Scarcella: el "profe" de tenis que se codeó con jueces y se amigó con el lujo
Guillermo René Scarcella es un amante del polvo de ladrillo. Se ganó la vida con una raqueta de tenis en la mano durante años hasta que un golpe de suerte lo llevó hasta Comodoro Py. Siempre con un pie en los Tribunales, sus amigos lo convirtieron en operador judicial, funcionario público y hasta en un pujante empresario.
Simpático, entrador, astuto, el juez Carlos Branca le dio a su profesor de tenis, un joven abogado de Tandil, una oportunidad laboral en su juzgado a mediados de los noventa. Fue su trampolín para coquetear con jueces, fiscales, empresarios y políticos. Y, sobre todo, para hacerse millonario.
Se reencontró en Comodoro Py con un viejo amigo platense: Eduardo Freiler, "Chiche", como él mismo lo había bautizado cuando estudiaban en la Universidad de La Plata. El excamarista le presentó a Rodolfo Canicoba Corral. Los tres fueron inseparables, reconstruyó LA NACION entre personas que todavía hoy recuerdan al trío riéndose en los pasillos de Tribunales.
"Mejor la pasaban de noche", recuerda una fuente que compartió con ellos cenas en El Paraíso, el restaurante de los Fassi Lavalle en la Costanera. La bonanza económica todavía no había llegado. Scarcella y otros empleados del juzgado vendían pantalones de vestir para sacar unos pesos extras.
Rápido para las bromas, entrador con las mujeres y siempre con una sonrisa, pero poco apegado a los expedientes, coinciden una docena de fuentes que lo frecuentaron. "Cuando se fue Branca, su reemplazante pidió a todos los secretarios que hicieran un inventario de sus causas. Como no tenía ninguna, Scarcella tuvo que pedir 'prestadas' causas a sus compañeros para no quedar mal con el nuevo jefe", recuerdan.
Scarcella renunció a su cargo como empleado judicial, pero nunca dejó de frecuentar los Tribunales.
Los amigos jueces y fiscales que hizo en Comodoro Py se juntaban cada vez más seguido. Scarcella era un personaje obligado para la Rody Cup, una campeonato de truco que organizaba Freddy Lijo, el hermano del juez. Solían aparecer en esas reuniones políticos como Daniel Scioli, que lo bendijo como uno de los recaudadores de su campaña presidencial.
Pero nunca se alejaba de Tribunales "¿No querés pelotear con [David] Nalbandian? Dale, dale, jugamos un rato y listo. No te vas a perder esta oportunidad... Total, ¿cuándo te voy a pedir algo yo?", le decía allá por 2002 a un funcionario judicial con firma para cambiar el rumbo de una causa.
Scarcella había invertido en una constructora y en el mundo de los juego del azar, pero se hizo millonario desde que asumió como funcionario público.
Un catre en ABSA
Fue nombrado presidente de Aguas Bonaerense a fines de 2007 por Scioli. Sus bienes sumaban $3 millones en 2010. Ya en 2015, Scarcella contaba con $83 millones; un aumento patrimonial del 2300% en sus años como funcionario, según el análisis realizado por la Unidad de Información Financiera (UIF), que lo investiga por lavado de dinero. Compró departamentos en Miami, montó empresas en la Argentina, abrió cuentas bancarias en Estados Unidos y en España y armó offshores en distintos paraísos fiscales mientras era funcionario. Ahora, la Justicia investiga si era testaferro de Scioli.
Sus amigos le aseguraron trabajo para su familia. Su hijastra Lourdes Lauhle Harguindeguy, de 26 años, fue nombrada en la Sala I de la Cámara Federal, que manejaba entonces Chiche Freiler. Y su hijastro Gregorio Laulhe Harguindeguy tiene un contrato en la obra social del SOMU, cuya intervención supervisa el juez Canicoba Corral.
Los empleados y empleadas de ABSA todavía recuerdan cuando llegaba con sus autos importados a las oficinas de la calle 56, en La Plata. Incrédulos por su "herencia", todavía guardan el catre que encontraron en su despacho.
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