Alberto Fernández busca potenciar la Celac para revitalizar la unidad en la región
Planea reeditar el organismo, en alianza con México, que asumirá la presidencia pro tempore; no relanzará la Unasur
Entre los planes de Alberto Fernández para reeditar la unidad regional no está la creación de un nuevo organismo similar a lo que fue la Unasur, sino que planea revitalizar a la Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) como centro de concertación de los países de América Latina.
La Cancillería, que conduce Felipe Solá, ve con expectativa la confirmación de que México ocupará en 2020 la presidencia pro tempore de la Celac. Fernández y su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador, comparten la ambición de volver a generar un escenario de unidad regional abarcativo y que no esté contaminado por ideologías extremas.
Ambos ven en la Celac una oportunidad para fortalecer el peso político de la región en el mundo, teniendo en cuenta que el ente, integrado por 33 miembros, representa más del 7% del PBI mundial, además de estar integrado por el 17% de los miembros de las Naciones Unidas.
Para el Frente de Todos, la Celac le daría a la unidad regional un tono institucional mayor que el que puede obtener a través de otras agrupaciones que existen hoy. El gobierno argentino cree que la Celac supera en dimensión y proyección política al Grupo de Puebla, un foro de centroizquierda que nació en julio de este año, y al Grupo de Lima, que está integrado por países de la región, a los que se suma Canadá, y que está señalado por su dura acción contra el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
No a la Unasur
Tampoco se buscará relanzar la difunta Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), organismo que tuvo a Néstor Kirchner entre sus fundadores y que fue exponente de los gobiernos de centroizquierda y cercanos al chavismo en la década pasada.
El Prosur, en tanto, creado a principios de 2019, durante la presidencia de Mauricio Macri, junto al presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, y al de Chile, Sebastián Piñera, nunca terminó de ponerse en funcionamiento. "Fue solo discursivo", dicen en la Cancillería.
En línea con el objetivo de "desideologizar" la política exterior, el gobierno de Fernández aspira a generar un escenario de diálogo fluido con otros gobiernos con los que no necesariamente comparte las prioridades de gobierno, como Brasil, Chile o el futuro gobierno de Uruguay.
Los roces que hubo con Bolsonaro antes de la asunción parecieron frenarse una vez que Fernández llegó a la Casa Rosada, lo que generó expectativa en el Gobierno. La invitación del brasileño al Presidente para que viaje a Brasilia fue bien recibida por la cartera que conduce Felipe Solá, y el embajador designado en Brasil, Daniel Scioli, ocupará la embajada con el mandato de mantener la distensión entre los gobiernos pese a la relación personal ríspida entre los dirigentes. El Gobierno apuesta a los dotes de "componedor" del exgobernador bonaerense.
Con Chile, en tanto, las expectativas son altas. En el Gobierno afirman que durante la presidencia de Cristina Kirchner el vínculo con Piñera -mientras estaba en el gobierno- fue bueno pese a que las posturas políticas eran disímiles. "No habría razón para que la relación no sea buena ahora también", remarcan en el Ministerio de Relaciones Exteriores, donde observan con cierta preocupación el malestar social que estalló en el país vecino en los últimos meses.
Relaciones personales
El vínculo con Uruguay, en tanto, dependerá en buena medida de las relaciones interpersonales. Fernández es amigo del padre de Luis Lacalle Pou, el presidente electo, que asumirá en marzo y que llevará al Partido Nacional al poder, tras varias décadas en la oposición.
En el Gobierno señalan que el cambio de signo político puede relanzar las relaciones y recuerdan que el kirchnerismo no siempre tuvo buen vínculo con el Frente Amplio, con el que mantuvo enfrentamientos por la instalación de la pastera ubicada en Fray Bentos. Tampoco olvidan los insultos del exmandatario José Mujica a los Kirchner, cuando en abril de 2013 dijo: "Esta vieja es peor que el tuerto", aunque luego pidió disculpas.
La crisis en Venezuela, en tanto, seguirá siendo un foco de tensión en la región, aunque Solá ya planteó que durante su gestión propondrá quitar a la crisis en ese país del centro permanente del debate, que también debería estar ocupado, dice, por las otras problemáticas que hoy aquejan a la región.
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