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Llegan los días cálidos, las piletas toman protagonismo y los detalles minimalistas se imponen. Claro está, sin renunciar a la funcionalidad. Ahora bien, cuáles son las últimas tendencias y las claves para evitar sorpresas durante la temporada veraniega.
Líneas rectas
Atrás quedaron las formas redondeadas, donde "el riñón" o los extremos curvos eran prioridad. Ahora se imponen las que tienen forma de pasillo: angostas, muy largas y con poca profundidad (máximo 1,60 m), que permiten nadar como si de un carril de una piscina olímpica se tratara. Además, "es casi obligada la playa húmeda –un espacio de 1,50m por 30cm de profundidad–. Este espacio permite ubicar reposeras para tomar sol y refrescarse a la vez", asegura la arquitecta Lucila Pauluzzi. Los juegos de agua también suman. Las caídas, ya sea con cascadas, chorros o desbordes hacia el sistema de filtración permiten disfrutar del dinamismo que genera el agua. Y es un auténtico reto para los diseñadores. Respecto a la profundidad es clave que sea la justa. Como se planteó anteriormente, las piletas tienden a tener menor profundidad. Esto repercute en un ahorro de agua y costos de mantenimiento.
Los nuevos revestimientos
Aunque sigue siendo el rey del revestimiento, el clásico azul lentamente se va despidiendo para darle lugar al blanco, crudo o hasta incluso el cemento. Ahora hay materiales que permiten lograr efectos 3D, texturas, simulaciones. Por ejemplo, la arena de cuarzo es un claro ejemplo de la búsqueda de nuevas texturas en paredes y fondo de la piscina, que sigan siendo funcionales, estéticas y con un tacto diferente, original y agradable para los pies y las manos. Además, el mercado ofrece diferentes entintados manuales que habilitan a salir de los tradicionales celestes y azules. El blanco mate en tonos que van desde los amarillos, arenas, azules, hasta los turquesas, celestes y verdosos son algunas de las opciones. "Pero además de jugar con los colores, es necesario garantizar que la pintura cumpla con las propiedades de protección, que sean de gran resistencia a la intemperie y al uso. Para ello debe evitar la adherencia de algas, hongos, moho y suciedad y, sobre todo, ser resistente a los productos que se utilizan para el tratamiento del agua", exlica Patricio Aibar, Jefe de Producto de Alba.
Entorno integrado
Por estética y pragmatismo, los decks adyacentes a la piscina es una de las opciones más adecuadas. "El solarium o vereda perímetral es lo que permite hacer la transición entre el jardín o galería hacia la pileta. Si bien se suelen usar las baldosas antitérmicas, hoy existen más opciones, como los decks de madera, a los que se les aplica un producto que le baja la temperatura al material e incluso le da un color blanco traslúcido para aclararlo respetando la veta y permitiendo que se integre mejor. Cuando se cuenta con los metros justos, una solución es colocar decks que cubran la pileta. Pueden ser movibles o plegables. "Los primeros se colocan sobre dos rieles y pueden correrse de manera manual o automática, mientras que los plegables, son una tapa para la pileta. Los tablones de madera dan una sensación de amplitud, la clave está en colocarlos en la dirección en la que queremos agrandar el espacio. "Además, la madera es combinable con otras opciones. Por ejemplo, para una impronta rústica, podemos utilizar una madera oscura combinada con piedras", explica la arquitecta Viviana Insaurralde, desde Cetol, empresa dedicada al cuidado y protección de la madera del grupo AkzoNobel.
Puesta a punto
Lo primero que se debe hacer es detectar si presenta filtraciones, rajaduras o microfisuras. Estos defectos producen pérdidas y, al mismo tiempo, en situaciones críticas, posibles problemas de aislación. "De nada servirá pintarla si no trabajamos en su estructura. Su correcta aislación hidrófuga es fundamental para su mantenimiento. Si existen fisuras debido al movimiento se deben sellar y luego revestir según se esté trabajando sobre sustrato de hormigón armado, mampostería o ladrillo", explican desde la firma Weber. También hay que prestar atención a un posible depósito de sales solubles en la superficie. Esto provoca una apariencia blanquecina en las áreas que se encuentran en permanente inmersión, además de una distinción en el color, comparadas con aquellas que no se encuentran afectadas por el contacto constante con el agua. "Este depósito proviene de los excesos de cloro que se agregan al agua para mantenerla y, como se sabe, el hipoclorito de sodio es un decolorante. ¿Cómo quitarlo? Primero hay que lavar la superficie con detergente y abundante agua, utilizando un cepillo semiduro. Luego lijar con lija fina para eliminar todo resto de pintura que pueda llegar a descascararse. La preparación de la superficie a pintar es el paso más importante a la hora de obtener buenos resultados de durabilidad", aclaran los expertos de Tersuave. Luego, sí se puede pensar en su revestimiento. Los mosaicos venecianos son fáciles de limpiar, son antideslizantes y agradables al tacto y a la vista. "Una desventaja es su desprendimiento con el paso del tiempo. Si lo que buscamos es volver a colocar aquellas venecitas que se desprendieron durante el invierno, hay adhesivos de altas prestaciones de endurecimiento e hidratación rápidos que permiten llenar la pileta pasados los tres días", dice el arquitecto David Laham, responsable técnico de Mapei. Cuando la opción elegida es pintar la pileta, hoy la tecnología aplicada a la pintura brinda la posibilidad de modificar el aspecto de las piscinas a través del color. Hay recubrimientos especiales a base de caucho clorado. "Hay que implementarlos en superficies limpias y secas. También, evitar aplicar el producto bajo los rayos directos del sol, ya que se perjudica la adherencia", finaliza Osvaldo Accini, Gerente de Promoción Técnica de Sherwin Williams.




