Cambios en defensa de la mujer
La Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires aprobó el 13 de diciembre pasado una importante actualización en el Código Contravencional. Fue el sexto código modificado durante 2018 (se realizaron cambios en el Urbanístico, el de Edificación, el Procesal Penal, el de Habilitaciones y se creó uno nuevo: el Código Electoral) e incorpora aspectos claves para mejorar la convivencia de los vecinos en el espacio público.
Los aspectos generales más innovadores de las modificaciones tienen que ver con la incorporación de dos perspectivas: en primer lugar, la idea de un espacio público digital, además del analógico, a través de la tipificación de nuevas conductas como el ciberacoso, la difusión no autorizada de imágenes privadas y la suplantación digital de la identidad. Y, en segundo lugar, la incorporación en el código de una perspectiva de género que permita construir una ciudad más igualitaria y segura.
Para comprender la importancia de este último punto debemos entender que las mujeres somos quienes más sufrimos diferentes formas de acoso y violencia en las calles y en el transporte público. Según un estudio realizado por el Banco de Desarrollo de América Latina y titulado "Ella se mueve segura", el 89% de las mujeres del AMBA entrevistadas declararon haber sufrido dos o más situaciones de acoso en el transporte público en 2017. Por su parte, la ONG Mumalá reportó que en 2017 nueve de cada diez mujeres sufrieron alguna forma de acoso callejero. Esto, sin mencionar que también somos blanco de violencias ejercidas a través de diferentes medios digitales.
La violencia contra la mujer, en cualquiera de sus formas, tiene consecuencias graves que se traducen en límites a la autonomía que afectan el desarrollo personal y social. Como ha expresado la Organización Mundial de la Salud en 2017, las mujeres que afrontan situaciones de violencia "pueden llegar a encontrarse aisladas e incapacitadas para trabajar, perder su sueldo, dejar de participar en actividades cotidianas y ver menguadas sus fuerzas para cuidar de sí mismas y de sus hijos".
Por eso, resulta tan importante haber aprobado cambios en el código que, entre otros aspectos, establecen agravantes en los casos de acoso sexual cuando las víctimas son mujeres o niños; incorpora la figura de ciberacoso para sancionar la difusión no autorizada de imágenes; sanciona las pegatinas que promueven la oferta sexual, vinculada muchas veces con la trata de personas; sanciona a quien ofrezca o preste el servicio sin autorización de cuidacoches o limpiavidrios, y aumenta las penas cuando la conducta esté basada en la desigualdad de género, esté organizada con antelación o se realice cerca de eventos masivos como recitales o partidos de fútbol.
Un código contravencional tiene el objetivo de administrar los conflictos y regular la convivencia entre los vecinos de una ciudad. Pero debe hacerlo de una forma que nos permita consolidar ciudades más inclusivas e igualitarias. Para que eso efectivamente suceda es imprescindible entender a la mujer como un agente activo y determinante en las transformaciones y el desarrollo. Eso implica ser conscientes de las vulnerabilidades a las que el sistema nos expone y generar herramientas para garantizar nuestra autonomía física, económica y en la toma de decisiones.