Cristina Kirchner, el día en que encaró a los jueces: “A mí me absolvió la historia”
La expresidenta habló en el inicio del juicio, poco después del triunfo del Frente de Todos en 2019; volvió a hacerlo antes de la sentencia, con un mensaje áspero
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Desafiante, a los gritos, golpeando el estrado y mirando a la cara a los jueces, Cristina Kirchner descalificó al tribunal que finalmente la condenaría en la causa Vialidad en su única declaración presencial durante el proceso.
“Este es un tribunal del lawfare que seguramente tiene la condena escrita. A mí me absolvió la historia y me va a absolver la historia. Y a ustedes seguramente los va a condenar la historia. ¿Preguntas? Preguntas tienen que contestar ustedes, no yo”, les dijo la mañana del 2 de diciembre de 2019, apenas una semana antes de asumir como vicepresidenta de la Nación. Con el peso de haber triunfado en primera vuelta con su estrategia de unir el peronismo en el Frente de Todos y promover a Alberto Fernández a la cima de la boleta.

Hizo uso de ironías y, rodeada de sus exfuncionarios más fieles, descalificó al Tribunal Oral Federal 2.
“El plan fue ideado para una feroz e inédita persecución para quien fuera dos veces presidenta de la República. Primero, multiplicidad de procesamientos. Soy jefa de cuatro asociaciones ilícitas, la verdad que no se como tuve tiempo para gobernar porque me la pasaba haciendo asociaciones ilícitas”, ironizó.
Dijo que había estado “dos años sin fueros por voluntad propia”. Y sugirió: “Bastó que fuera electa senadora. La construcción mediática del Gobierno buscaba decir que no podía ir presa porque tenía fueros”.
Acusó al gobierno de Mauricio Macri de tener “una mesa judicial que decidía quién iba preso, quién no iba preso, a qué empresario había que apretar para sacarle la empresa o para que diga algo en los medios”. El mensaje de Cristina Kirchner tenía como destinatarios a Fabián “Pepín” Rodríguez Simón y José Torello, los principales asesores judiciales de Macri, pero también mencionó al ministro de Justicia, Germán Garavano y al secretario Legal y Técnico e histórico abogado de Macri, Pablo Clausellas.
No había registros históricos de lo que ocurrió aquel día en los tribunales de Comodoro Py: una expresidenta, elegida vicepresidente, que declaraba en un juicio oral y público y que hacía tal exhibición de poder, poniéndose por encima de los jueces, a los que directamente desconoció como representantes de la ley.
En la sala de audiencias, denominada AMIA porque allí se hizo el primer juicio oral por el atentado contra la mutual judía, la acompañaron Eduardo “Wado” de Pedro; Eduardo Valdés; Abel Fatala; Tati Almeida, de Madres de Plaza de Mayo (LF); Martín Sabbatella; Adolfo Pérez Esquivel; Juan Cabandié; Jorge Taiana; Estela de Carlotto; Aníbal Fernández; Florencia Saintout, y Juan Martín Mena, entre otros. Algunos de ellos se preparaban para asumir cargos de relevancia.
Ni Lázaro Báez ni Julio De Vido ni José López, acusados en el juicio que estaban presos, pidieron ser trasladados para escuchar la indagatoria de la expresidenta.
Carlos Zannini llegó tarde. Una hora después de que Cristina había comenzado declarar se lo vio deambular por la planta baja del edificio. Se acreditó en el sexto piso, donde están las oficinas del tribunal, y después se encontró con su abogado Mariano Fragueiro.
Cristina Kirchner se refirió con frecuencia a la prohibición del tribunal de transmitir en vivo su indagatoria.
El clima en la sala de la audiencia era tenso. La expresidenta se refirió señalándolos con el dedo con frecuencia a los jueces que integran el tribunal. Rodrigo Giménez Uriburu, quien presidía, manejó la audiencia hasta que promediaba, ante la vehemencia de la acusada.
Tuvo dos incidencias cuando Cristina se interrumpió y mirándolo fijamente le dijo, como si se tratara de un ayudante de ella: “Infórmeme, por favor, cuántas audiencias lleva este juicio”. El juez le contestó con calma: “En otras circunstancias, con gusto, pero en este momento está en indagatoria”. “Acá me hacen señas con la mano que cinco”, le respondió Cristina.
Otro momento de zozobra ocurrió cuando el ruido de un taladro se filtró en la sala y le impidió a Kirchner continuar. “¡Por favor, no puedo gritar!”, se quejó la expresidenta. Giménez Uriburu pidió al secretario: “Por favor, haga cesar esa molestia”, y ordenó un cuarto intermedio de cinco minutos, que bastaron para que el funcionario saliera de la sala y les pidiera a los trabajadores que interrumpieran su tarea.
Más allá de esas escenas, hasta allí todo transcurría con normalidad, como en cualquier juicio. Pero cuando Cristina se apartó del guion que había preparado su abogado, Carlos Beraldi, y empezó subir la voz, la audiencia se desvirtuó. Por momentos habló tan fuerte que su declaración, que se hizo en el subsuelo, se escuchaba desde los pasillos de tribunales de la planta baja, sin necesidad de entrar a la sala.
Nadie la interrumpió, ni los jueces ni los querellantes, mientras la platea la aplaudía a rabiar.
Las últimas palabras
Cristina Kirchner volvió a hablar en el juicio tres años después, en lo que fueron sus “últimas palabras”. Lo hizo por teleconferencia.
“Este tribunal es un pelotón de fusilamiento”, afirmó.
Y añadió: “Últimas palabras, nunca un término judicial tan apropiado para definir lo que es este juicio o este tribunal, Ministerio Público Fiscal incluido. Si el 2 de diciembre de 2019, cuando me tocó hablar por primera vez ante este tribunal, dije que era el tribunal del lawfare, después de todo lo que me ha tocado vivir, fui muy generosa. En realidad, este tribunal es un pelotón de fusilamiento y se inició a partir de la increíble diatriba -no se puede denominar acusación o alegato- de los 20 días en los que los fiscales se dedicaron a actuar cual editorial de clarín o la nación. Merecerían ser los periodistas estrella de estos medios".
El fiscal Diego Luciani ya había pedido una condena de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua. La mitad de lo que finalmente fijaría el tribunal.

“Durante 20 días, inventaron hechos, ocultaron otros, tergiversaron y mintieron. Y finalmente, un 1° de septiembre, después de que aquel 22 de agosto, 50 años después de algún otro fusilamiento más trágico que tuvo la historia (Masacre de Trelew)...”. En ese punto, Cristina vinculó el intento de homicidio en su contra de 2022 con el fiscal Luciani: “El 1° de septiembre, una persona (Sabag Montiel) disparó. La mujer que lo acompañaba (Brenda Uliarte), lo seguía en Facebook al fiscal (Diego) Luciani”.
“¿En serio creen que nuestro gobiernos cometieron un fraude en perjuicio de la administración pública? ¿Mi gobierno, que entregó un país desendeudado? ¿El de Néstor Kirchner, que le pagó al FMI? ¿Nosostros estafamos al país cuando las condiciones de vida de la gente eran muy superiores a las de hoy?”, enfatizó.
Cristina Kirchner sostuvo que “esta suerte de pelotón de fusilamiento tiene por objetivo, y tuvo por objeto, desde el principio, estigmatizar a un espacio político y, fundamentalmente, a quien tiene el mayor grado de representación de ese espacio. No porque se me ocurra a mí, sino porque las votaciones determinaron darme ese lugar”.
En ese sentido, volvió sobre la idea de un “Partido Judicial que vino a sustituir al viejo Partido Militar, que impedía expresarse libremente a la voluntad popular, que condicionaba a la democracia”. “Hoy, el Partido Judicial también cumple este rol, obturar las posibilidades de expresión en democracia y fundamentalmente, estigmatizar y disciplinar a los dirigentes en Argentina”, subrayó.
Denunció que la sentencia estaba escrita desde el día uno: “No tengo dudas de que esta causa va a ser estudiada en el futuro como un ejemplo absoluto de cómo funcionaban las instituciones en Argentina en este período tan nefasto en que los juzgados han dejado de ser juzgados para convertirse en partidos políticos”.

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