A continuación, sus principales conceptos:
- Hay una puja entre el Poder Judicial y el Ejecutivo sobre la letra chica de las elecciones. En cada ciclo electoral, el Ejecutivo debe ajustar algunos tornillos, por ejemplo, pagarle a cada partido político para imprimir boletas electrónicas, entregarle dinero a la justicia electoral, definir la empresa que se encargará del escrutinio, entre otros gastos.
- Hay unos 300 mil argentinos radicados en el exterior. La doctora Servini de Cubría , la jueza con competencia electoral en la Ciudad de Buenos Aires, consideró en un fallo que el hecho de que esas personas puedan votar por correo es inconstitucional. Argumenta que el Gobierno se metió en campos propios del Congreso , del Poder Legislativo, no del Ejecutivo.
- Desde el Gobierno dicen: 'Nosotros solo reglamentamos una ley del Congreso, es decir, armamos la letra chica'. En la práctica, votar por correo sería lo mismo que lo que ocurre en Estados Unidos. En Estados Unidos se puede ir a votar el día que vota todo el mundo o, si prevenís que ese día no vas a poder ir por la razón que sea, podés mandar tu voto por correo. La estampa tiene que estar pegada antes de la fecha de la elección y te lo computan.
- La discusión de fondo, que también es lo que planteaba la primera que objetó esta modalidad de voto que fue la diputada Graciela Camaño , pasa por "quién controla esto". Cómo se controla que no haya fraude. Dicen que es incontrolable corroborar que el voto enviado por correo fue efectivamente enviado por esa persona que figura como votante.
- El otro detalle es que el voto para los que residen en el exterior es optativo. En las elecciones presidenciales de 2011, se registraron para votar 50 mil, de 300 mil. Y terminaron votando el 11,35%, es decir, unos 5000. Ya es un número muy bajo.
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