Que los estudiantes aprendan, con o sin repetición
La propuesta de avance continuo, es decir, la eliminación de la repitencia, merece un análisis más profundo. Abordarla de manera aislada no es suficiente para garantizar la calidad en los aprendizajes. Diversos trabajos de investigación han demostrado que los chicos que repiten no aprenden más el año siguiente si ello no está acompañado de un modelo integral y alternativo para el nivel secundario. Por otro lado, que un estudiante no repita, tampoco garantiza que ha adquirido los aprendizajes necesarios. Se trata entonces de que los estudiantes aprendan con o sin repetición.
En nuestro sistema educativo, el problema central en el nivel secundario no radica en que un estudiante repita o no, sino en otras acciones que se podrían llevar a cabo, como identificar qué es lo importante aprender. Esta medida no mejora la calidad de los aprendizajes, y tampoco es más inclusiva.
Por un lado, no se vislumbra un plan concreto y efectivo que ayude a disminuir estos inconvenientes que afectan directamente la calidad de la educación, a las instituciones educativas y a la sociedad, y por otro, no se observa una verdadera toma de conciencia de la situación; prueba de ellos son las recientes declaraciones del director del nivel secundario bonaerense al expresar que con esta propuesta se está buscando renovar el régimen académico “no por una falla en sí, sino más bien para actualizar las formas de pensar la organización escolar y hacerla más cercana a las condiciones de la época”.
La no repitencia no es una novedad en otros países, pero se implementa a través de una organización académica diferenciadora, o modelos pedagógicos más flexibles en relación con las dificultades en las trayectorias de los estudiantes, que podría sintetizarse en trayectos individualizados como en Francia, o con una mayor cantidad de evaluaciones anuales para aquellos estudiantes que adeudan materias del año anterior, como en Dinamarca, o la implementación de créditos para la aprobación del secundario, como en Estados Unidos, o un plan donde los estudiantes recursan sólo las materias que adeudan, pudiendo cursar además las del año siguiente, como en algunos estados en Brasil.
Si bien, tal como surge de las declaraciones vertidas en torno al tema, se está en proceso de trabajo, se presentan diversos interrogantes, tales como cuáles serían los mecanismos de acompañamiento en las áreas curriculares en que los estudiantes hayan presentado dificultades; en qué momento escolar recuperarán los contenidos no alcanzados el año anterior; si está previsto la incorporación de una mayor cantidad de horas cátedra a los docentes en apoyo a la recuperación de los aprendizajes, si se prevé realizar cambios en los reglamentos concernientes al régimen de evaluación y promoción de los estudiantes, que sin duda será diferente, cuál será el máximo de asignaturas desaprobadas con que se permitirá el avance de los estudiantes a los años subsiguientes, si además existirá ampliación de la jornada escolar, y si así fuese, sabemos que no todos los establecimientos escolares cuentan con los espacios físicos requeridos para tal fin, en tal sentido, se requeriría llevar a cabo las adecuaciones necesarias en infraestructura. En síntesis, ¿cuál será la planificación prevista de orden académico y organizativo para su implementación?
El nivel secundario está atravesado por preocupantes deficiencias, y en esta decisión no están planteadas las alternativas para revertirlas, por lo cual la ausencia de un programa integral nos lleva a pensar que la propuesta se asemeja más a “un parche” que una posible solución que conduzca a revertir tales deficiencias, encubriendo por otro lado, el gran problema de la deserción en el nivel.
Diputada nacional, Juntos por el Cambio