Soy dependiente de los demás
Las personas podemos armar pareja desde el deseo o desde la necesidad, pero... ¿dónde radica la diferencia?
Si lo hacemos desde el deseo, nos sentimos completos y felices, y buscamos compartir esa felicidad. Mientras que si lo hacemos por necesidad, partimos de una carencia. Hay algo que me falta en mi interior y es el otro el que me lo debe suplir. Esta última actitud nos lleva, muchas veces, a construir un vínculo dependiente con el otro.
Estas son las ideas predominantes de alguien codependiente:
1. Necesito que me digas qué hacer, qué decidir y cómo pensar
La persona consulta a menudo: "¿Y vos qué harías en mi lugar?" porque le cuesta asumir su propia responsabilidad y busca en el otro "la verdad". Cree que su pareja debe decirle qué hacer e incluso cómo pensar, ya que considera que está más capacitado.
Siente que no puede tomar decisiones propias y, por eso, reiteradamente le pide consejos a alguien… ¡o vive pidiéndole consejos a todo el mundo! De esta manera, elude su responsabilidad pues, si las cosas salen mal, son los otros quienes le dijeron lo que tenía que hacer.
Como le cuesta construir su propia estima, duda permanentemente, no expresa lo que está pensando, pregunta si lo que va a decidir es correcto o incorrecto, o si lo que está por hacer es lo mejor o no... La duda interior constante empuja a esta persona a buscar siempre la solución afuera.
2. No hay nada peor que quedarse solo
Esta es otra creencia que predomina en el dependiente afectivo. La soledad es su principal miedo. No la puede soportar. Busca permanentemente compañía para ir a los lugares que frecuenta e incluso mantiene una pareja que sabe que no le aporta nada. Es más, esa pareja puede llegar a quitarle algo, a estafarlo, a maltratarlo y, a pesar de ello, predomina la idea de que "es mejor estar mal acompañado que estar solo".
Su sensación de soledad obedece a un temor al abandono mucho más profundo, que proviene de su propia historia. En la mayoría de los casos, esta necesidad es detectada por los manipuladoras que le ofrecen "su compañía" a cambio de demandas de dinero o bienes.
Su baja estima y su sensación de debilidad hacen que busque siempre a "una persona fuerte" en la cual apoyarse. Dicha condición de necesitado trae como resultado una "colección de relaciones" a las cuales aferrarse, aun cuando familiares y amigos le comenten: "No te veo feliz, te veo mal, me parece que te está manipulando". La persona dependiente se da cuenta de la verdadera situación pero es incapaz de quebrar el circuito que ha armado.
3. No sé desenvolverme bien
Muchos tienen grandes logros en lo económico y en lo laboral, pero son codependientes en lo afectivo. La gente a su alrededor se pregunta: "¿Cómo puede ser que alguien tan exitoso, con personas a su cargo y una enorme capacidad para el trabajo sea tan débil en el área de los afectos?".
Efectivamente, una cosa es la inteligencia laboral y otra muy distinta es la inteligencia emocional. El lema del dependiente es: "Debo ser sumiso/a, evitar las peleas, ser un dador permanente… para que no me abandone".
4. Debo tener acceso a esa persona lo más posible
Por lo general, construye intimidad rápidamente y "salta etapas". Tanto la intimidad como la confianza deberían ser de menor a mayor. Deben ganarse y construirse con el tiempo. Pero la persona dependiente abre su corazón de un momento a otro y comparte absolutamente todas sus intimidades porque cree que, de este modo, logrará un vínculo sólido. Su gran temor es: "Que no me deje solo/a porque solo/a no podré".
Entonces no arma una pareja donde existe el equilibrio entre el dar y el recibir sino un circuito donde el dependiente es el dador y el otro es el receptor. El dador debe proveer todo el tiempo y el receptor es el que evalúa si está haciendo las cosas bien o mal. Es así como se coloca en el rol de "la/el niña/o buena/o" que piensa: "No debo hacer nada que lo moleste, debo ser siempre sumiso".
5. Ser abandonado es lo peor que me puede pasar
La gran fantasía de no ser capaz estando solo y el miedo a ser abandonado le generan una profunda angustia. Cree que no ser amado equivale a ser rechazado, a no valer, y esta creencia mantiene un vacío profundo en su vida. Sería como pensar: "Si no me aman, siempre seré infeliz"; o: "Si no hay alguien a mi lado y me sucede algo malo, no seré capaz de resolverlo".
Algunas ideas prácticas para establecer vínculos sanos:
- En compañía de una persona, nunca deberíamos colocarnos ni arriba ni debajo del otro sino a la par. Cuando idealizamos en exceso es porque sentimos que el otro tiene aquello que a nosotros nos falta. De este modo, armamos un vínculo asimétrico. Un vínculo sano está basados en la simetría: dar y recibir de manera equilibrada. Somos dos iguales donde yo te ayudo y vos me ayudás; yo te pido y vos me pedís. Cuando hay balance entre el dar y el recibir, nos encontramos frente a un vínculo sano.
- Tenemos que disfrutar estar con el otro tanto como estar solos. No debería "hacernos ruido" estar con alguien y compartir ni tampoco estar solos con nosotros mismos. Deberíamos disfrutar de ambos espacios hallando el encanto de cada momento. Esta actitud sana nos permite construir nuestra intimidad y compartir con el otro.
- Tenemos que pararnos en nuestras fortalezas. No necesito que el otro me dé algo que a mí me falta porque la estima no se construye de afuera hacia adentro sino de adentro hacia afuera. Es bueno animarse y arriesgarse a tomar decisiones a solas, a corregir nuestros errores y a sentir que no necesitamos que el otro siempre nos brinde su opinión. Autoestima no consiste en "yo puedo o yo valgo" sino en saber qué puedo y qué no puedo. Es decir, verme en mi totalidad con fortalezas y debilidades. Solo cuando nos vemos y vemos a los demás desde este lugar, logramos armar vínculos libres de toda toxicidad emocional.
Si tenés alguna inquietud, podés escribirme a Bernardoresponde@gmail.com