Venimos de buenos años para el desarrollo inmobiliario, motorizados por un crecimiento inducido por factores externos favorables así como por la necesidad de resguardo de valor ante un escenario repleto de incertidumbres y volatilidades. La importante demanda provenía de los sectores con capacidad de ahorro, consumo y elevado poder adquisitivo. El nuevo período de gobierno apura decisiones postergadas. Y esto coincide con un escenario internacional complicado. El cóctel parece no dejar duda respecto de una baja en el nivel de actividad local. Esto no necesariamente traerá una caída en nuestro sector dado que subsiste, y quizá se incremente, la necesidad de resguardar ahorros.
Además, una caída en la actividad puede inducir a las autoridades a buscar alivio en la gran capacidad generadora de empleo de la construcción de viviendas. En cuanto al primer factor de demanda, las recientes restricciones introducidas al mercado cambiario asestan un duro golpe en la difundida propensión del mercado de pactar en términos de divisas. Por incomprensible que esto resulte frente a su permanente pérdida de poder adquisitivo contra costos, ésta era la moneda de pago habitual para las preventas desde el pozo. La imposibilidad legal de pactar saldos y cuotas en pesos con algún índice de actualización indujo a cada vez más desarrolladores a adoptar las bondades de la venta al costo, que permite a la vez obviar la demanda de dólares para efectuar los pagos. En cuanto al posible giro de atención de las autoridades hacia la vivienda podría sustentarse no sólo en la necesidad de generar empleo, sino también en esa postergada deuda social hacia la clase media. Indudablemente, la inflación constituye un duro escollo para fomentar el crédito a largo plazo. Sin embargo, con niveles de inflación controlados, bien podría implementarse una de las principales propuestas de nuestra asociación, lo cual es la creación de una unidad de pago actualizable apta para todas las contrataciones relativas a la vivienda, de exitosa aplicación en los países más predecibles de la región. Desde ya, no dejaría de ser bienvenida cualquier tipo de facilitación del crédito a través de tasas subsidiadas, uso de fondos de la Anses, exoneraciones impositivas, las que, previa discusión con las entidades referentes del sector, pueden resultar excelentes paliativos para el problema del acceso a la vivienda. No quiero terminar estas reflexiones sin un reconocimiento a la gestión de planificación urbana de parte de algunos municipios desalentando el uso del automóvil, recuperando espacios verdes, con incentivos fiscales y generación de mayor oferta de tierra para la construcción en nuevas zonas. Es vocación de la AEV analizar, desarrollar y difundir propuestas encaminadas a mejorar las condiciones para nuestra actividad orientadas a la vez a mejorar la calidad de vida de nuestra sociedad. Es por eso nuestro deseo de que el próximo año nos encuentre unidos trabajando por un mejor país.
El autor es presidente de la Asociación de Empresarios de la Vivienda
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