Sociedad, consumo y adicciones
LA drogadicción es un mal social que está creciendo en proporciones alarmantes. Los factores que contribuyen a ello son múltiples. Las campañas de prevención no parecen tener efectos positivos. Y a veces incluso dan la impresión de causar un efecto propaganda. La sociedad se ha hecho cada vez más vulnerable y no se vislumbra la posibilidad de encontrar una vacuna contra este virus. A pesar de todo lo que hacemos para evitarlo, los drogadictos son cada vez más jóvenes. Adolescentes y niños hacen hoy uso de las drogas, cosa que hace pocos años no ocurría.
Si bien estos fenómenos tienen una causalidad concreta en el hecho de que la venta de drogas es un negocio fabuloso y que están en juego poderosos intereses económicos, hay también algunos cambios en la sociedad que incrementan, en todos los campos del quehacer humano, las tendencias adictivas.
Los hechiceros de la tribu
Es imposible, pues, hablar de las drogas y los problemas derivados del consumo sin describir el contexto de este fin de siglo, en que la cuestión de las adicciones es una problemática muy amplia que no se circunscribe a las sustancias de consumo prohibido. De hecho, el crecimiento desenfrenado del consumo de drogas pone en evidencia carencias profundas de una sociedad en cambio acelerado hacia un destino incierto.
Por ejemplo, los psicólogos del marketing, versión moderna de los hechiceros de la tribu, han descubierto que crear dependencias da mucho dinero. Para lograr ese objetivo recurren a la seducción. Basta prender la televisión para encontrarnos sometidos a un bombardeo tenaz de estímulos que apuntan exclusivamente a que compremos productos que no necesitamos. De este modo están logrando crear en la gente deseos que no son genuinos y generar así necesidades que no son tales. Para poder defendernos de esa avalancha cada vez más intensa necesitamos de un contexto que nos dé recursos para poder eludir esa seducción, ese canto de sirenas permanente cuyo único objetivo es incentivar la adicción al consumo.
Pero eso es difícil de lograr. Hasta no hace mucho, el ser humano no se encontraba enfrentado a la ecuación que parece dominar este fin de siglo: que el único camino para llegar a ser es a través del tener. Esta necesidad de poseer para poder sentirse vivo (parafraseando el desencanto que propuso Elliot: nacimiento, consumo y muerte, eso es todo lo que hay) es el motor de las adicciones. ¿Por qué se droga una persona? Se droga, en principio, para congelar las emociones, para sentir que es algo que en realidad no es. Pero también se utiliza la droga para neutralizar un sufrimiento imposible de soportar.
Mundos ficticios
Naturalmente, el resultado es el vacío y la robotización, disfrazados de una omnipotencia placentera. Eso es, en definitiva, lo que la persona pretende encontrar al drogarse. Hay, sin embargo, en todo drogadicto una parte sana (del mismo modo que cualquier enfermo mental tiene un territorio de salud), una parte que es lúcida y compite con la otra parte, la que lo lleva a destrozarse a través del consumo. Muchas veces el resultado de este combate es la idealización del sufrimiento en la que caen los drogadependientes.
Esta búsqueda de mundos ficticios tiene un origen indiscutible: la falta, en esa persona que consume drogas o lo que sea, de recursos propios para enfrentar situaciones difíciles. Estos recursos son indispensables para llegar a alcanzar la salud mental. Dicho en otras palabras: una persona que se sintió considerada y respetada desde su infancia puede, llegado el caso, afrontar momentos amargos, de angustia. Aquella persona, en cambio, cuya autoestima no fue incentivada en sus primeros años no va a estar en condiciones de enfrentarse a sus dificultades.
No se puede, entonces, delegar la solución de este problema. El antídoto para los males que produce esta sociedad fragmentada que alienta las adicciones es la solidaridad. No obstante, en un mundo globalizado y masificado hay factores, como la competitividad inherente al sistema, que hacen cada vez más difícil el logro de una solidaridad fuerte que permita rescatar al adicto de su condición.