Así como hay desarrolladores que tienen espalda y que durante años han trabajado para armar un negocio diversificado –y que aun hoy pese a todas las desafortunadas noticias se muestran seguros de poder seguir sin que nada los debilite ni los amilane– hay brokers que tienen su propia receta y que admiten que no les va mal. Son dueños de sus empresas y están habituados a generar permanentemente negocios. Por lo general están en zonas estratégicas, donde el poder adquisitivo se mantiene a pesar de una economía con una inflación del alrededor del 40%. "No hay que esperar que alguien nos toque la puerta. Hay que salir a buscar el negocio, acercarles propuestas a la gente considerando diversos segmentos. Hay que salir, hablar, preguntar, observar qué le hace falta al mercado y hacer lo posible por salir a ofrecerle al cliente."
El referido broker tiene décadas en el mercado, experiencia, contactos. Conoce al dedillo su zona y aledaños. Y no elude hablar del mal momento, pero está seguro de que hay que buscar con ingenio ideas y tratar de armar una cadena de acciones y de profesionales dispuestos a ponerse al hombro la responsabilidad de hacer girar la rueda. Desde luego que no se puede medir a todos con la misma vara. Ningún empresario, desarrollador o broker es igual a otro. Ni su estrategia ni su inversión son las mismas. Tal vez la gran diferencia consiste en la espalda con la cual cada uno sale a enfrentar una realidad que en determinados segmentos se vuelve realmente insoportable, ante una caída del sector afectado por el cepo (¡que ya cumplió tres años!) y que nadie puede ignorar. Es decir, en usados o nuevos, en las afueras o en la ciudad, hay segmentos que dentro del vapuleado mercado concretan operaciones (algunos con grandes proyectos) y con una demanda bien posicionada.
Es noviembre, en las puertas del final del año y en vísperas de otro que se advierte muy difícil, con una batalla política que será seguramente para recordar. De hecho ya dan por comenzada la campaña, pero hasta ahora, el tema de la vivienda no asoma en las propuestas que se enuncian. Tampoco de la infraestructura que hace falta en las ciudades –como sucede lamentablemente en Luján y en otras zonas del conurbano por la tormenta de esta semana– con el agua que llega hasta la misma Basílica, donde la gente que logró armar su techo vio destruida su casa, edificada con enorme esfuerzo, en el corazón de esta zona turística. Faltan viviendas y otras se destruyen. ¿Habrá algún plan para cambiar esta tristísima realidad?.