Amigo de Carlos Menem y de crear controversias
Vázquez llegó a la Corte a fines de 1994
Adolfo Vázquez era el último amigo explícito del ex presidente Carlos Menem en la Corte Suprema de Justicia. También, a los 66 años, el jurista más afín a las frases polémicas y de fuerte tono político.
Su fallido intento de obtener asilo político en Uruguay, aduciendo una persecución, no sorprendió. Ya en diciembre de 2003, cuando asomaba su destino aciago, dijo que su permanencia en la Corte era la única garantía de pluralidad y transparencia en el tribunal.
Soslayó así su pertenencia a la cuestionada "mayoría automática", que integró junto con Julio Nazareno, Eduardo Moliné O´Connor, Guillermo López y Antonio Boggiano. Los tres primeros ya no integran la Corte.
Pero a diferencia de Boggiano, más cuidadoso, Vázquez participó en varios escándalos del tribunal desde que asumió, el 7 de diciembre de 1994, en reemplazo de Ricardo Levene.
Su primera tormenta en la Corte se gestó en cuestión de horas, aunque sólo estalló en agosto de 1995, cuando trascendió la carta que le había escrito a Menem cinco minutos después de que el Senado votara su pliego.
"Mi muy querido presidente y amigo", escribió, y subrayó a mano. "Ahora le pido a Dios que me dé lucidez y la oportunidad de demostrar que, una vez más, tu decisión no ha sido equivocada al proponerme para tan honroso cargo."
Nacido en junio de 1938, militante peronista desde los años 50, siempre ostentó buenos contactos. Especialista en derecho administrativo y juez entre 1984 y 1989, ejerció desde entonces como camarista civil y comercial, hasta ingresar en la Corte.
En 1971 fue procurador general porteño, y entre los años 70 y 80 ocupó cargos jerárquicos en Ferrocarriles Argentinos. También fue gerente de la Comisión de Grandes Obras Mesopotámicas Zárate-Brazo Largo, Salto Grande. Pero la Corte lo marcó y se acumularon las denuncias.
En 1997 afrontó dos pedidos de juicio político -de la Federación Argentina de Colegios de Abogados y de la Cámara de Diputados- por un presunto pedido de coima. Otras acusaciones se sumaron en su contra, pero nunca prosperaron.
Poco respetado por sus pares, que jamás se solidarizaron con él, Vázquez concentró sus fuerzas en otras metas, como lograr la redolarización de los depósitos bancarios pesificados y, años antes, impulsar a Menem para el Premio Nobel de la Paz.
Tras la muerte de su esposa en el aeropuerto de Ezeiza, donde no recibió atención médica adecuada, Vázquez demandó a los Estados provincial y nacional, y se quejó de las demoras en lograr una condena.
Olvidando su cargo en la Corte y los planteos esgrimidos en su contra por falta de idoneidad, credibilidad y ejemplaridad, afirmó: "La Justicia está dejando mucho que desear".