El futuro imperfecto de Juntos por el Cambio
Además de un cambio político que bien podría ser una regresión a la década ganada, detrás de la preanunciada derrota de Mauricio Macri se oculta la enésima reformulación de las fuerzas unidas por el deseo de no formar parte del peronismo.
El futuro no está escrito, pero fue votado de manera drástica. Cuesta imaginar que la ilusión del macrismo de revertir el resultado del 11 de agosto sea algo más que un acto de responsabilidad política en busca de la mayor cantidad de votos y de bancas legislativas posibles. Las preguntas que siguen, en ese caso, serían: ¿Para qué y para quién? Si el desplazamiento del poder se confirma en las elecciones que vienen lo que seguirá para Juntos para el Cambio será discutir sobre su existencia y su razón de ser. Aun en sistemas que tienden a la hegemonía como el argentino, el papel y la fuerza de la oposición determinan la propia calidad institucional de un país. Parece abstracto hasta y alejado de las necesidades urgentes. Nunca lo será.
Definido como un espacio gregario detrás de Mauricio Macri para derrotar al kirchnerismo, Cambiemos no fue pensado para perdurar fuera del poder. Tampoco Macri entregó nunca la certeza de que la política es su vocación definitiva, aunque sus casi dos décadas en ella lo hayan transformado. Será ahora, si debe entregarle el mando a Alberto Fernández, que se sabrá si para él fue una etapa más de su vida o su verdadera razón de ser. En esa definición personal, íntima, nace la posibilidad de seguir siendo el líder de un espacio que entrará en una crisis irremediable. ¿Será Macri el jefe de la oposición? ¿Lo desea? Y, más importante: ¿Tiene chances de serlo si ese lugar le es disputado por Horacio Rodríguez Larreta? El jefe de Gobierno porteño gobernará el único espacio del viejo macrismo en medio de un mar dominado por el peronismo kirchnerista.
El PRO tendrá que afrontar por primera vez una etapa de descenso luego de una corta temporada en la cumbre. Dicen los montañistas que bajar suele ser más tortuoso que subir. La pregunta sobre el papel de Macri es también asimilable a María Eugenia Vidal. La gobernadora bajará al llano derrotada pero convertida en dirigente nacional. En ella, el país no peronista pondrá expectativas que solo serán posibles si demuestra que la ambición por el regreso es más fuerte que la adversidad.
En el Congreso, un espacio al que se acostumbró a vivir sin la expectativa de gobernar, el radicalismo tiene a su vez que afrontar la discusión de su destino. Regresará, como si alguna vez se hubiese ido, el debate sobre la pertenencia a Cambiemos. Si estuvo incómoda como invitada secundaria al poder, es bien posible que la UCR se sumerja una vez más en un proceso que remede a Seis personajes en busca de un autor, la obra de Luigi Pirandello. Desde hace más de 20 años, son dirigentes en busca de un líder. Creyeron encontrarlo en Macri, más unidos por el espanto al kirchnerismo que por el amor a un camino compartido. Ese experimento está por terminar y lo nuevo empezará a oscuras, a la sombra del regreso peronista, eterna contracara de un país que se repite.
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