El Radicalismo debe evitar la agonía
La UCR atraviesa una de sus crisis más profundas; una mirada sobre las formas de reconstruir el partido
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El Radicalismo está atravesando una de las crisis más profundas de su historia. Esta es una verdad ineludible que nos interpela y de la que no podemos ni debemos escapar. La percibimos no solo los dirigentes, la percibe la gente, se percibe en la calle. En la mirada de la sociedad hay una pregunta, casi un reclamo: ¿qué es de ese partido, la centenaria UCR, de su historia, de su lucha por la recuperación de la democracia?
Antes de continuar, quiero aclarar que estas reflexiones las realizo, exclusivamente, desde el lugar que abracé en mi adolescencia y jamás dejaré: el de un militante político.
Pienso en una pregunta clave que debemos hacernos todos los radicales: ¿Estamos a la altura de los tiempos que vivimos? Sabemos que hemos atravesado situaciones difíciles a lo largo de nuestra historia: hemos ganado elecciones, hemos perdido, pero nunca habíamos estado fuera de la conversación social en los términos en que hoy nos encontramos.
Aun en las derrotas, los valores nos unían con la sociedad, por encima de los candidatos y siempre tuvimos algo que decir. Estoy convencido que, si hoy no hacemos algo, significará resignarnos a vivir en la irrelevancia como fuerza política. No tenemos derecho, no lo merece la historia ni los prohombres del Radicalismo, ni la democracia, ni la República, ni los argentinos ni los que siguen creyendo en los valores que ha representado nuestro partido por más de cien años.
Por eso creo que debemos ponernos de pie. Los que estemos, los que quieran estar y los que quieran venir, los que compartan nuestros valores, los que se quieran comprometer a recuperar el vínculo con la sociedad, actuando sin hipocresía, con humildad, escuchando las prioridades y los nuevos interrogantes.
Por supuesto que debemos actualizar nuestro pensamiento frente a la incertidumbre del tiempo que vivimos y a su complejidad, tanto en el país como en el mundo.
Debemos reconstruir una narrativa hoy perdida y marcar nuestra diferencia con los extremos que nos tienen atrapados con pinzas. Tenemos que poder salir de esos extremos y, por supuesto, de cualquier tipo de populismo al que combatimos y combatiremos siempre.
Debemos dejar de ser percibidos como un partido que solo tiene emprendimientos políticos personales. Si no somos capaces de tener un proyecto común para ofrecer al país, no hay ni volverá a haber partido político nacional. Habrá solo emprendimientos personales territoriales, y como consecuencia lógica, la libertad a cada uno de hacer lo que le convenga.
No alcanza con recordar a nuestros muertos, hay que trabajar por un proyecto. La nostalgia paraliza. Lo contrario es la valentía para cambiar las cosas.
Para ponernos de pie debemos enfrentar esta crisis reafirmando el Radicalismo con sentido plural. Decirnos que hemos nacido para defender las instituciones, esas que hacen al Estado concebido como organizador político y social. Que somos una fuerza política atada a la libertad como fuerza movilizadora de dignidad y de derechos. Que somos un partido que lucha por la República, por la idea de progreso social, de justicia y de crecimiento de todos los argentinos. Que lucha y luchará por una educación que nos abrace a todos sin excepción, porque estamos convencidos que sin educación no hay proyecto de futuro, ni integración social ni desarrollo económico. Los países son viables y previsibles cuando el conocimiento es la base de la generación de trabajo para consolidar igualdad.
Lo que se requiere en estos momentos es una dirigencia dispuesta a salir y no quedarse en la fragmentación. No pensar cuántos somos, sino estar convencidos de que somos capaces de emprender ese camino.
No tenemos derecho a volver atrás, el país necesita a la UCR, la democracia nos necesita, no seamos indiferentes, estamos a tiempo.
*El autor es dirigente de la UCR






