Distintos tipos de vergüenza
En general, esta emoción consiste en sentir que quedamos expuestos frente a determinadas situaciones o personas. Hay algo íntimo o secreto que no queremos que se descubra, es decir, que sentimos miedo de ser descubiertos.
"Me da vergüenza que se sepa" puede atribuirse a algo íntimo o a algo de lo cual no estoy orgulloso. Cada ser humano maneja su intimidad de manera distinta. Hay personas que exponen su cuerpo, mientras que otros lo exponen menos, y cada persona posee un nivel de exposición diferente en las distintas áreas de su vida.
La vergüenza es una emoción social que nos conduce a pensar en el otro. El vergonzoso se pregunta cómo será la mirada del otro al verlo y piensa: "¿Y si me descubre?". Cuando la vergüenza es intensa siempre se trata de "algo de mí que no quiero que los demás conozcan". Cuando es tóxica, la persona pasa por alto las mejores oportunidades porque esta emoción lo paraliza y no le permite ser todo lo que podría llegar a ser.
Todos construimos una imagen de aceptación social. En dicha construcción, ocultamos ciertas cosas para no quedar expuestos frente a determinadas personas. Por ejemplo, vamos a la playa, o a una fiesta, y nos adaptamos al entorno. Cuando nos sentimos diferentes en algún contexto, estamos incómodos porque justamente lo que está en juego es la aceptación social: "¿Qué va a pensar la gente de mí?".
Distintos tipos de vergüenza:
Vergüenza por sentirse desubicado. Si voy a un casamiento en ojotas, podría ser porque busco llamar la atención (histrionismo), o porque no sabía que hay que ir vestido de determinada manera. Como resultado, me esconderé y me sentiré fuera del grupo, no integrado. Es decir, me sentiré rechazado. El vergonzoso en este caso siente que es observado y, por ello, se siente mal. Si aparece alguien que le dice: "Vení, sentate conmigo", minimizará la diferencia y sumará valor a su imagen al sentirse aceptado.
Vergüenza por el cuerpo. Puede ser porque uno no está satisfecho con su cuerpo (no es el ideal) y, como lo percibe desagradable, lo rechaza. Como yo no me acepto a mí mismo, creo que los demás tampoco lo harán. No me gusta lo que veo de mí y esta sensación me conduce a creer que a los otros, tampoco les agradaré.
Otros tipos de vergüenza muy comunes son: vergüenza por estar en un grupo y sentir que no somos parte; vergüenza por los errores cometidos (y temor a que no me acepten por ellos); vergüenza por recibir un ascenso en el trabajo (ya no somos iguales, ahora soy jefe y temo que el grupo no me acepte); vergüenza por avanzar en la vida y que los demás piensen que "me la creí"; vergüenza al hablar con los demás por miedo a ser rechazado; y vergüenza ajena: yo me coloco en el lugar del otro y me siento como si eso me hubiese sucedido a mí.
La imagen social es importante para los seres humanos porque somos gregarios, nos aglutinamos como especie y así subsistimos. No pertenecer a un grupo nos genera la sensación de que no vamos a sobrevivir. De allí, la importancia de establecer un grupo de pertenencia, de ser aceptados por los otros. En este sentido, nuestra familia y nuestros amigos pueden ser una "madriguera afectiva de aceptación".
Hay tres clases de espacios: el espacio público (lo que la gente sabe sobre mí); el espacio privado (lo que solo algunos que están cerca saben sobre mí); y el espacio íntimo (lo que solamente yo sé sobre mí y no se lo cuento a nadie). A todos, nos provoca dolor ser rechazados porque desde las primeras horas de vida necesitamos la atención total de nuestra madre para sobrevivir. Si ella no nos cuidara, ni nos tocara, ni nos amara, sin duda moriríamos.
Para concluir, el rechazo duele porque todo lo hacemos con la mirada puesta en los demás, ya sea que lo sepamos o no. Entonces el aislamiento nos lleva a deprimirnos porque dependemos del otro. Si alguien nos rechaza, nuestras acciones no tienen valor alguno. Pero ni vos, ni yo, ni nadie vale menos que los demás. Pensamientos como "no valgo nada", "nadie me quiere", "no sé si lo voy a lograr" y "todos me ignoran" solo nos mantienen percibiéndonos incapaces de estar a la altura de las circunstancias pero todos podemos sanar la vergüenza que sentimos cuando descubrimos nuestro verdadero valor.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com