"Soy yo y es ahora", el mantra de Macri
MAR DEL PLATA.- Siempre es una maravilla venir al Coloquio de IDEA en Mar del Plata. Desde IDEA, al país se lo ve mejor: por la garra que le ponen, por Mar del Plata y porque el país real queda más lejos. El lema de este año del Coloquio fue un verdadero hit. "El cambio cultural: soy yo y es ahora". Legiones de empresarios top caminaban por los pasillos del Sheraton, sede del encuentro, y se podía leer en sus labios que iban recitando, como un mantra: "Soy yo y es ahora". Por cierto, desmiento una versión que circuló acá, según la cual en el espejo de un baño alguien había escrito: "Soy yo y es ahora. Lilita Carrió". No es verdad. Fui a ese baño (se había formado una larga cola para ver el grafiti del que hablaba todo el mundo) y en el espejo había otra leyenda. "Soy yo y es en octubre de 2019. Mauricio Macri".
En el lobby, un viejo analista político decía, frente a un grupo de ejecutivos, que en el país está todo dado para la aparición de un Bolsonaro. "¿Y de una Bolsonara?", le preguntaron. "De eso hablo, señores", respondió, circunspecto.
Juan Germano, de Isonomía, me contó que, efectivamente, sus encuestas muestran que cae la imagen de todos los candidatos y ninguno sube. "Si alguien lograra capitalizar eso, arrasaría. Pero por ahora no aparece", dice Juan. Tampoco Tinelli, que mide poquísimo. Aire de familia: hemos pasado del "que se vayan todos" al "que no gobierne ninguno".
No por nada, el otro hit del Coloquio fue la palabra fracaso, que puesta en boca de Santiago Kovadloff, acaso el más aplaudido, adquirió perfiles épicos. "La Argentina está hipotecada por el fracaso. Pero si hay que fracasar, fracasemos en serio. Toquemos fondo. Se crece desde el fracaso y si nos convencemos de que el único camino es ser dignos de la Constitución", dijo, reflexivo y provocador. Santiago habla como piensa y como escribe: redondito. Lo odio: nunca fracasa.
Otro al que detesto por el mismo motivo es a Andrés Malamud, el cientista político que se radicó hace años en Portugal, donde es profesor en la Universidad de Lisboa. Como saben los lectores de LA NACION, la distancia no le impide analizar con gran lucidez lo que pasa en la Argentina. En IDEA descubrimos que además habla bien, con fuerza y con gracia, y le abrió una puerta a la esperanza. "Si ahora estamos pagando menos coimas es porque los coimeros están yendo presos", tiró. Se ganó una salva de aplausos, y en los pasillos le pedían selfies. Mi consejo: o se vuelve rápido a Lisboa o le van a proponer bolsonarizarse.
Obviamente, Andrés se refería a los cuadernos. Los benditos cuadernos de la coproducción Centeno/Cabot (que estuvo ayer en Mar del Plata y volvió a atrapar a la audiencia con sus relatos salvajes sobre la investigación) aparecieron prácticamente en todos los paneles. El empresariado reunido en IDEA tuvo que golpearse el pecho, porque muchos de los que hoy están presos o son investigados por pagar coimas eran asiduos concurrentes a los coloquios. "Son apenas 20 y acá somos 600", se defendió uno, micrófono en mano. En voz baja, alguien preguntó: "¿Qué hubiesen hecho esos 600 de haber estado en el lugar de esos 20?". No pude oír la respuesta.
Sí oí a Cristiano Rattazzi rezongar por las tasas de interés arriba del 70%. Dice que eso conduce a un parate de la economía. ¿Estás pidiendo un dólar todavía más alto?, quise saber, con malicia. "No, estoy pidiendo que las tasas bajen 30 puntos. El dólar ya encontrará su punto de equilibrio. El equilibrio de estos días es ficticio". Tano, querido, la industria está contigo.
Anoté otras frases. Juan Vaquer, presidente de Dupont y de ACDE: "La salida no será indolora". Tampoco incolora e insípida. Gabriela Renaudo, country manager de VISA: "La crisis no dibujará una U, sino una V. Caída brusca, pero rebote rápido". Qué grande: la V de la victoria. ¡Aguante la crisis! Enrique Cristofani, presidente del Santander Río: "La economía no está mal. Nuestro termómetro es la morosidad, que aumentó un poco, pero en relación con el PBI es muy baja". Es lo que yo decía: estamos bárbaro. María Eugenia Vidal, gobernadora de Buenos Aires: "La culpa es de Mauricio". Aclaro rápidamente, para que no se la interprete mal: hablaba de la "culpa" de que sea gobernadora; su gente jura sobre la Biblia que ella no le echa otras culpas al Presidente, y yo estoy haciendo esfuerzos enormes para creerle.
El espíritu conciliador del Coloquio suele expresarse también en su circuito under: esas decenas de encuentros que tienen lugar fuera del Sheraton. En el restaurante Sarasanegro, por ejemplo, anteanoche fui testigo de una comida de legisladores del oficialismo y la oposición. También estaba el empresario cervecero Fernando Sanchis. Un encuentro desparejo. De un lado de la mesa, el senador Bullrich, los diputados Eduardo Amadeo y Luciano Laspina y el procurador de la Ciudad, Gabriel Astarloa. Del otro, Marco Lavagna. Sí, solita su alma contra ese coro de optimistas irredimibles. Obviamente, me puse del lado de Lavagna. ¿Resultado del combate? No hubo combate. Un par de chicanas no hacen verano.
El Coloquio fue cerrado por Macri, al que se lo vio cansado, pero pum para arriba. "Soy yo y es ahora", repitió. Bueno, Mauricio, no te lo tomes tan en serio.