El partido se fortalece en el mapa de poder, sin embargo, no tiene un conductor indiscutido ni un dirigente con potencial electoral nacional; buscan cohesión interna para incidir en el próximo gobierno
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El sorpresivo triunfo del fenómeno antisistema de Javier Milei y las cifras récord de abstención en las PASO del 13 de agosto fueron interpretadas por la clase dirigente como síntomas inequívocos de la profunda crisis de la representación partidaria. No obstante, en un contexto de creciente desapego de la ciudadanía con la dirigencia tradicional, la Unión Cívica Radical (UCR), una de las fuerzas más antiguas del país, recupera terreno en el mapa de poder y acumula un caudal político sin precedentes desde la fundación de Juntos por el Cambio, en 2015.
El resurgimiento radical encierra una paradoja. Si bien se fortalece como nunca desde el estallido económico y social de 2001, que marcó el final del gobierno de Fernando de la Rúa, y gana influencia en la discusión sobre el futuro del conglomerado opositor, no tiene un conductor indiscutido ni un dirigente con capacidad electoral a nivel nacional. Esa falencia medular en su reconstrucción política les impide hasta ahora a los radicales conseguir una mayor cohesión interna y capitalizar su poder de fuego en jurisdicciones estratégicas o en el Congreso, sobre todo en el Senado, donde seguirá teniendo el bloque mayoritario, pese a que podría perder escaños, e incidir en el rumbo del nuevo gobierno. De hecho, debido a sus divisiones internas, la UCR no logró consensuar una estrategia para consagrar a un candidato a presidente y terminó diluida en la disputa entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.
El radicalismo vuelve a emerger como una fuerza gravitante en el polo no peronista en medio de un proceso de reconfiguración política en el país. Mientras Milei, apuntalado en su proclama “anticasta”, cosecha adhesión popular y el peronismo sufre una deserción inédita de votantes y pierde el control de bastiones clave, como Santa Fe, San Luis, San Juan, Santa Cruz o Chaco, la maquinaria electoral del partido centenario resurge de la mano de nuevas figuras o cuadros partidarios que consolidan sus liderazgos en distritos estratégicos del interior del país. La UCR recupera mística e identidad y vuelve a ser un actor principal después de dos décadas de duelo por la caída de De la Rúa.
Los recientes triunfos de Leandro Zdero (Chaco), que le arrebató la provincia a Jorge Capitanich, un cacique peronista y alfil de Cristina Kirchner, y Maximiliano Pullaro (Santa Fe), protagonista de una arrasadora victoria que redujo al peronismo a un papel testimonial, proyectan un panorama alentador para los jerarcas radicales. Es que, en caso de que Alfredo Cornejo logre extender su hegemonía en Mendoza en los comicios generales del próximo domingo, la UCR se habrá garantizado cinco gobernadores propios. A primera vista, será la fuerza de JxC con más mandatarios provinciales: Pullaro, Gustavo Valdés (Corrientes), Zdero, Carlos Sadir (Jujuy) y Cornejo -si gana en Mendoza-.
Resta saber si Jorge Macri podrá consagrarse como sucesor de Horacio Rodríguez Larreta en la Capital -el primo del expresidente parte como favorito-, y si Néstor Grindetti conseguirá desbancar a Axel Kicillof en Buenos Aires para sumarse a Ignacio Torres (Chubut) en el grupo de mandatarios provinciales de Pro. Rogelio Frigerio también podría integrar ese lote: tras superar al radical Pedro Galimberti en las PASO, parte con ventaja en la disputa con el PJ de Entre Ríos, pero es una incógnita si podrá sortear con éxito el escollo de Milei en las elecciones unificadas del 22 de octubre. Ese póker de Pro podría alterar el equilibrio de fuerzas por la incidencia de Buenos Aires en el tablero nacional.
Si bien los apalancó Larreta, Claudio Poggi (San Luis), Marcelo Orrego (San Juan) y Claudio Vidal (Santa Cruz) son aliados de Pro dentro del universo de JxC. Por lo tanto, la UCR ocuparía la mayoría de las sillas en la mesa de gobernadores de JxC gane quien gane la pulseada por el premio mayor en las presidenciales.
Desde que Ernesto Sanz promovió la alianza con Pro para conformar Cambiemos en 2015, la UCR nunca había tenido tantos gobernadores. De hecho, Macri gobernó con tres aliados radicales en las provincias: Gerardo Morales (Jujuy), Cornejo (Mendoza) y Ricardo Colombi (Corrientes). Morales y Cornejo habían sido proclamados ese año en medio de una incipiente merma electoral del kirchnerismo. Colombi, un dirigente con extensa trayectoria partidaria, atravesaba su segundo mandato.
Resurgimiento
En la cúpula de la UCR celebran el resurgimiento del partido en el interior del país mientras el sello de JxC sufre una pérdida progresiva de votos a nivel nacional. Si bien será un premio consuelo en caso de que Bullrich no logre llegar a la Casa Rosada, los radicales se jactan de haber recobrado la actitud competitiva y exhibir vitalidad política. A su vez, se precian de haber atravesado un proceso virtuoso de renovación dirigencial, que tiene mayor visibilidad con los batacazos electorales de Pullaro y Zdero. Está claro que ambos triunfos se dieron en el marco de alianzas locales amplias y potentes, pero los radicales lideran esos procesos con recetas tradicionales -cercanía y despliegue territorial- y comienzan a plantarse en la escena política con mayor aplomo.
“Esto está asociado a la estrategia política y electoral diseñada en 2015 con la conformación de Cambiemos. La noche previa a la asunción de [Mauricio] Macri, la UCR tenía solo a Colombi en Corrientes y el día que se vaya Alberto Fernández probablemente tengamos cinco gobernadores. Eso no es casualidad”, señala Jesús Rodríguez, titular de la Auditoría General de la Nación y exministro de Economía de Raúl Alfonsín.
“Estamos viviendo una era de coaliciones, que son el resultado de acuerdos programáticos y reglas. Hay que mirar los procesos y la dinámica. El radicalismo va a tener actitud competitiva en todas las categorías y jurisdicciones”, completa Rodríguez.
Por primera vez desde 1999, cuando Fernando de la Rúa llegó al poder gracias al pacto electoral con Carlos “Chacho” Álvarez (Frepaso), la UCR tendrá más de tres gobernadores. Cuando gobernaba La Alianza, controlaba Catamarca, Chaco, Chubut, Entre Ríos, Río Negro y Mendoza. Enrique Olivera sucedió a De la Rúa en la Capital hasta el triunfo de Aníbal Ibarra, que fue electo en el frente de La Alianza y fue acompañado por una vice radical: Cecilia Felgueras.
En 1983, con la llegada de Alfonsín al poder, la UCR tenía una amplia red de gobernadores. Dominaba Chubut, Córdoba, Entre Ríos, Mendoza, Misiones y Río Negro. La Capital y Tierra del Fuego, que aún eran territorios nacionales sin autonomía, tenían autoridades de extracción radical que habían sido designadas por el presidente.
En 2024, la UCR volverá a tener un importante caudal de poder en el interior del país y mantendrá gran parte de la tropa propia en el Congreso, aunque podría perder bancas en el Senado en caso de que se repitan los resultados de las PASO. A pesar de esa posible merma, seguirá siendo el bloque mayoritario de JxC. Hoy tiene 18 senadores. “Los radicales nos dimos cuenta de que la unidad nos fortalece frente al Pro”, aseguran en Evolución Radical, la corriente interna de Martín Lousteau.
Sin duda, Pullaro es una de las figuras emergentes del radicalismo. Con su histórico triunfo en Santa Fe, el tercer distrito más poblado del país, el referente de Evolución Radical no solo le dio impulso a Bullrich, que encontró alivio tras el golpe de las PASO, sino que fortificó las acciones de Lousteau, su gran promotor, quien venía de sufrir un revés en la Capital frente a Jorge Macri.
Pullaro, quien al igual que Zdero tuvo que superar una interna para liderar un amplio frente opositor para enfrentar al PJ, considera que la UCR recuperó la ambición de poder. “Espero aportar al fortalecimiento de Evolución en el orden nacional. Pretendemos renovar nuestro partido, pero fundamentalmente tenemos el desafío de gestionar. En nuestra generación, que lidera Lousteau, hay un cambio de paradigma. Desde el gobierno de Alfonsín, la UCR siempre fue un partido más parlamentario que ejecutivo. Y tenía buenos legisladores, pero no tenía el hambre de la disputa de poder”, apunta el gobernador electo de Santa Fe, quien venció sin contratiempos a Carolina Losada, otra de las nuevas figuras de la UCR, en las primarias locales.
Mientras digiere el triunfo por estrecho margen de Jorge Macri en la ciudad de Buenos Aires -el vínculo quedó dañado tras una interna feroz-, Lousteau saca pecho con el crecimiento del volumen político de su fuerza a nivel nacional desde la arrolladora victoria de Pullaro. El senador también había apostado un pleno a Rodrigo de Loredo en la puja con el PJ por la intendencia de Córdoba, un distrito crucial, pero el extitular de Arsat no pudo doblegar a Daniel Passerini. Lo mismo pasó con Martín Berhongaray en La Pampa, quien cayó frente a Sergio Ziliotto. El domingo pasado Lousteau, se reencontró con el sabor del triunfo: Gonzalo Parodi se impuso en la interna radical de Río Cuarto y será candidato a intendente.
A su vez, Lousteau, quien superó a Jorge Macri en diez de las quince comunas y controlará entre ocho y nueve legisladores porteños -una cifra que podría condicionar al primo del expresidente-, se jacta de extender los brazos de su espacio en Buenos Aires. Cinco candidatos de Evolución superaron el filtro de las PASO y tienen chances de llegar a una intendencia: Pablo Domenichini (Esteban Echeverría), Carlos Avila (Tres Arroyos), Santiago Dos Santos (Chascomús), Ramiro Eguen (25 de Mayo) y Lucía Gómez (Chaves). Son incentivos para que Lousteau reaparezca en la campaña. Es más: este miércoles irá a Tandil para apoyar a Miguel Lunghi, quien busca su sexto mandato. Si lo logra, Lunghi, aliado de Larreta y Diego Santilli en las PASO, será una pieza clave para la UCR en Buenos Aires. Es que, con la caída del espacio de Gustavo Posse en San Isidro frente a Ramón Lanús, el radicalismo perderá el control de uno de los distritos clave del conurbano. Por su peso en el padrón, Tandil será un bastión fundamental.
Maximiliano Abad, candidato a senador nacional y titular de la UCR bonaerense, quien optó por aliarse con Bullrich, confía en ampliar el caudal político de los radicales en varias categorías en disputa. Promovido por Sanz, es uno de los rostros de la renovación radical. Supo escoltar a Facundo Manes, el último outsider con peso electoral que impulsaron los radicales, hasta que se distanciaron por diferencias en torno a la estrategia para competir en las presidenciales.
El radicalismo tiene 32 municipios en Buenos Aires. Abad lidera la mitad de esos intendentes, pero aspira a sumar unas quince comunas y ampliar su volumen legislativo. En caso de que Grindetti consiga la hazaña de vencer a Kicillof, Miguel Fernández, apalancado por Abad, será vicegobernador y controlará el senado provincial.
La UCR de Córdoba, donde inciden desde De Loredo hasta Mario Negri, pero sin un liderazgo claro, maneja unos 170 municipios, a pesar de que no logró quitarle el poder al gobernador peronista Juan Schiaretti y su sucesor, Martín Llaryora, quien eligió de vice a la intendenta radical de Juárez Celman, Myrian Prunotto. Con el arrastre de Pullaro y el frente de frentes opositor -que integran el Pro, el socialismo y otras quince fuerzas-, el radicalismo también incrementó su despliegue territorial en Santa Fe. A partir de diciembre, el mandatario electo no solo tendrá mayoría en ambas cámaras del parlamento, sino que sus correligionarios manejarán 39 de 50 municipios. En las elecciones del 10 de septiembre, la UCR ganó en 29 de las 46 comunas que se pusieron en juego.
Valdés, reelecto en Corrientes en 2021 y uno de los principales impulsores de Zdero en Chaco, también salvó la ropa pese al terremoto que provocó Milei en las PASO. De hecho, Corrientes fue una de las tres provincia donde ganó JxC -las otras fueron la Capital y Entre Ríos-. Valdés, un equilibrista en el ecosistema radical, había cerrado una lista de unidad gracias a que no se inclinó ni por Bullrich ni por Larreta. En la UCR dan por descontado que incidirá en el debate por la sucesión de Morales.
Incógnitas a futuro
El esquema de poder de la UCR representará un desafío mayúsculo para una posible administración de Milei, ya que el líder de La Libertad Avanza aborrece a los radicales, pero necesitará negociar con ellos si quiere que ayuden a ser garantes de la gobernabilidad. El economista considera que “arruinaron” el gobierno de Macri y los engloba dentro de “la internacional socialista”. Con ese trasfondo, es difícil imaginar que el radicalismo pueda colaborar en el Congreso con un eventual gobierno de Milei. Sin embargo, los radicales que asuman a partir de diciembre en puestos de gestión, como Pullaro, se mueven con cautela y evitan romper puentes con el libertario.
Más allá de la fragmentación interna, los radicales intentarán hacer valer ese capital político si Bullrich logra alcanzar el ballottage y vencer en los comicios presidenciales. Tanto los emergentes que responden a Morales y Lousteau como el sector que integran Valdés, Cornejo y Abad, entre otros, pretenden que la UCR ocupe puestos codiciados en un eventual gobierno de Bullrich. Consciente del peso de la estructura radical y, sobre todo, el empujón que le dieron a su proyecto nacional la seguidilla de triunfos en Santa Fe y Chaco, la exministra de Seguridad y candidata a presidente de JxC les hizo saber a los popes radicales que planea preservar la alianza y conformar un gobierno de coalición en caso de llegar a la Casa Rosada. Su compañero de fórmula es el mendocino Luis Petri, un exponente de la UCR que no responde a ninguna terminal del radicalismo.
En las distintas ramas internas de la UCR -desde Morales y Lousteau hasta Abad- valoran esos gestos de apertura. Es que, frente un escenario político inestable e incierto, la mayoría de los radicales lucen incómodos y molestos con la actitud que adoptó Mauricio Macri, sobre todo, en la Capital, la casa matriz de Pro, y su discurso ambiguo respecto de Milei.
“Macri no nos quiere”, repiten en el campamento de Morales. Los mismos resquemores sobrevuelan en Evolución Radical, que casi dan por hecho que perderán las sillas en ministerios o el Banco Ciudad que les dio Larreta en un eventual gobierno de Jorge Macri.
Morales, que apostó todas sus fichas al acuerdo con Larreta y un triunfo en la ciudad de Lousteau, su aliado táctico en la UCR, luce ausente en la nueva etapa de la campaña. Quienes lo frecuentan aseguran que tiene un rol activo en el armado del norte del país junto con Valdés y que está a disposición de Bullrich. Pero, ante la intención de la exministra de exhibir caras nuevas, optó por correrse para no estorbar. Eso sí: coordinó actividades con Petri para fortificar la presencia de JxC en las regiones del NOA y NEA. Días atrás, viajó a Bruselas, en Bélgica, para reunirse con representantes argentinos ante la Unión Europea. Por esa razón, no participó ni de los festejos de Zdero en Chaco. Tampoco había estado en Rosario para celebrar junto a Pullaro. En esa ocasión, tuvo un problema con el avión que le impidió llegar a Santa Fe después de los actos en Jujuy, pero se comunicó con Pullaro para felicitarlo.
Morales salió golpeado de las PASO no solo porque el experimento de Larreta y su apuesta antigrieta cosechó apenas el 11% de los votos, sino porque Milei se impuso en Jujuy, su terruño. En mayo, Morales había logrado ratificar su hegemonía al imponer a su delfín, Carlos Sadir. Sin embargo, no pudo detener la ola violeta y ahora deberá redoblar esfuerzos para que Mario Fiad (UCR) renueve su banca en el Senado.
El radicalismo también deberá movilizar a la tropa propia en La Rioja, Santa Cruz y Formosa para que Julio Martínez, Belén Tapia y Luis Naidenoff dejen el tercer lugar de las PASO y logren acceder en octubre a un nuevo mandato en la Cámara alta.
El bloque radical sigue dividido en Diputados. Ese fue el detonante de la última batalla entre Morales y Lousteau antes de que sellaran un pacto que derivó en el apoyo nacional a Larreta. De hecho, Emiliano Yacobitti, mano derecha de Lousteau, provocó un fuerte cortocircuito ayer en el seno de JxC al habilitar el quórum junto con otros legisladores de su bancada para debatir la reforma de ganancias impulsada por Massa, pese a que luego votó en contra.
En la actualidad, entre la UCR y Evolución tienen 38 escaños, doce menos que Pro. Según el resultado de las PASO, varios radicales quedaron a las puertas de renovar o ingresar al Congreso. Por ejemplo, según estimaciones de la bancada de Negri, Sebastián Salvador quedó a 700 votos de lograr la diputación en Buenos Aires. Luis Vergara (Catamarca) necesita unas 2000 adhesiones nuevas; Ricardo Buryaile (Formosa), unas 3000, y Gracia Jaroslavsky (Entre Ríos), alrededor de 10.000. Es un estímulo para empujar la boleta de Bullrich en octubre. “Estamos trabajando a full para Patricia. Lo que más nos conviene es que sea ella”, comentan cerca de Morales. En el entorno de la postulante presidencial destacan la predisposición del jefe de la UCR para apuntalar a Bullrich. Es probable que la semana próxima compartan una actividad, según fuentes de Pro. “Está metido un 100%”, afirman allegados a la exministra.
Si bien sienten que demostraron a sus socios de JxC, sobre todo a Macri, que el radicalismo está vivo y tiene musculatura para disputarle el liderazgo del espacio a Pro, los jefes de la UCR coinciden en un punto: nadie se atreve a mirar más allá del umbral del 22 de octubre. Desde los más optimistas, que sueñan con un triunfo de Bullrich para frenar a Milei, hasta los más precavidos, visualizan que el resultado de los comicios generales marcará un punto de inflexión para JxC. Nadie descarta una reconfiguración del partido o, incluso, un quiebre de la alianza con Pro si Bullrich queda afuera de la segunda vuelta. El radicalismo recuperó la voluntad de poder, pero el contexto abre más interrogantes que certezas hacia el futuro. “No sabemos cómo va a terminar este proceso. ¿Qué vamos a hacer si Milei y Massa llegan al ballottage? Todo es una incógnita”, confiesa uno de los popes de la UCR.
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