
Por Cristina L. de Bugatti Para LA NACION
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La Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires celebra su siglo de vida y entre las actividades se incluye la edición de un libro de arte con acuarelas que reproducen las flores del Jardín Botánico Lucien Hauman, dentro de la Facultad de Agronomía, avenida de los Constituyentes y Llerena, pintadas por el ingeniero agrónomo Julián Cámara Hernández.
El libro, Naturaleza, ciencia y arte, contiene 60 estampas de 22 por 30 centímetros, en las que el ingeniero Cámara Hernández no sólo ha reproducido con absoluta fidelidad de botánico las flores y los frutos elegidos, sino que el estilo oriental utilizado, debido a uno de sus maestros, Ng Yi Ching, acentúa la pureza de la línea y la intensidad de los colores. Los modelos de las pinturas -las plantas- están ahí, en ese jardín que lleva el nombre de aquel profesor de botánica que llegó al país en 1904 para integrar el grupo fundador de la Facultad. Según definición del mismo Hauman, "no se trata de un jardín botánico, sino de una colección destinada a ilustrar las clases teóricas y a permitir a los estudiantes aprender botánica con las plantas vivas delante de los ojos".
A partir de 1922, por iniciativa del profesor Lorenzo Parodi, el jardín ocupa su emplazamiento actual, aproximadamente una hectárea y media, y ha recuperado en manos de su director, Juan José Valla, el diseño de un tratado de botánica, es decir, tablones e hileras que nacen de un sendero central e individualizan familias y géneros botánicos.
Hay árboles frondosos y longevos, muestras de gramíneas, invernáculos y lugares que imitan desiertos y salares. Alberga, además, sitios de gran belleza, como un estanque con lotos; la glorieta; el jardín de aromáticas; el bosque de bambúes, recorrido por un sendero iniciático; un jardín oriental; el laboratorio N. Vavilov, que lleva el nombre de un investigador ruso que, en 1932, impulsó el estudio de maíces nativos, y es convocante sede de investigaciones y trabajos del ingeniero Cámara Hernández, entre otros. No es casual que un lugar así haya inspirado el espíritu sensible de un científico, acostumbrado a escudriñar en la gran obra de arte de la Creación.
"Las plantas de nuestro Jardín Botánico -según el decano de Agronomía, Fernando Vilella- cobran una vida distinta y consiguen perpetuarse en su plenitud." El libro está editado por Eudeba.





