G20: carcajadas, quejas y corridas en los primeros minutos de la cumbre
La pantalla gigante ubicada en un extremo del área de trabajo de la prensa parece un espejo de figuras deformadas. De un lado, los máximos líderes del mundo se acomodan para la foto de familia. Del otro, periodistas de todo el planeta agolpan para ver las primeras imágenes de la cumbre que los trajo hasta la Argentina.
Los comentarios por lo bajo de idiomas que se mezclaban en el aire se unen de pronto en una carcajada. Los enviados de todo el mundo celebran a pura risa el saludo con choque de palmas entre el presidente de Rusia, Vladimir Putin , y el príncipe saudí, Mohammed ben Salman . Sonrisas de un lado y del otro del espejo.
Aunque la acción entre los mandatarios transcurre en el predio de Costa Salguero, a 5 kilómetros de distancia del centro internacional de prensa, situado en Parque Norte, el clima de la cumbre se instaló con fuerza desde la mañana en toda el área de acceso restringida, a orillas del Río de la Plata.
El poder y el acceso se definen en una escala cromática de tres escalones: los de credencial amarilla solo pueden entrar en el pabellón de prensa; los que tienen celeste son integrantes de delegaciones y de la organización y pueden acceder a todos los pabellones, menos al área roja; el último sector está restringido para los líderes
Hasta los controles para el ingreso son más estrictos que ayer. Los micros que llegan desde los tres puntos de encuentro son revisados por efectivos de Gendarmería, un kilómetro antes de llegar a Parque Norte.
En Costa Salguero el clima se torna más tenso todavía. La entrada del predio está custodiada por dos jeeps del Ejército, con cuatro soldados provistos de armas largas y cascos con miras telescópicas. Para llegar desde Parque Norte, hay que tramitar un permiso y tomar un ómnibus, que tarda 12 minutos.
En las horas previas a la apertura de la cumbre, toda la zona aumenta su ritmo de golpe. En el centro internacional de prensa no alcanzan las sillas para los periodistas. Para colmo, el servicio de internet es pésimo. Los ánimos están crispados.
En la ciudad de utilería que contiene Costa Salguero, parecida a la que recorría Jim Carrey en The Truman Show, aceleran el paso hombres de traje y corbata, delegados árabes con turbante y efectivos de seguridad, también de traje. Algunos se mueven en carros de golf, con varias hileras de asientos.
El poder y el acceso se definen en una escala cromática de tres escalones. Los de credencial amarilla solo pueden entrar en el pabellón de prensa. Los de credencial celeste son integrantes de delegaciones y de la organización y pueden acceder a todos los pabellones, menos al área roja. Ese último sector está restringido para los líderes.
En la ciudad de utilería que contiene Costa Salguero, parecida a la que recorría Jim Carrey en The Truman Show, aceleran el paso hombres de traje y corbata, delegados árabes con turbante y efectivos de seguridad
Tras superar los controles de seguridad, a cargo de personal que chequea las credenciales con scanners de mano, una periodista francesa se sorprende. Va con el teléfono en la mano y acaba de leer las noticias sobre el sismo en Buenos Aires. "Habrá sido en otra Buenos Aires. Acá no se sintió nada", sentencia una periodista de tono español.
Justo en la puerta del pabellón amarillo, una calcomanía roja en la vereda: "Inspeccionado. Departamento de Explosivos FPA". Hay una igual en el ingreso de todos los pabellones. En minutos arranca una conferencia conjunta de Francia y China, en una de las cinco salas de conferencia.
En la sala número uno el personal de la organización corre desesperado entre las sillas blancas para llegar a tiempo a distribuir los auriculares de traducción simultánea. A cada lado del salón, hay cabinas donde se ubican los traductores. Sin perder los modos diplomáticos, discuten antes de la conferencia sobre la cantidad de idiomas a tomar en cuenta. Deciden traducir al inglés, al español y al chino.
En el centro internacional de prensa la atracción son las conferencias de los funcionarios argentinos, en un extremo del salón comedor. Como la que dieron el canciller Jorge Faurie y el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne . Justo cuando los funcionarios enfrentaban a la prensa, llegaban los primeros mandatarios a Costa Salguero. Justo en ese momento se conocía la declaración de la vocera de Donald Trump, Sarah Huckabee, protagonista del primer día de la cumbre.
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