Nuevamente nos encontramos en vísperas de cerrar un año, que en el balance general fue bueno, pero en el último trimestre no gozó de buena salud.
A las expectativas naturales que se crearon en torno de las elecciones se le sumaron las nuevas medidas cambiarias, que provocaron en el mercado una sensación de desconcierto. El mercado es altamente sensible, y las medidas casi a prueba y error provocaron desconfianza e inseguridad.
Los ciudadanos no hemos perdido la memoria de la historia reciente –ya cumplidos diez años del cataclismo económico financiero más grande que nos ha tocado vivir– en la cual la gente perdió o rescató como pudo sus ahorros, y en muchos casos no han sido resueltos hasta la fecha. Hemos vivido mucho tiempo sobre la cubierta del Titanic y no nos podemos olvidar.
Si no hay reglas claras, comprensibles y practicables se torna todo complicado y se reflotan los viejos fantasmas del reciente pasado. Debemos arbitrar los medios y las autoridades deben enviar mensajes claros para seguir motorizando la inversión de todo tipo. Desde hace un largo tiempo la gente viene apostando al ladrillo como refugio de sus ahorros, dinamizando en consecuencia ese fenomenal generador de trabajo, ocupación y creación que es la industria de la construcción. Este es el camino que debemos recorrer. Más allá de las distorsiones que pueda provocar otra vieja e indeseable conocida nuestra que es la inflación, el mercado deberá mantener esa solidez que viene demostrando, con enorme cantidad de obras y negocios realizados, y muchos otros en camino de concreción.
Tal vez lo que suceda en adelante se caracterice por un proceder con mayor cautela para minimizar distorsiones y acotar riesgos, planificando y a la vez considerando todas las variables locales e internacionales.
Los desarrolladores cuentan con mucho olfato para tomar la decisión justa en el momento preciso. También cabe recordar que una herramienta fundamental que consolidará mucho más el mercado es el crédito. Entiendo que se deben dar situaciones propicias para tener tasas potables que la gente pueda acceder y que en la actualidad la inflación conspira y hace difícil su concreción, pero no debemos perder de vista un objetivo tan claro como este que es esencial en el desarrollo de un país, promoviendo su prosperidad económica y la estabilidad social, permitiendo alcanzar la vivienda propia a muchos ciudadanos.
Espero que el año entrante sea próspero para todos y que logremos transitarlo en paz y armonía.
El autor es presidente de Cucicba