A todo o nada, la apuesta inevitable de Milei
El Presidente resolvió levantar el cepo tras acuerdo con el FMI, a pesar del riesgo inflacionario y de su impacto electoral; Santa Fe, la primera prueba para el armado de Karina Milei, por el que colisionó con Santiago Caputo
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Hay momentos en los que gobiernos enfrentan encrucijadas irremediables, no porque los entusiasme, sino porque no les quedan alternativas. Puntos que quedan marcados en la historia porque acertaron o erraron. El match point de la película de Woody Allen, cuando la pelota cae de un lado o del otro de la red. Le pasó a Raúl Alfonsín y la ilusión del Plan Austral; Carlos Menem y la convertibilidad hasta que duela; Néstor Kirchner y la historia de la soberanía económica; Cristina y los controles para todos y todas; Mauricio Macri y el regreso urgente al FMI; Alberto Fernández y la explosión del Estado.

El viernes fue el momento decisivo de Javier Milei como presidente; el instante crucial en el que las cartas se despliegan sobre la mesa y no queda más que ver si fue suficiente para ganar la partida. En una sola tarde se anunció el acuerdo con el FMI con un monto de desembolsos muy contundente, pero también se resolvió levantar el cepo cambiario, una promesa del Presidente, que en algún momento deseó postergar para después de las elecciones para evitar un impacto inflacionario. Todo de una sola vez, como las grandes apuestas.
Hay tres realidades que terminaron por converger en esa tarde-noche de súper acción. Por un lado la necesidad forzosa de cerrar con el FMI para calmar la inestabilidad de los mercados, aunque el precio fuera enfrentar la incertidumbre de la salida del cepo y aceptar una amplitud de las bandas de flotación más anchas que la que hubiesen deseado.

Era el nudo pendiente desde el principio del programa, la variable que condicionaba el rumbo de los mercados. Milei y Caputo siempre habían sido nítidos y decididos en lo fiscal, pero cautos y ambiguos en lo cambiario. Esa etapa llegó a su fin esta semana. No les quedaba margen para más, había una dinámica agotada.
En Wall Street elogian la determinación presidencial de asumir semejante riesgo a pesar de estar en un año electoral. Piensan que Milei dio una señal de convicción al elegir una respuesta más sólida en lo económico, a pesar del eventual costo político de perder popularidad por un impacto en precios. Por eso pronostican que habrá una fuerte caída del riesgo país y que los bonos en dólares, así como los bonos y acciones en pesos ajustados por inflación tendrán una curva ascendente. Habrá que ver. La reacción de los mercados a partir del lunes va a terminar de definir la suerte de las medidas.
Mientras tanto, sólo quedan preguntas en el aire: ¿el equilibrio fiscal y la moderación monetaria serán un antídoto suficiente para generar confiabilidad en el plan y evitar que se repitan experiencias anteriores que terminaron en corridas contra el peso? Es la gran novedad que aporta la gestión libertaria y el argumento principal para decir que “esta vez va a ser distinto”. ¿Los exportadores acompañarán los cambios y liquidarán sus cosechas para robustecer las reservas y generar una mayor contención? Durante el fin de semana pareció haber buen ánimo en los intercambios de mensajes entre ellos. ¿Está preparada la Argentina para una flotación administrada del dólar sin generar una disrupción en el tipo de cambio?

El segundo vector es que el Gobierno necesitaba imperiosamente encontrar un punto de apoyo desde el cual relanzar una gestión que sufrió una erosión visible en los últimos dos meses y medio. La inflación, el dinamizador de la narrativa transformadora de los libertarios sufrió ese mismo viernes un retroceso grave, al instalarse en el 3,7%. Más allá de las explicaciones técnicas, sectores de consumo clave retomaron una dinámica alcista y eso amenazaba con quitarle brillo al principal logro de la gestión.
En ese contexto, el relanzamiento de la política económica a partir del nuevo escenario cambiario arriesga lo logrado, porque parece difícil evitar un salto devaluatorio que desmejore los índices de precios en lo inmediato. Sin embargo, también abre la puerta a la posibilidad de un despegue productivo en los meses subsiguientes a partir de la liberalización del tipo de cambio. Las reacciones de las entidades empresariales parecen dar cuenta de ello.
