
Las plazas de Kirchner
Un recorrido por los actos más emblemáticos con la Casa Rosada de fondo; postales de las convocatorias que marcaron el pulso de su gestión
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Eran poco más de las 17 del 25 de mayo de 2003. Con sangre en la frente, un pañuelo en la mano izquierda y el bastón presidencial en la derecha, a los empujones y rodeado de una marea de periodistas y personal de seguridad, Néstor Kirchner ingresó por primera vez en la Casa Rosada como presidente de la Nación. Antes, había escapado de sus custodios para cruzar la calle Balcarce y acercarse a las vallas que lo separaban de la gente que intentaba saludarlo.
La imagen quedó registrada para la posteridad. Además de la inocultable herida que el choque con una cámara de fotos le produjo en la frente, se convirtió en una síntesis perfecta de una característica de su particular forma de ejercer el poder: la molestia con todo lo que huela a protocolo.
Poco después del accidentado ingreso en la Casa de Gobierno, el Presidente se asomó por primera vez por el histórico balcón. Flanqueado por Cristina Fernández, su hija Florencia, el vicepresidente Daniel Scioli y la mujer de éste, Karina Rabolini, saludó a los manifestantes que habían llegado hasta la Plaza de Mayo.
Fue la primera vez que Kirchner disfrutó de una panorámica de la plaza cubierta de hombres y mujeres reunidos para manifestarle apoyo. Aquella convocatoria, y las que la siguieron, se convirtieron en fotografías coyunturales y marcadores del pulso de su gestión de cuatro años y medio.
Día peronista. En 2004 la excusa fue obvia: celebrar el primer año de gestión. Aunque no se asomó al balcón ni intentó zambullirse entre la gente, el Presidente se ocupó de que ese día la plaza estuviese lo más llena posible. Organizó un festival al que fueron alrededor de 120.000 personas. Por el escenario desfilaron Charly García, Silvio Rodríguez y hasta Piñón Fijo.
Entre los asistentes se mezclaron, en una jornada a pleno sol, organizaciones sociales, partidos de izquierda, piqueteros oficialistas, familias y hasta turistas.
Reto eclesiástico. Kirchner sí estuvo en el tedeum por el 25 de Mayo en la Catedral, a pocos metros de la plaza. Desde el reclinatorio que compartió con Cristina Fernández escuchó uno de los mensajes tal vez más duros del cardenal Jorge Bergoglio.
El arzobispo de Buenos Aires planteó el cansancio del pueblo frente a lo que llamó la "narcosis de los anuncios estridentes" y llamó a dejar de lado "las luchas internas y las componendas de poder que absorben las instituciones".
Lejos de la ciudad. Un año más tarde, Kirchner viajó poco más de 1000 kilómetros para celebrar su segundo año en el poder. La relación entre el Gobierno y la Iglesia había entrado ya en la era de la tirantez. Tal vez para evitar una nueva reprimenda pública de Bergoglio, el Presidente decidió festejar en Santiago del Estero.
La estrategia funcionó. El obispo provincial Juan Carlos Maccarone lo recibió con calidez y le dedicó una homilía conciliadora y elogiosa. "Nos digna esta presencia de la Nación en este día, en esta etapa de la historia de Santiago", dijo el sacerdote.
Tras su paso por la catedral santiagueña, el Presidente encabezó un acto para anunciar obras destinadas a la provincia. Entre las 30.000 personas movilizadas para escucharlo, los festejos patrios se mezclaron con un clima proselitista, aunque aún pretendidamente encubierto. Faltaban sólo cinco meses para las elecciones legislativas de octubre de ese año.
Nace la Concertación Plural. El 25 de mayo de 2006 Kirchner enfrentó una plaza llena. Y lo hizo eufórico, con las arcas de su poder reforzadas por el triunfo en la elección de diputados y senadores nacionales, que, entre otras cosas, mudó a Cristina Fernández de distrito y la convirtió en senadora por la provincia de Buenos Aires.
La idea de que Kirchner pelearía por su reelección ya estaba instalada en los pasillos del poder. Tanto, que la expectativa estuvo ese día centrada en si su discurso en la plaza incluiría alguna mención a sus planes para las elecciones presidenciales del año siguiente.
La frase "Kirchner 2007" cubrió la plaza, escrita en banderas, pancartas y hasta en un pingüino gigante que flotaba surcando el cielo celeste. Todo el cotillón K fue trasladado por militantes del kirchnerismo movilizados por la CGT y los intendentes del conurbano bonaerense.
El Presidente dejó a todos con las ganas. Su mensaje evitó cualquier referencia a la reelección. No las hubo siquiera elípticas. "Tenemos que ser generosos y convocar a todos los argentinos que quieren consolidar una patria diferente. Mi sueño es ayudar a construir una Argentina cada vez más plural", gritó eufórico ante los manifestantes cuya movilización había sido cuidadosamente preparada por el Gobierno varios meses antes. Nacía la Concertación Plural.
Pingüinos al ataque. Pese a la ausencia de definiciones concretas, ya asomaban en el discurso presidencial los primeros atisbos del proyecto político que tenía en mente para 2007. Una semana después de los festejos frente a la Casa Rosada lanzó el latiguillo que se convertiría en el leit motiv de su discurso de campaña: "Que se queden tranquilos que todo este espacio de concertación plural va a tener un candidato que va a ser pingüino o pingüina", bramó desde un escenario en Rawson.
Durante casi un año hizo malabares con el misterio sobre quién sería el candidato presidencial. Fomentó por igual las versiones sobre su permanencia en Balcarce 50 y las que indicaban que le iba a dejar el sillón de Rivadavia a la primera dama.
Cobos, en la foto. El del 25 de mayo de este año fue un acto ineludiblemente electoral. Una vez más, Kirchner prefirió viajar y, como ocurrió en 2005, el destino elegido no fue inocente. Trasladó los festejos, mezcla de celebración patria con cierta nostalgia por su último aniversario en el poder, a la provincia de Mendoza.
Una vez más, esquivó dar nombres pero casi no hizo falta. Llenó al gobernador Julio Cobos de elogios y lo subió al escenario para la foto final. La postal dejó al Presidente entre el más K de todos los radicales y la primera dama. Los tres con los brazos en alto, de cara a la multitud.
La incógnita en torno al género del pingüino se develó cuando faltaban cuatro meses para las elecciones de octubre. La primera dama se convirtió en la postulante de la Casa Rosada y el gobernador de Mendoza en su candidato a vice.
En el Congreso. Otra excusa usada por Kirchner para aprovechar la plaza en sus cuatro años y medio de poder fueron las aperturas de sesiones ordinarias en el Parlamento. Esta vez, el edificio de fondo fue el del Congreso.
Tal vez el más recordado es el del 1º de marzo de este este año. Como pasó luego en mayo, se especuló durante días con que sería el escenario del lanzamiento de la fórmula presidencial para octubre.
El aparato bonaerense volvió a movilizarse pancartas en mano, pero la fiesta se frustró antes de empezar. Un diluvio dejó a los asistentes con las ganas. Ni las pantallas gigantes instaladas a los costados del Congreso sirvieron para transmitir el último discurso de Kirchner ante la Asamblea.
¿Segundo plano? Para hoy, y bajo la esperanza de que las condiciones climáticas mejoren para que la fiesta no quede pasada por agua, se espera una reedición de la Plaza del Sí. Esta vez la identifican como la "fiesta popular de la democracia".
Esta tarde, Néstor Kirchner volverá a caminar por la explanada de la avenida Rivadavia. Tal vez vuelva a sentir la tentación de dejarse envolver por el tentador calor de las manifestaciones .
Tal vez la acompañe en el palco. Tal vez elija un discreto segundo plano y aguarde a un costado. Algo es seguro: por primera vez se enfrentará a la Plaza de Mayo como primer caballero.
Por Lucrecia Bullrich
De la Redacción de LANACION.com
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