Cómo vivieron gobernadores y sindicalistas el discurso de Macri en el CCK
Tanto los gobernadores como los sindicalistas se mostraron serios en el evento que se realizó este mediodía; fue llamativo que ningún funcionario aplaudiera durante las palabras del Presidente
“Parece que el jefe se está haciendo desear”, comentaba un joven funcionario. Eran las doce y veinte, y el presidente Mauricio Macri extendía de manera inusual la previa desu esperado discurso, en el colmado octavo piso del CCK, conocido como “la cúpula”. De repente, Eduardo Eurnekián se paró y enfiló hacia la salida, tal vez molesto por la ubicación que le dieron, lejos de la primera fila, según especuló otro funcionario.
Una verdadera “selección” de dirigentes de lo que el Presidente denomina “el círculo rojo” se juntó este mediodía para escuchar la hoja de ruta del Gobierno. Los gobernadores, que estuvieron en la primera fila, se sintieron destinatarios de muchas de las críticas, y a la vez aprovecharon para enviar mensajes políticos, al igual que la Casa Rosada.
Sin embargo, las molestias no se repercutieron en sus caras. En todo momento, tal vez advirtiendo la gran presencia de cámaras, mantuvieron un gesto adusto y muy serio.
Un solitario Angel Rozas-todavía senador, pero ya no más presidente de su bloque-dio inicio al desfile de dirigentes, minutos antes de las 11. El sindicalismo, con Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña a la cabeza, inauguró una catarata de opiniones previas llenas de resquemores por lo que los tocaría escuchar un rato más tarde. “Algunos trascendidos son complicados”, dijo Daer al llegar al edificio. Después de saludarse con un beso en la mejilla con el Presidente, él y sus compañeros de la CGT escucharon su discurso. Se fueron, en su mayoría, más preocupados que cuando ingresaron al ex Correo Central. Una excepción: Ramón Ayala, sucesor del fallecido Jerónimo “Momo” Venegas en Uatre, que elogió los acuerdos, “porque muestran la voluntad de encarar reformas que necesita el país”.
De repente, una decena de gobernadores ingresaron juntos. Los “acompañaba” un sonriente Miguel Pichetto, el jefe del bloque del FPV en el Senado, que incluso detuvo su marcha para hablar con la prensa. Los funcionarios nacionales, como contrapartida, no se detuvieron, aunque el jefe de gabinete Marcos Peña anticipó que más tarde contestaría preguntas, cosa que hizo durante un largo rato luego de las palabras del primer mandatario. La excepción, en este caso, la hizo el ministro de Justicia, Germán Garavano, satisfecho por la renuncia de la Procuradora General de la Nación, cuando faltaban cinco minutos para el mediodía.
El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, ingresó junto a su colega Elena Highton de Nolasco y tuvo una ubicación privilegiada: al lado del jefe de gabinete. Como para recibir, con mejor ánimos, la proyectada y renovada embestida de Elisa Carrió.
Opositores y oficialistas se mezclaron durante el discurso. Una peculiaridad es que nadie aplaudió durante el tiempo que duraron las palabras del presidente. Ni siquiera un tímido murmullo de asentimiento.
A tono con el discurso de “búsqueda de consenso”, el gobernador radical jujeño Gerardo Morales, por caso, estuvo sentado entre dos mandatarios distanciados de la Casa Rosada, el fomoseño Gildo Insfrán y el pampeano Carlos Verna. El puntano Alberto Rodríguez Saá, otro de los que marcan distancia con Balcarce 50, brilló por su ausencia, aunque envió a su vice Carlos Ponce en representación de San Luis. El único faltazo oficialista entre los gobernadores fue el del correntino Ricardo Colombi, por razones de salud y reemplazado por su inminente sucesor, Gustavo Valdés.
Los intendentes no fueron invitados esta vez, aunque hubo una excepción: el catamarqueño Raúl Jalil, que gobierna la capital de Catamarca. En el Ministerio del Interior lo explicaban por lo bajo: sería el “elegido” para aliarse a Cambiemos y disputar la gobernación en 2019
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