
Voz negra, sangre latina
Se considera, política y musicalmente, una hija de los años setenta. Su soul tiene poderes terapéuticos y su primer disco, Songs In A Minor, ha triunfado en una Norteamérica conmocionada. Pese al éxito, Alicia Keys no se entrega a la seducción de la industria en donde, dice, son como gángsters
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MADRID (El País).- Qué mal rollo. En el hotel madrileño de Alicia Keys hay un retrato de Fernando VII, alias el Rey Felón. Comparto la espera y el disgusto con una madura dama norteamericana ejemplo de esa subespecie de turistas que gustan de charlar con los nativos -"me encantaría hablar más castellano, es una lengua muy romántica"- y que se horroriza ante mi descripción del miserable monarca. Hasta que advierto que la señora, con su pinta de maestra de escuela en Iowa, lleva un ejemplar de Vibe, la revista de música negra que fundó Quincy Jones. ¿No tendrá usted algo que ver con Alicia Keys? "Sí, soy su madre. Terri Augello, encantada de conocerte." ¡Ay!, había olvidado que Alicia, neoyorquina de 20 años, es hija de afroamericano e italoamericana. Me disculpo e intento saciar mi curiosidad. Ese tipo de relaciones, ¿eran habituales? "¡Más que ahora! Los años setenta fueron una era de libertad en Nueva York y experimentábamos en todos los órdenes. Hasta que llegaron el sida y Ronald Reagan, no sé cuál fue más letal, y todo cambió para peor. De repente, no había dinero para las artes y las parejas interraciales estaban mal vistas." La madre de la artista insiste en que la suya no encaja en el arquetipo de familia monoparental, con el padre en fuga, estadísticamente el gran azote de la comunidad negra: "Por mutuo acuerdo, Thomas y yo nos separamos cuando Alicia tenía 2 años. El vive ahora en Colorado, es auxiliar de vuelo. Yo he procurado no criticarlo delante de Alicia, pero ella no le tiene demasiado cariño".
Entra Alicia con un cortejo de 10 personas: los tres del coro, los que cuidan de su imagen, un guardaespaldas, los técnicos y su novio. Un batallón intimidante, pero con poco mundo y no demasiada experiencia: la chica que ejerce de road manager es una amiga de Alicia; la madre hace valer sus 51 años y lleva el mando del barco. Alicia habla dulce, ríe suave y transmite buenas vibraciones. Resuelve con encanto unas entrevistas televisivas que dejan babeando incluso a los endurecidos camarógrafos.
Estamos a punto de comenzar la conversación cuando reaparece la madre, teléfono en mano: "Alicia, te llama la abuela". Explicaciones maternas: "Está preocupada, cree que hay guerra en Europa. Y es todo lo contrario, hay mucha menos histeria que en Estados Unidos". Tranquilizada la abuela, es buen momento para hablar del "gran tema": "Los neoyorquinos estamos noqueados por el desastre de las Torres Gemelas, pero algunos han reaccionado visceralmente. No me gusta ese deseo de venganza, no creo que un muerto del Tercer Mundo valga menos que un muerto en los EE.UU."
Políticamente incorrecta
Mantiene un sano escepticismo hacia el sistema estadounidense. "Estoy leyendo libros sobre los Panteras Negras y me impresiona la magnitud de su desafío. ¡Imagina el valor de aquellos negros armados y uniformados! Aunque no respaldo su actitud violenta. Puede que tuvieran motivos para la autodefensa, pero se la hicieron fácil a la policía, al FBI. Lo que admiro es su voluntad de enfrentarse con el poder, defendiendo a los más pobres. Arrancaron la venda de los ojos a mucha gente, entre la que me incluyo." Técnicamente, Alicia Keys puede ser mestiza pero se sitúa, política y artísticamente, al lado de los negros. "¡Es culpa de mamá! Crecí rodeada de afroamericanos y latinos, era la gente con la que prefería relacionarse. Ella quería ser actriz, pero renunció cuando yo nací. En realidad, hemos vivido de su trabajo como ayudante de abogados". En Manhattan, su barrio era Hell´s Kitchen. ¿Marca el crecer en un sitio llamado la Cocina del Infierno? "No, el nombre es antiguo. Había alquileres baratos. Allí terminaban las p..., los camellos, los rateros, los chicos que huían de casa, pero también gente honesta. Y al ladoÉ ¡Broadway!" La música fue el pasaje para salir del barrio. "Mi madre me pagó clases de piano desde los siete años y luego estudié ballet. A cantar aprendí en una escuela tipo Fama y formé un grupo que ensayaba en el gimnasio de la policía, en Harlem. No te extrañes, la policía de Harlem procura llevarse bien con la comunidad. Allí me vio mi representante. ¿Edad? Unos quince años." Imagina el pasmo: una cría capaz de tocar a Chopin y, a continuación, cantar una de Stevie Wonder. A los 16, Alicia era admitida en la Universidad de Columbia y, atención, fichada por Sony. "Aunque me duela reconocerlo, no fui mucho a clase. Cuando tienes la oportunidad de grabar un disco, ¿quién puede pensar en estudiar? Sé que no doy un buen ejemplo, pero sabía que iba a consagrarme a la música, siempre fui muy precoz." A los 17, se había independizado y tenía un apartamento en Harlem con Kerry Brothers, su novio y director musical. En ese punto, el cuento de hadas descarriló: Sony la puso a las órdenes de productores de éxitos. "Fue cruel: abres la boca sólo para cantar. Querían convertirme en marioneta y no faltaron proposiciones groseras. Hay personas en la industria que parecen gánsters." Se negó a ser empaquetada como muñequita sexy. "Siendo fan de Lauryn Hill o Erykah Badu, me dije que ellas no aceptarían prostituirse por grabar. Lloré, lloré a mares. Hasta que apareció Clive." Sí, Clive Davis, el más respetado lanzador de estrellas. El hombre que fichó a Janis Joplin, Patti Smith o Whitney Houston rescató a Alicia. Ella tuvo que aprender el valor de la paciencia: Davis estaba rompiendo con Arista, y quería que Alicia debutara en su sello, J Records. Davis organizó conciertos para públicos selectos y supo convencer a Oprah Winfrey (N. de la R.: la Susana Giménez de los EE. UU.), para que apostara por ella. La mención de Oprah hace que Alicia baje la voz: "Cualquier libro que apoye entra en las listas de best sellers. Pero nunca lo había hecho con una cantante desconocida yÉ fue increíble". A la semana siguiente, las ventas se habían duplicado y ya se acercan a los cuatro millones (más otro millón vendido fuera de los Estados Unidos).
El impacto de Songs In A Minor ha traído lo mejor y lo peor del show business. "Me llaman para colaborar tipos muy famosos. Preguntas y te enteras que hacen lo mismo con toda cantante joven y atractiva. Que se vayan a la m..."
Más grato fue conocer a Prince: en la industria es casi un apestado, pero Alicia cantó su How come u don´t call me anymore y fue correspondida. "Me invitó a actuar en su fiesta de cumpleaños. Me enseñó Paisley Park (su mansión), me dio consejos. Por ejemplo, insistió en que aprovechara los viajes para abrir mis horizontes".
Las morenas superpoderosas
Macy Gray
- Como Alicia Keys, Macy Gray estudió piano clásico y creció amamantada por los discos de soul y jazz de su familia mientras en el barrio triunfaba el hip-hop. Ahí se acaban las coincidencias. Macy, de 31 años, tiene mucha vida (es madre soltera de tres criaturas), cuenta con un amplio background de clubes y sesiones de grabación y, como explica Alicia, "es muyÉ excéntrica". Esta nativa de Canton (Ohio) se atreve a cantar sus fantasías sexuales y no esconde su gusto por las drogas; de hecho, ha protagonizado actuaciones descentradas tras Ñse suponeÑ haberse pasado con la marihuana, aunque sale adelante por su vulnerabilidad de patito feo, su naturalidad de freak y esa voz arrasada que evoca a Billie Holiday. En sus grabaciones, On how life is (1999) y The id (2001), el soul adquiere matices rockeros y se extiende hasta tierras psicodélicas.
Destiny´s child
- Entre los grupos femeninos dedicados al R&B, Destiny´s Child se destaca por la voluntad de triunfar que distingue a su cabecilla, Beyoncé Knowles. Formado en Houston, Destiny´s Child era un cuarteto reducido a trío, tras la marcha de dos de las fundadoras, seguidas por una de las vocalistas que las reemplazó. Esas discordancias no se aprecian en sus discos: Destiny´s child (1998), The writing´s on the wall (1999), Survivor (2001) y el reciente pastel navideño 8 days of Christmas . Signo de los tiempos: Beyoncé amplía sus responsabilidades como compositora y productora.
Erikah Badu
- El paradigma del llamado retro-nuevo: una destilación imaginativa de los elementos clásicos del soul con envoltura novedosa. Aunque exhibe manierismos vocales que hacen pensar en Billie Holiday, sus bases son sólidas y frescas. Se estrenó como rapper y Andre Benjamin, de OutKast, es el padre de su hijo. Nacida en Dallas hace 29 años, Erykah Wright tiene imagen e ideología afrocéntrica. Descubierta por el manager de D´Angelo, grabó un dueto con éste, preparando el ambiente para Baduizm (1997); se permitió el lujo de sacar un Live meses más tarde y en Mama´s gun (2000) retrata la cruda realidad de su comunidad.
Angie Stone
- Nacida en Columbia (Carolina del Sur) en fecha que se reserva, Angie tiene el historial de los intérpretes de soul: como su padre, cantaba gospel en la iglesia y se empapaba de Smokey Robinson, Curtis Mayfield y Marvin Gaye en su habitación. Estuvo en Sequence y Vertical Hold, grupos que entraron en los rankings, y se estableció como compositora, productora y cantante: ha hecho rap con Mantronix y rock con Lenny Kravitz. Debutó como solista con Black diamond (1998). Sus publicistas señalaban el triunfal precedente de D´Angelo: él y Angie fueron pareja durante años y hay un niño para probarlo. Acaba de editar Mahogany soul , donde se reafirma como compositora de densidad espiritual y feminismo práctico. Musicalmente, se sitúa en el soul sofisticado de los setenta, aunque actualizado con un toque electrónico.
Lauryn Hill
- Con su sublime disco en solitario The miseducation of Lauryn Hill (1998), consiguió cinco Grammy, millones en ventas y extraordinario respeto. Allí fundía rap, soul, reggae y rock, en una música profunda e irresistible, potenciada por doloridas exploraciones del amor. Nació en Nueva Jersey hace 26 años y consiguió pequeños papeles en cine antes de arrasar con The Fugees , trío de rap ecléctico congelado por las fricciones y el éxito de sus miembros como solistas. La vida de Lauryn cambió cuando conoció a Rohan, hijo de Bob Marley, y adoptó las costumbres jamaiquinas.
Missy Elliot
- No es un secreto que la industria del rap prefiere que sus intérpretes femeninas sean bombas eróticas. Missy Elliott es la feliz excepción: una mujer corpulenta que trata con franqueza los asuntos carnales, pero que controla su look y su sonido. Melissa Elliott nació en Portsmouth (Virginia) hace 30 años. Sufrió las turbulencias del negocio musical cuando su sello se hundió antes de editar el disco. Pero había conocido a Timbaland, en vías de transformarse en uno de los productores más creativos del R&B. Colaboró en discos de Ginuwine y Aaliyah, y consiguió un contrato con Elektra. Allí ha editado ÔSupa dupa fly´ (1997), ÔDa real world´ (1999) y el más reciente, Miss EÉ so addictive (2001), marcado por sus experiencias con el éxtasis.
Hamburguesas y flamenco
- Han sido tres semanas por Europa y Alicia se entusiasma: "Me encanta la Sagrada Familia, Gaudí es psicodélico". Su expedición no tiene clara la geografía: en Barcelona, piden ir a bailar salsa. Y es una tropa poco abierta a experiencias gastronómicas: Alicia, que se lleva compactos de flamenco, acepta probar nuevos platos, pero sus compañeros terminan en un McDonald´s. Allí pierden el aire cool y se comportan como estudiantes al saber que pueden beber cerveza sin tener que demostrar que tienen 21 años.
Alicia no bebe alcohol en público, pero tiene las ideas muy claras. En vez de presentarse con el típico video clip, en Fallin´ encarna a la mujer de un presidiario. "Quiero contribuir a quitar el estigma de los prisioneros. Hay un millón de hombres negros tras las rejas y muchos se merecen una oportunidad. Las leyes son racistas: por posesión de cocaína te cae una condena relativamente blanda, pero si te pezcan con la misma cantidad de crack, que es la droga que se usa en el gueto, te encierran de por vida."
- ¿Puedo hacerte una pregunta impertinente? Quería saber los motivos de que vistas de modo tan ¡uh! incongruente .
- "¡Soy una chica! Puedo usar la ropa que me apetezca y sé a lo que te refieres, en The New York Times escribieron que vestía como una prostituta. No advirtieron que mi música es muy seria y que quiero aligerar mi imagen. ¡Y soy adicta a los sombreros! No me iré de España sin llevarme uno de esos negros y rígidos". ¡Un sombrero cordobés! ¿Y quién puede negarle el derecho a llevar lo que quiera en la cabeza?






