La muletilla del "afrancesado"
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VALERIA DEL MAR (De un enviado especial).- Se ríe Jorge Telerman cuando le dicen "afrancesado". Hasta tomó la definición como una muletilla propia.
-¿Haber dicho que era afrancesado le sirvió para inhibir posibles comentarios sobre homosexualidad?
-Inhibió una posible campaña negra, es verdad. Yo me río de los comentarios sobre que soy homosexual. Me parece aberrante la homofobia, pero, aun así, para quienes pensaban en esa campaña negra, lamento decirles que no soy homosexual.
-¿Pensó mucho aquella frase sobre el "afrancesamiento"?
-No, me salió así. Y tampoco creí que iba a tener la repercusión que tuvo. Pero no me molestó. Si hasta mis amigos me preguntan si soy homosexual yo me río.
-¿Cree que con esos comentarios trataron de discriminarlo?
-No sé. Igual, cada vez que escucho que discriminan a los homosexuales tengo ganas de decir que soy homosexual, como cada vez que escucho críticas sobre los negros tengo ganas de decir que soy negro. Y lo mismo me pasa con los gitanos. O con los judíos.
-Por momentos da la impresión de que sobreactúa su judaísmo. Casi como que le pone marketing. Por ejemplo: ante cada celebración religiosa, llena las carteleras de la ciudad con saludos a la comunidad judía.
-No, no. Eso lo hago con todas las comunidades religiosas en oportunidad de cada festividad, pero eso no quiere decir que sobreactúe. Siempre me pareció que correspondía saludar a cada comunidad.
-¿Va al templo?
-A veces, pero también tengo dudas. No soy un férreo militante de la religión. Dudo mucho sobre la existencia, no sigo los ritos ni hago vida religiosa. Pero sí hago ayuno el Día del Perdón.
-¿Y es supersticioso?
-No. Si puedo evitar pasar por debajo de una escalera, lo evito, pero porque creo que se puede caer algo y no por superstición. Más que en la superstición, en realidad, yo creo en lo divino.
-¿Cómo es eso?
-Creo que hay manifestaciones, protecciones. Yo a la suerte, de hecho, la llamo providencia. No creo que tengamos la vida escrita, pero sí que uno tiene misiones por cumplir en la vida.
-¿Cuál sería su misión?
-No, no sé. No digo que uno sepa, por ahí algunos le prestan más atención a eso. Pero no tengo un brote místico. No es que sienta que tengo una misión determinada en la vida. Yo soy más humilde. Lo que me parece es que venimos a continuar la obra de otros, una obra que a su vez será continuada por otros. Eso evita los narcisismos y abona el espíritu republicano. Siempre vendrán otros después que nosotros. Es importante que todos lo tengamos claro.





