“Los huéspedes no se quieren ir”: a 400 km de la Capital, un refugio de mar donde solo se escucha el sonido de las olas

Playas solitarias y prácticamente vírgenes y una abundante vegetación de pinos y acacias le dan el marco perfecto a este lugar en crecimiento pero con la tranquilidad necesaria para haberse convertido en un destino que cada vez buscan más veraneantes.

De muy baja densidad poblacional, en Colonia Marina, partido de Villa Gesell, no hay comercios cercanos, ruidos, ni circulación de gente. Las calles, de tierra mejorada, fueron pensadas para que los pocos vehículos que por allí pasan, transiten por un sendero más seguro y se mantenga el entorno natural de bosque, gaviotas y mar que caracterizan al lugar.

Glamping frente al mar

Allí se instaló un complejo de ocho domos sobre el mar bajo el concepto de glamping. Rodeado de bosques, naturaleza y confort, combina la experiencia de acampar al aire libre con las condiciones propias y la comodidad de alojarse en un hotel. También conocidos como cúpulas o burbujas, los domos son esferas estructuradas con triángulos. Cuanta mayor cantidad de triángulos contiene esa esfera, mayor es la cantidad de barras de este polígono.

“Los domos geodésicos se consideran sustentables debido a su diseño eficiente en el uso de materiales, su resistencia estructural, su capacidad para maximizar la eficiencia energética y su versatilidad para adaptarse a diferentes necesidades. Todo ello contribuye a la reducción del impacto ambiental”, asegura Miguel Angel Nabhen, CEO de Domos Park.

“La gente que nos visita no se quiere ir”

Con bases de madera y sin cemento, en Colonia Marina cada domo -de 27 m²- tiene capacidad para dos personas, baño completo, amenities, ropa blanca y toallas de playa. La provisión de agua potable es extraída de una napa que se encuentra a treinta metros de profundidad.

“Como en la zona no existe red cloacal se construyeron fosas sépticas en cada uno de los domos. Estos son sistemas seguros de almacenaje y posterior eliminación de residuos negros. A través de un proceso sencillo de decantación y sedimentación, se logran eliminar los sólidos presentes en las aguas residuales, evitando así que contaminen los suelos o fuentes de agua dulce”, explica Nabhen.

Una parte del complejo que se alimenta de energía solar provista por paneles. La estadía incluye desayuno, ambiente climatizado, recepción las 24 horas y tranquilidad asegurada. Como actividades complementarias, se pueden contratar cabalgatas por el bosque y la orilla del mar, visitas al Faro Querandí, paseos bajo la luz de la luna y más. “Estamos preparando algunas sorpresas para la temporada para enriquecer la experiencia del huésped. Pero algo que nos sorprende y alegra es que la gente que nos visita no se quiere mover, no quiere salir del lugar ni irse”, concluye Nabhen.

La experiencia de domos en todo el país

Comenzaron a adquirir popularidad en los primeros años del siglo y rápidamente se expandieron a lo largo y ancho del país. Las cifras así lo confirman. Hasta la fecha, se estima que durante 2023 se erigieron más de 2000 domos en diferentes puntos de Argentina. Desde Jujuy a Misiones, pasando por Cuyo, la región pampeana y la Patagonia, en prácticamente todas las provincias del país, se observa una marcada expansión en la construcción de este tipo de estructuras.

“Ahora son re comunes pero hace 10 años nadie sabía lo que era un domo”, establece Juan José Sánchez, fundador de Domos Córdoba junto con su socio Juan Ignacio Olveira. Desde que comenzaron en 2013, la empresa ya fabricó más de 500 domos para proyectos turísticos, festivales como el Lollapalooza y enseñaron a construirlos en eventos y universidades en varios puntos de la Argentina, Uruguay, México y Barcelona.

“La buena relación volumen-espacio permite a los domos ocupar 30% menos superficie que las edificaciones tradicionales. Al hacer los cálculos, se requiere 30% menos energía para calefaccionarlos o refrigerarlos. El flujo de aire continuo está garantizado al interior del domo ya que no hay esquinas fijas. Por lo tanto se requiere menos energía para permitir la circulación del aire y mantener una temperatura estable”, indican desde EcoCamp Patagonia, empresa pionera en destinar un domo geodésico en el mundo con fines de alojamiento. Ubicado en el Parque Nacional Torres del Paine, Chile, se mantiene vigente y cuenta con una superficie de 10m². “Una de las características más remarcables de su diseño son las luces naturales que reflejan el cielo en el interior. Eso permite observar las estrellas mientras uno se queda dormido”.

Una burbuja con historia

Los elementos triangulares rígidos que definen la estructura hemisférica fueron diseñados después de la Primera Guerra mundial por Walter Bauersfeld, un ingeniero alemán. En aquella época, Bauersfeld trabajaba como jefe ingeniero de Carl Zeiss Optical Company y buscaban darle forma a un proyecto de planetario disruptivo. Fue entonces cuando se patentó el primer domo geodésico.

Muchos años más tarde, el arquitecto americano Buckminster Fuller acuño el termino “geodésico” luego de unos experimentos de campo en el Black Mountain College, en Carolina del Norte. Aunque Fuller no es el inventor original, fue acreditado con la popularización de los domos geodésicos en los Estados Unidos cuando recibió una patente en 1954.

El resto fue historia. Los domos fueron rápidamente adoptados para usos especializados: auditorios, observatorios meteorológicos, estaciones de radar, instalaciones de almacenamiento y más. Fueron introducidos a una público más amplio en 1964, en un pabellón para la Feria Mundial de Nueva York. En 1975, un domo geodésico fue construido en el Polo Sur. Ya en los años 80 surgieron algunos de los domos que se volverían mundialmente famosos: como el Spaceship Earth en Walt Disney World Resort (Florida) y el Science World en Vancouver, Canadá.