Frenar la demolición: hoy todos somos Nik
Ayer no fue un día feliz, como otros tantos días en los últimos tiempos. Algo así como los últimos 600 días que venimos de mal en peor. Aguantando. Apretando los dientes.
Pero me quiero focalizar en lo que ocurrió este fin de semana. Ayer una vez más debimos cambiar de nombre, ayer nos convertimos en Nik, el hombre talentoso que escribe y dibuja como pocos y muy frecuentemente nos obliga a abrir los ojos con sus reflexiones.
Fue atacado por un experto en demolición de personas que piensan distinto que él, mejor dicho, que ellos, los que detentan temporariamente el poder, aunque notoriamente con ganas de perpetuarse.
Ataque vil, solapado, con maliciosa ironía, propia de un experto. Entonces siento que los que estamos de este otro lado del mostrador, debemos convertirnos en Nik, para que no les resulte fácil llevárselo “puesto”, pues somos muchos para que lo hagan de un solo empujón.
Hoy todos somos Nik. Dicen que el experto en demolición se disculpó. Otro “error” y van..., lo que hizo no es una disculpa, es nada. Pues esta gente, expeditiva como pocos, vive haciendo alarde de ignorancia supina.
Por ejemplo nunca leyeron a Descarte. Pienso, luego existo. Ellos hablan, sin pensar, luego gobiernan, quizás sea una especie de competencia interna. Sin embargo, si hoy todos somos Nik, nos erigimos en una pared intelectual, ideológica y discursiva de cómo vemos la vida y cómo queremos vivirla, esto es básicamente, en paz, de donde deviene el resto.
Así que los exhorto a que estén atentos a cambiar de nombre cada vez que sea necesario, y sean cada día un ladrillo más del muro que no podrán derribar los expertos en demolición que detentan poder y que pareciera que quieren demoler la democracia.