A menudo, lo tradicional puede cansar. En pos de la originalidad, se encuentran maneras de reinventar lo que es normal, buscarle la vuelta a lo común. Y eso vale para todo, incluso con las piletas.
En lugar de la piscina típica, una alternativa posible es la construcción de “piletas de arena”. Son solicitadas por clientes que rehúyen de las formas duras o la forma geométrica pura, y que buscan un diseño más desestructurado, orgánico y personalizado. El proceso de construcción es igual que el de cualquier piscina, pero el resultado es el de un entorno “playero”, más informal y adaptable a los requerimientos del dueño de casa o de cualquier establecimiento.
El diseño es altamente maleable y muchos optan por incluir cascadas, piedras y vegetación para generar un entorno tropical y de relax total. Cuantos más detalles, obviamente, mayor el costo. Aunque las piletas de arena no son especialmente caras, afirma el arquitecto Fabián Medero, creador de Piletas Naturales, quien se dedica a esta novedosa construcción junto a su mujer, Cynthia, encargada del trabajo paisajístico final. “El tipo de clientes que tenemos es muy variado. Antes lo demandaba un segmento de alto poder adquisitivo porque son piletas más caras que las tradicionales ya que el tipo de material que se necesita solo se conseguía importado, pero ahora que los materiales se producen en el mercado local, la diferencia con una pileta tradicional no es muy grande. Reemplazamos un compacto de arena que se importaba de España o México por uno que fabrica Tarquini localmente, y eso redujo el costo hasta casi la mitad”.
Medero calcula que, para una pileta convencional de 8 x 4 metros, el precio de construcción es de $28.000 por metro cuadrado, es decir un total de $896.000. Para una de arena con la misma superficie (aunque la forma sea irregular), estima que el costo es de $35.000 por metro cuadrado, totalizando $1.120.000. A eso se le pueden sumar adicionales como palmeras o plantas, cascadas o decoración que logra generar un aura silvestre o tropical.
¿Cómo se hace?
El proceso de construcción es igual al de una pileta tradicional. Se hace la excavación con máquinas, se moldean los bordes y luego se arma toda la estructura con varillas de hierro y mallas, dentro de las que se vierte hormigón. La diferencia está en el producto con el que se reviste la superficie, un vertido de símil arena que puede lijarse según se quiera el piso y los bordes más suaves o más rugosos. Luego, el mantenimiento es exactamente igual al tradicional, con filtros o dispositivos que regulan el nivel de cloro en el agua. Además, es posible transformar una piscina convencional a esta modalidad.
El resultado es un espacio fácil de diseñar a medida, que puede adaptarse al jardín o al terreno de acuerdo a las preferencias. La pileta imita la superficie de una playa, se entra caminando y eso lo hace accesible para todos, incluyendo niños o mayores. Una modesta (pero sorprendentemente convincente) manera de traer la playa a casa y descansar en un oasis personal.
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