Que el virus no enferme a la democracia
¿Cuál es el privilegio que tiene un diputado o senador que hace que no vaya a sesionar y debatir las leyes que serán vitales para salir adelante de la crisis que nos deje el Covid-19?¿Cuál es el miedo que tenemos a dar las discusiones que corresponden en el ámbito que corresponden?
El amplio espectro político de la Argentina reaccionó de forma correcta ante esta crisis y se encolumnó detrás de las decisiones sanitarias (acertadas y compartidas) del Presidente de la Nación. Evidentemente, hay circunstancias de emergencia que ameritan medidas de emergencia. Sin embargo, se deben tomar rápidamente decisiones para poner en movimiento la maquinaria institucional que permita al Ejecutivo avanzar con ciertos niveles de legitimidad. Gobernar por decreto podría generar una tentación autoritaria y poner en cuarentena las instituciones de un país.
En el último tiempo asistimos al debate de medidas como el impuesto a las grandes fortunas, debate que hay que dar, pero que lamentablemente se juega en un terreno que no es el adecuado, el mediático, en lugar de hacerlo en el Congreso.
Si algo nos enseña esta crisis es que los Estados se deben fortalecer ya que serán la primera barrera de contención cuando el mundo entre en crisis. Entonces ¿Cuál es la razón de tener a los diputados en cuarentena? ¿Cuál es la razón para que una institución que debe estar a la altura de las circunstancias no sesione?
Sesiones online o presenciales pero el Congreso debe funcionar. Se dijo por estos días que para que el Congreso sesione en línea primero debía reunirse presencialmente y reformar su reglamento. Entonces, ¿Por qué no reunirnos y sesionar directamente? Debemos reformar lo que sea necesario, pero hay que juntarse y aprovechar la ocasión para debatir los temas importantes para la Argentina de hoy y la que tendremos después del coronavirus.
Hasta el momento estamos logrando aplanar la curva, logramos hacer hospitales de campaña en todas las provincias, se está logrando un altísimo acatamiento a la cuarentena y mostrando un enorme nivel de solidaridad social para cuidarnos. Sin embargo, no somos capaces de reunir 257 diputados para sesionar y dar las herramientas legales necesarias para salir adelante.
Es momento que la política deje de dar vueltas y el Congreso se junte a sesionar, salga a la calle y asuma los riesgos de saberse una actividad esencial, del mismo modo que lo hace un trabajador de la sanidad o un recolector de residuos
El respeto a las instituciones fundamentales debe ocupar un lugar destacado en medio de tanta incertidumbre. La democracia se cuida con su ejercicio y es necesario actuar rápidamente, mantener dormidas las instituciones puede llegar a despertar a quienes sacan rédito político de sembrar miedos y grietas, en cambio habilitar un debate profundo, daría lugar a discusiones serias.
La dialéctica necesaria entre las distintas formas de salir de esta crisis debe encontrar en el Congreso su lugar idóneo y no deberían existir barreras para sesionar.
Día a día miles de trabajadores esenciales salen a la calle sabiendo que el peligro está latente pero que por la magnitud de su actividad, un país no puede funcionar sin ellos. Es momento que la política deje de dar vueltas y el Congreso se junte a sesionar, salga a la calle y asuma los riesgos de saberse una actividad esencial, del mismo modo que lo hace un trabajador de la sanidad o un recolector de residuos.
Debemos demostrar que quienes tienen altas responsabilidades no tienen más privilegios sino más obligaciones. Debemos dar certidumbre y confianza y no permitir que el virus ataque también a la democracia.
La autora es diputada nacional por la provincia de Buenos Aires (UCR)