En la primavera del año pasado, luego del estreno del film, Vera se dedicó a escribir para amortiguar el efecto de ese trabajo cinematográfico en el que tuvo que dar vida, ante cámaras, a una mártir contemporánea. A inicios de septiembre, se dio a conocer Eclosión (Espasa), volumen que reúne setenta poemas que arrojan luz sobre los vínculos afectivos, la soledad, los duelos, la libertad y la experiencia de ser madre. El martes pasado, en un encuentro íntimo, presentó el libro en su librería favorita: Falena.
–Aunque no están fechados, ¿tenés presente el proceso de escritura de los poemas?
–Me di cuenta de que en ningún momento se aclara que el libro lo escribí entre octubre y diciembre de 2018. Fue un estado, un momento que pasé de mucha angustia. Se me estaban juntando varias cosas personales, emocionales, y anímicamente estaba agotada. No podía hacer nada. Fue después del estreno de la película, fue como bajar de un montón de cosas que me estaban pasando y en las que yo tenía mucha energía puesta. De repente quedé como vaciada y solamente podía escribir, que es algo que hice desde muy chica, pero que nunca me había animado a mostrar. Probablemente muy pocas personas sepan que es algo que hago desde hace mucho tiempo. Siempre escribí pensamientos, prosas, pero sobre todo poesía.
–La idea de presentar el índice como un círculo es muy buena.
–La editora entendió perfecto que el libro en realidad es un estado de ánimo. Porque fue en un momento puntual. Era muy vincular todo. En soledad, con los demás, en vínculo, que es la percepción de una en los momentos de mucha sensibilidad y qué pasa en esos momentos, y cómo se percibe el mundo y a los otros, por más que esa percepción, al estar tan vulnerable, a veces se torna sospechosa, porque empezás a estar un poco paranoide de los demás y de cómo los demás te perciben, porque vos te estás viendo de una manera totalmente descarnada. Gracias a la escritura sobrellevé la situación emocional. Fue la única manera de salir de esa angustia. Siento que me salvó.
–¿Les aconsejarías escribir a quienes están tristes o angustiados?
–Por completo. Es algo de una desnudez totalmente privada. Vos estás ahí con el papel, y ese es tu reflejo. Y podés poner lo que quieras, lo que sientas. Cuando lo leés, ves desde afuera todo lo que estás sintiendo.
–¿Tus familiares leyeron el libro?
–No. Lo leyeron muy pocas personas, porque yo no lo mostré. Ahora están esperando que les dé el libro. Los que lo leyeron me dijeron algo que me puso muy contenta. Me dijeron que el libro te genera algo físico, como un ardor, un calor, como si estuvieras expuesto al sol. Para mí, es un regalo que alguien lo pueda interpretar así o sentir eso, porque la poesía es interpretación personal y es emocional.
–¿Cómo se relaciona tu trabajo como actriz y como música con la escritura?
–No sé muy bien dónde se conecta con la actuación, porque sí me ha pasado de tener que interpretar cosas y escribir a partir de eso, desde la piel de ese personaje. Desde la música sí, porque escribo todas las letras de mis canciones, además de componer la música. Pero las canciones que escribo las hago a partir de la música, no al revés. El proceso es distinto. La música también es algo que todavía no me animé a mostrar. El disco está en proceso, pero nadie escuchó nada.
–¿Cómo fue crecer en una familia de artistas?
–Fue todo muy respetado. Hay muchos oídos y contención, apoyo. Siento que si les muestro algo, ellos de verdad van a estar leyendo o escuchando lo que tengo para mostrar, y así yo con ellos. Somos muy de compartir lo que vamos haciendo. A mí me costó un poco más mostrar, siempre. Con el libro sentí que ya era un libro hecho, que estaba completo.
–Como lectora de tu propio libro, ¿encontrás afinidades con la obra poética de tu padre?
–Te digo la verdad, leo las letras de mi viejo, pero nunca leí Guitarra negra. Lo agarré un par de veces y lo hojeé, pero nunca me senté a leerlo, no sé por qué. Leo mucha poesía, me encanta. Me gusta mucho porque siento que la poesía es como un golpe, algo muy directo. Ahora estoy con Rilke a morir y los clásicos de siempre, Whitman, Pizarnik, Sylvia Plath, Alfonsina, Miguel Hernández. Sobre todo, me conmueve la poesía de las mujeres, y mucho más la poesía de las mujeres argentinas.
–¿Cómo fue trabajar en Soledad? Es arrolladora tu interpretación.
–Para mí fue un montón. Interpretar a alguien que admiraba mucho. Con mucho respeto y cariño, pero también con mucha entrega. Es loco también, porque es una película de otra persona. No por la propiedad, sino por las decisiones. Es un momento que viví con intensidad. Ser actriz te deja huellas muy fuertes. En el caso de Soledad, su historia es fuerte. Ponerse en su piel fue difícil. Volver a mí, abandonarla, también fue muy difícil. Hay una poesía que es para ella. Cuando la escribí, todavía no sabía si nos habíamos abandonado del todo, la sentía ahí, todavía. La llegué a querer muchísimo. Quizás yo nunca hubiera sentido físicamente lo que sentí si no la hubiera interpretado, la decisión de quitarse la vida, de enfrentarse al aparato del Estado, la experiencia de la cárcel. Ese amor interrumpido, es mucho, mucho. A la vez, me apasioné haciéndolo. Creo que volver a mí y abandonar esa sensación de estar en constante vínculo con ella también me dejó muy sola en un punto.
–El poema dedicado a tu hija es muy hermoso.
–A mí me costó aceptar la maternidad de lleno. Aceptarla con mi edad, y tal vez mi entorno, en el que soy la única madre de mis amigos. Fui madre muy joven, a los 23. Fue todo muy rápido. Se había muerto mi viejo hacía unos años, y de repente vino la vida a cambiar el juego. Es una gran enseñanza tener una hija mujer y tener la responsabilidad de criar a una mujer libre, sin miedos. Y darle el ejemplo. No quiero mostrarle algo que no soy ni mostrarle un estereotipo de algo, sino cómo yo, Vera, puedo ser mamá hoy, en 2019. Ser lo más consciente y lo más genuina que pueda, como ser humano y como madre para ella. Los reclamos feministas nos movilizan mucho, a todos, y a las mujeres nos tienen sin descanso.
–Dijiste que leías las letras de las canciones de tu padre, ¿resuena su voz en tu escritura?
–No tanto, no lo siento, tal vez alguna palabra, la luz. Es como el lenguaje conocido, como él nos crió. Hay una concepción que fue diaria, no fue algo impuesto. Él de verdad hablaba así, de la luz, de los cielos, de la brisa. Son todas cosas que me suenan conocidas, pero conocidas de verdad, no tanto por la música o por las letras, sino por la convivencia. En eso siento algo que se une.
–¿Entonces la materia de la poesía, más que otras poesías ya escritas, es lo vivido?
–Sí, es como intentar exprimir lo más genuino de cada uno, de sus pensamientos. Yo pienso en esas palabras y con esas palabras.
Un poema de Vera Spinetta
2014
hija,
no más espera
caminemos
hasta llegar
al tope de la colmena
entre abejas
y miel