Casi promediando diciembre se podría decir que queda poco que agregar acerca de lo que ha sucedido durante este año en el ámbito inmobiliario. En verdad, 2014 deja un sabor amargo para muchas empresas, con resultados magros. Es cierto que están los que con más suerte, audacia y creatividad ( y mucha espalda) han acumulado logros, pero sin duda, para todos la medida del esfuerzo y el empeño ha sido muy alta para compensar una infinidad de trabas.
Los días que vienen traen consigo el vértigo de fin de año, pero esta vez se advierte poco clima festivo. Esto guarda relación directa con el efecto de la inflación, que ha hecho mella como hace mucho no sucedía. Con un 40% según cálculos de profesionales reconocidos, es imposible dejar de reconocer que su efecto nocivo ha deteriorado el salario de manera contundente. Y estas noticias como otras son justamente muy poco propicias para pensar en inversiones. Y si de eso se trata la mirada saltea prácticamente 2015 porque los cambios vendrán en 2016 para la mayoría de los avezados developers o brokers.
¿Cómo reaccionará el mercado el año próximo? De eso se habla y mucho, incluso más que de las vacaciones inmimentes, pero ¿más cortas que otras temporadas? En los balnearios se esperan a los visitantes, pero también la costa tiene dificultades y hasta el momento no se advierten grandes novedades para sorprender al turista. De vuelta, pensando en el Real Estate, que devela a los players, el tema de los precios no es menor. ¿Bajarán las propiedades en dólares? ¿Qué puede suceder en ese sentido?
Con una demanda en caída, la oferta debería modificar los precios, pero se mantienen por el valor propio de cada activo. Nadie quiere perder su capital y por más que sea una frase recurrente, el valor del ladrillo en estos días complicados muestra su fortaleza, su respaldo sólido. Ésta es la cara más positiva en medio de las dificultades. Cada crisis, en los últimos años fue una constante enseñanza en ese sentido y llevó a generar una confianza plena de la gente y de los mismos actores que trabajan en esta industria.
Los días que vienen no asoman sencillos ni libres de una gran incertidumbre. Habrá que convivir en ese escenario con la ilusión de que un cambio es posible, pero el tiempo hay que vivirlo, sorteando todos los obstáculos. Será difícil, sobre todo cuando el empleo no sobra y la economía se contrae. Sin embargo, hay recetas que si se aplican, ayudarán al país y a su gente a salir de un laberinto oscuro a la luz.
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