
Arroyo Verde es un boom turístico en Gualeguaychú
El corte, un polo de atracción distinto
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GUALEGUAYCHU.- Los famosos carnavales, las aguas termales y las playas cercanas al río ya no tienen la exclusividad como principales atractivos turísticos de esta ciudad.
Arroyo Verde, en el kilómetro 28 de la ruta que lleva al puente General San Martín, se ha convertido en parada obligada para muchos turistas nacionales y extranjeros que llegan aquí atraídos por la curiosidad de un modo de protesta que la mayoría no llega a entender del todo.
En autos particulares, llevados por agencias de turismo e incluso asesorados, por lo bajo, por empleados de la Secretaría de Turismo local, los veraneantes llegan a conocer el lugar que los asambleístas mantienen cortado desde noviembre de 2006 en su lucha contra la planta productora de celulosa que la empresa finlandesa Botnia ha construido en Fray Bentos.
"Vienen, preguntan y se van para allá. A los que no tienen auto se los lleva hasta Arroyo Verde. Están siempre muy interesados en conocer ese lugar", dice a LA NACION una empleada de la Secretaría de Turismo que prefiere no dar su nombre.
Rubia y bronceada, la joven empleada (que dice haber llevado turistas en calidad de guía hasta la zona del corte) afirma que las visitas redundan en beneficio de la protesta. "La mayoría sale convencida de que esta pelea es justa", destaca.
Claudina, de Voila Viajes, en la costanera, lo confirma: "Es mucha la gente que nos pregunta cómo llegar al lugar del corte. Según tengan auto o no, desde aquí se los ayuda a hacer el contacto con el lugar".
Claro que en Arroyo Verde quienes dan a los turistas las razones de su rechazo a la instalación de Botnia son, muchas veces, guías improvisados. "El que está por acá de guardia los atiende y les cuenta de qué se trata todo esto", dice Norma, la encargada del puesto de "merchandasing asambleísta", en la construcción ubicada al costado de la ruta.
Mapas de "zonas rojas" de contaminación y el voluminoso libro de visitas completa el improvisado tour.
Remeras y musculosas negras con la consigna "No a las papeleras" se consiguen allí a $ 20, pero también hay mates, almanaques con imágenes de las marchas más concurridas sobre el puente y paraguas alusivos. "Los días de semana la venta baja un poco -cuenta Norma-, pero sábados y domingos esto se llena", asegura.
Esa rentable fuente de ingresos se combina con otra gentileza para el turista. En algunos casos, un asambleísta acompaña a los recién llegados que así lo desean a conocer el puente (a unos 14 kilómetros desde ese puesto) con el objetivo de mostrarle "la cercanía de Botnia y los perjuicios que puede causar".
"Vinimos al carnaval y decidimos también pasar por acá", dicen Analía y Andrés, dos tucumanos que llegaron a Gualeguaychú días atrás. Se fueron conformes con las explicaciones que les dieron, que no conocían del todo.
"Quisimos venir, aunque tenemos pocos días de vacaciones", afirman Lucas y Judith, dos jóvenes rosarinos que llegaron con su auto hasta el dominio asambleísta.
Pegados en el auto
En otra arista de la lucha por poner de su lado a los turistas, los asambleístas organizaron anteanoche una multitudinaria caminata por la costanera. Entre aplausos, batucadas y gritos de guerra contra el Gobierno y la prensa nacional, los protagonistas de la protesta repartieron calcomanías y folletos entre los negocios y bares céntricos. Reunieron un millar de personas, aunque los asambleístas calcularon por lo menos el doble.
"¡No peguemos calcomanías si la gente no quiere! ¡Pidamos permiso!", gritó, micrófono en mano, el asambleísta Osvaldo Moussou a los encargados de la tarea, en un intento por organizar la protesta. En la mayoría de los autos dejan pegar la calcomanía, algunos de sus ocupantes ponen cara de pocos amigos.
"Este es el mensaje que llevamos ayer a la Casa Rosada. Cuando Gualeguaychú es convocado, responde", gritó el asambleísta Juan Veronesi cuando todo terminaba.
"¿Ya empezó a funcionar Botnia?" ¿Dónde queda?" preguntaron a LA NACION Matías y Gastón, dos jóvenes porteños de 21 años, poco preocupados por la manifestación que intentó, en vano, sumarlos a la lucha contra la continuidad de la planta papelera.




