
Por Cristina L. de BugattiPara La Nación
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El hombre, hasta el más soberbio/ con más espinas que un tala... , decía Martín Fierro, el eufónico nombre, con sonido de repique triunfal, nomina a un árbol que ha estado muy presente en zonas de esta llanura pampeana. En la chacra que habité siendo muy chica había un tala solitario y mi padre le había puesto ese nombre a su vivero, El Tala. Aunque no es una especie de gran porte, sólo llega a los 6 o 7 metros.
El Celtis spinosa o tala pertenece a la familia de las ulmáceas como el olmo y al género celtis. Su crecimiento puede llevarlo a formar grupos con ramaje tortuoso y desordenado, o árboles de buena copa redondeada cuando crecen aislados. Tiene hojas caducas, pequeñas flores amarillentas, agrupadas en cortos ejes, y los frutos son drupas carnosas con una semilla protegida por fina cáscara, que suele cosecharse para alimento para las aves de corral. Germinan con facilidad y son su principal medio de reproducción; también lo pueden hacer por renuevos de raíz.
En la provincia de Buenos Aires, sobre todo al Este y al Norte, tan valorizada para cultivos y tan despoblada de árboles nativos, sus agrupaciones o bosques de talas ocuparon lugares que después se fueron urbanizando, lo que naturalmente originó su destrucción.
La Fundación de Historia Natural Félix de Azara, de la Universidad Maimónides, tiene editado un muy completo informe sobre los talares bonaerenses, escrito por investigadores y especialistas en biodiversidad que los han recorrido desde el Carcarañá, en Santa Fe, hasta Berisso, en Buenos Aires, y han estudiado todos los factores que intervienen en su existencia, ya que son los únicos bosques nativos de la provincia. Pero se debe considerar que bordea centros urbanos cuyas preocupaciones por el uso del suelo se inclinan más hacia aspectos utilitarios como asentamientos y viviendas, construcciones o cultivos, que hacia el conservacionismo, por lo que se hace difícil que sobrevivan. Los territorios que alojan talares tienen también distintas composiciones de suelo, por lo cual las plantas exóticas que los invaden son de géneros variados. Un talar protege muchas especies atractivas. En primer lugar, aves y mariposas, y por otro hay mamíferos como cuises y ratones, pequeños reptiles y multitud de insectos. En todas las especies las hay exóticas e invasoras como ligustros o paraísos, que deben ser vigiladas para que no destruyan equilibrios. Un talar plantado en un parque sería un original elemento paisajístico.




