Fuerte preocupación de Silvina Batakis por el estado de las cuentas que dejó Martín Guzmán antes de irse
En Economía advierten que el déficit era superior al anunciado y que hubo gastos inesperados; los defensores del exministro replican que son argumentos para justificar los recortes que vendrán
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Cuando los colaboradores de Silvina Batakis desembarcaron en el Palacio de Hacienda la situación era crítica. Pero después de cotejar los números del gasto, el nuevo equipo económico asegura que la realidad resultó ser mucho peor.
Los funcionarios le atribuyen a Martín Guzmán un legado de tierra arrasada en materia presupuestaria. El descubrimiento provocó un tembladeral interno en el Gobierno, con el hallazgo de un déficit superior al informado. Si hubo números falseados, el cumplimiento de las metas previstas con el FMI se sostienen sobre un castillo de naipes.
“No hay plata”, es el lema desesperado que corroe por estas horas al Gobierno. “Se la gastó toda en seis meses, no hay para traer más barcos”, se sinceró en una charla interna un funcionario de La Cámpora vinculado al sector energético. Su desesperación apunta a los buques que traen gas importado. La Argentina ya lleva comprados 41 cargos de ese tipo. La última oferta se declaró desierta porque era imposible pagar el precio que pedía el mercado.
En el Ministerio de Economía confirman las revelaciones del kirchnerismo y aseguran que la distancia entre la creatividad presupuestaria y la realidad de la caja provocó la salida del secretario de Hacienda, Raúl Rigo.
El funcionario echado puede alegar que su partida coincidió con la de Guzmán y que ocurrió antes de que el equipo de Batakis llegara para revisar los libros. Pero el Gobierno explican que su renuncia iba a ser rechazada y que finalmente se la aceptó. ¿Qué cambió entre un momento y otro? “Lo echamos”, aseguran ahora en el Ministerio de Economía.
Desde el equipo de Batakis advierten que se detectaron “costos que no estaban previstos” en las pautas presupuestarias y que el déficit de 2,5% anual acordado con el FMI ya superaba el 4% cuando tomaron las riendas del Ministerio de Economía. Aluden a “medidas” tomadas en las últimas semanas de Guzmán que generaron una explosión del gasto, y que coincidieron con los picos del costo de importación del gas.
Aquellos que defienden a Guzmán responden que “la caja siempre estuvo vacía”. “¿Por qué piensan que pedíamos adelantos transitorios al Banco Central?”, preguntan. Juran también que los números dejados se corresponden con la realidad, pero reconocen una expansión final del gasto para “paliar los ingresos por el aumento de la inflación”.
El conflicto exhibe una situación inédita en un recambio de equipos dentro de un mismo Gobierno. Por lo general, los reproches son entre administraciones de distinto color político. Pero el desenlace aparece también como el eco inevitable de la crisis de conducción que caracterizó al Gobierno.
La renuncia y el presente
En la reconstrucción de la salida de Guzmán aparece una primera escena, dos años atrás. Ocurrió en 2020, en un viaje en avión compartido entre el presidente Alberto Fernández y el entonces ministro de Economía. Ambos regresaban del interior y, en medio de una corrida del dólar, Guzmán le dijo al Presidente que si aplicaba la respuesta de Miguel Pesce para enfrentarla, la moneda norteamericana treparía hasta los $195. Guzmán asegura que su pronóstico se cumplió. Y que Fernández le prometió desde entonces mayor incidencia sobre las decisiones del Banco Central. Le reprocha que eso finalmente no ocurrió y que el compromiso se diluyó con el tiempo.
Después de aquella escena, la película se acelera hasta el presente: la ruptura del diálogo con Cristina Kirchner, deterioro financiero, avance de la inflación y aislamiento político del ministro. En los últimos días de junio, Guzmán buscó al Presidente para plantearle un ultimátum, pero Fernández prefirió irse a una entrevista en C5N y el ministro terminó en la Casa Rosada con el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti y la portavoz Gabriela Cerruti.
La escena final de la película ocurre el 30 de junio de 2022, cuando en la quinta de Olivos Guzmán le dijo al Presidente que sin el manejo del área de Energía y de la mesa de dinero del Banco Central, su gestión era insostenible. Del Presidente obtuvo la respuesta habitual: postergación. Guzmán terminó por renunciar por las redes.
Batakis asumió luego con el credo renovado en favor del equilibrio fiscal, el dólar imparable y el mercado de bonos escéptico. Pero al revisar los números, según aseguran fuentes del nuevo equipo económico, el gasto comprometido era mucho peor a lo esperado.
Ahora quienes defienden a la gestión de Guzmán responden que las acusaciones del equipo de Batakis sobre la “creatividad contable” es una argucia para justificar la necesidad de reducir gastos. “Si Martín hubiera dicho la mitad de lo que dijo Silvina, lo hubieran colgado en la Plaza de Mayo”, comparan.
Economía recibió presiones del oficialismo para evitar que la realidad de los números salga a la luz. Hay un debate interno. Pero los propios números publicados por el ministerio exhiben extrañezas que alimentan las acusaciones. Los subsidios que en abril habían aumentado un 57%, subieron en mayo apenas 1%. Un descenso milagroso, que va en sentido inverso a las necesidades energéticas. El mismo derrumbe inexplicable aparece en la partida de los subsidios devengados en mayo: una caída del 13%.
Los funcionarios salientes aseguran que la caída se debió a la reducción de pagos a Cammesa, la mayorista del mercado energético, tanto por la reducción de compras que habían sido anticipadas como por la estabilización de los precios mundiales.
Un paliativo
En principio, el oscuro abismo que muestran las cuentas públicas volteó resistencias internas. El secretario de Energía, Darío Martínez, anunció el viernes la puesta en práctica del aumento de tarifas. Ya no hubo rechazo kirchnerista a la segmentación. Los mismos que acusaban a Guzmán de exagerar el compromiso con el FMI, ahora alertan que la caja está más vacía de lo pensado. Igual, los reclamos de Juan Grabois y otros aliados del kirchnerismo por ampliar el gasto avanzan a paso constante.
El agotamiento de la caja destrabó el aumento tarifario. Pero la segmentación se aproxima a un simulacro. La estimación interna del Gobierno es que, más allá de la información de los formularios, la enorme mayoría de los argentinos caerá dentro del aumento y que las tarifas subirán en promedio un 60%. Poco significativo en materia de ahorro presupuestario. Impredecible en cuanto a su impacto en la sensibilidad social.
De esa forma, la crisis económica mantiene su pie desalmado sobre el acelerador, frente a la fragilidad del Gobierno y la ansiedad de la oposición. Mauricio Macri adelantó su regreso del exterior porque los mensajes que le llegaban de la Argentina anunciaban calamidades.
El acortamiento del viaje también ratificó una certeza en el interior de Juntos por el Cambio: el expresidente quiere protagonizar el futuro político de la oposición, sobre todo si la caída del oficialismo revitaliza su imagen.
Armando Cavalieri, el ratificado mandarín del sindicato de Comercio, comentó a su alrededor que Macri le aseguró que será candidato a presidente. No todos tomaron al gremialista al pie de la letra. Algunos lo interpretaron como una expresión de beneplácito luego de que Macri le transmitiera tranquilidad frente al desafío que había enfrentado con la interna que le planteó Ramón Muerza, un retador que aparecía con el apoyo de Diego Santilli y empresarios ligados a la matriz macrista.
El vértigo desata audacias, como la orden de Horacio Rodríguez Larreta de organizar cenas con jueces federales, una escena impensada años atrás. O la salida apresurada de Sergio Affronti de la conducción de YPF, tras un escándalo por espionaje interno. La partida no aparece como el último revuelo de la petrolera: la asignación de negocios a consultoras ligadas a funcionarios de la empresa también puede desatar nuevas tormentas.
La ansiedad de la crisis desdibuja los límites, como en el presupuesto o incluso en los negocios políticos.
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