El día en que Magdalena contó que Isabel Perón la echó de Canal 7 y que durante la dictadura le dejaron una bala en su casa
En esa época, su teléfono podía sonar inquietante durante la madrugada sin que nadie le respondiera del otro lado de la línea o, peor aún, podía escuchar su propia voz grabada; precios que debía pagar por no callarse y no ser concesiva con el régimen castrense
- 4 minutos de lectura'
Esta nota fue publicada originalmente el 20 de marzo de 2022
Ese sábado fue un gran día para Magdalena Ruiz Guiñazú. Tras superar algunos problemitas de salud, que la obligaron a permanecer recluida un tiempo en su casa, hoy volvió presencialmente a hacerse cargo “muy contenta” del programa Magdalena y la noticia deseada, que conduce por Radio Mitre, junto a Miguel y Nicolás Wiñazki.
Hoy también la prestigiosa periodista será la invitada de Hablemos de otra cosa, el programa que conduce Pablo Sirvén.
De excelente humor, Magdalena abre las puertas de su casa al ciclo de LN+ para que la conversación transcurra en su frondoso jardín. Una ocasión más que propicia para rememorar momentos cruciales de su vida -como cuando al comienzo de la democracia recuperada, en 1983, integró la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep)- y también otros recuerdos más entrañables, por ejemplo cuando Jorge “Cacho” Fontana la convocó para que fuera movilera de su muy escuchado show radial matinal, por Radio Rivadavia.
El leiv motiv de esta emisión es proponerle a Magdalena hablar de viajes. De distintos tipos de travesías, desde las que emprendió cuando era pequeña, en plena Segunda Guerra Mundial, y su padre era embajador, hasta su estremecedora cobertura del viaje del papa Juan Pablo II al campo de concentración nazi Auschwitz, en Polonia, pasando por sus ganas de volver a Grecia o sus soñadas vacaciones en Uruguay o en Mar del Plata. Pero también confiesa que le encantaría hacer un viaje interespacial, aunque reconoce que “hay ciertas experiencias que son para las nuevas generaciones”.
Habla también con añoranzas de sus programas radiales en la primerísima mañana, que tenía dos despertadores por si fallaba uno, que nunca se acostumbró a esos madrugones, pero que igual los extraña. No recuerda haberse quedado alguna vez dormida, pero sí reconoce que su leal productora de toda la vida (Marta Lamas, que lo sigue siendo hoy en día) cierta vez la llamó cuando su presencia en la radio se demoraba. Infinitas anécdotas de despertar en medio de la noche cerrada y de atravesar la ciudad dormida rumbo a su micrófono.
“Si no tuviera una edad tan avanzada, lo volvería a hacer”, no lo duda. Califica de “fascinante” aquella mesa de trabajo repleta de diarios, recortes, mensajes escritos y con productores entrando y saliendo del estudio, tantas veces dando cuenta de episodios de los que se enteraba al mismo tiempo que el público y ella teniendo que dar testimonio en tiempo real de inesperados acontecimientos.
También recuerda episodios incómodos de su dilatada carrera, como cuando José María Villone, mandamás de las comunicaciones durante el turbulento gobierno de Isabel Perón le aplicó la “ley de prescindibilidad” y de un momento para otro la echaron de Canal 7 sin un peso de indemnización.
“Me acuerdo que una vez me dejaron una bala en el felpudo de la puerta de mi casa de un calibre mortífero -rescata un episodio de la época de la dictadura militar-; y con mi marido fuimos a la Comisaría 17 y me dijeron: ‘Y bueno, son cosas que pasan’”, como restándole importancia.
Eran los tiempos en que también en medio de la madrugada su teléfono podía sonar inquietante sin que nadie le respondiera del otro lado de la línea o, peor aún, escuchara su propia voz grabada. Precios que debía pagar por no callarse y no ser concesiva con el régimen castrense. De hecho, Magdalena fue la primera periodista en entrevistar por radio, antes de la recuperación de la democracia, a Hebe de Bonafini, lo cual no dejaba de tener su riesgo.
Durante la emisión, Magdalena vio y comentó varios materiales relacionados con su vida como, por ejemplo, cuando participó de aquella memorable juntada de personalidades que hizo Tato Bores en su programa, en 1992, a propósito de una censura que había sufrido uno de sus sketches cómicos por parte de la jueza María Servini, entonces todavía de Cubría. Hoy esa reunión sería imposible de hacer porque en ese momento convivieron en el mismo set personajes que hoy no se hablan por estar en veredas distintas de la famosa grieta. “Ese fenómeno se supera con la comprensión de que no tenemos todos un mismo pensamiento”, reflexiona Magdalena.
Hablemos de otra cosa se emite los sábados, a las 22, por LN+
LA NACIONOtras noticias de LN+
Más leídas de Política
Conflicto en la exWalmart. Denuncian a un dirigente de Moyano por pactar despidos en una empresa de De Narváez
"Se aferra a un dogma". Un diputado de Pro adelantó que votará contra el veto de Milei que frenó los fondos universitarios
La fábrica de billetes. Cómo fue la trama de corrupción, aprietes y promesas fallidas detrás de la empresa que cerrará Milei
Mensaje de Washington. Estados Unidos vuelve a advertir por la relación con China, tras el inesperado acercamiento de Milei